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La pandemia no hace paro y la pobreza tampoco

La pandemia no hace paro y la pobreza tampoco
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El próximo 17 de junio la organización sindical decretó un paro general por 24 horas.

¿Es acertado hacer un paro en este momento? ¿Se condice con las preocupaciones de muchos trabajadores? ¿No sería mejor donar un jornal para las ollas populares que tanto apoyo precisan? ¿Se puede armonizar esta medida de lucha con el régimen de vacunación de la gente? ¿Hay otras medidas que puedan ser más efectivas para enfrentar las políticas que han llevado a que haya 100 mil pobres más en un año y Uruguay presente una muy mala situación sanitaria? ¿Fortalece o debilita al PIT-CNT?

La pobreza: el otro virus que se expande por David Rabinovich

Para el próximo jueves 17 de junio, la Central única de trabajadores del Uruguay convocó a una movilización nacional con paro general por 24 horas. Ante “la falta de políticas sociales abarcativas” –explica Fernando Pereira en declaraciones a La Diaria– “…contra el hambre y la desigualdad, por trabajo y salario, en defensa de la vida y en solidaridad con los 15 profesores de San José separados del cargo” “…Claramente es un paro político, que hace referencia a la ausencia de políticas públicas en áreas que desde nuestro punto de vista tienen alta sensibilidad”.

En realidad, no son muchas las opciones que dejan abiertas la falta de diálogo serio entre el gobierno y las organizaciones sociales representativas de los intereses populares. El gobierno asumió, sin pudores ni tapujos, la representación de las élites de la sociedad. Eso es un dato más de la realidad. Que ‘los malla oro’ no están dispuestos a poner, de ‘motu propio’, una cuota de esfuerzo acorde al momento que se vive y a sus posibilidades, es el otro dato. Toda la política del gobierno es un formidable ajuste económico, político y social en beneficio del capital. A costa de los sectores medios y bajos; pobres y empobrecidos.

Al gobierno llegaron con un programa de transformaciones impopulares y con un plan para imponerlo. Allí están la LUC y el Presupuesto: datos duros de una dura realidad.

En este momento es imprescindible organizar la resistencia; para ello se hace necesario tener conciencia se la situación. Luego de un año y poco de gobierno más pandemia, tenemos más pobreza, desocupación, miseria e incertidumbre sobre el futuro. A esta altura es acertado hacer todo lo que se pueda para poner otras opciones en consideración. Es imprescindible no aceptar la receta que proponen desde arriba como la única e inexorable.

La solidaridad desplegada tiene sus puntales en las organizaciones sociales que han puesto mucho más que un jornal para intentar sostener a los que el sistema tira a la cuneta. Siempre los trabajadores hemos tenido que demostrar que somos imprescindibles para que se reconozca algunos de nuestros derechos. Si unimos nuestras voluntades y paramos, el mundo se detiene…

Nunca como en estas tristes circunstancias parece tan claro que los privilegios de pocos tienen un costo terrible para la vida de la gente. En todo el mundo se discute el aporte de los sectores pudientes. Que se ha aprobado en algunos casos emblemáticos. El grado de obtusa necedad de nuestros gobernantes, la magnitud de su obcecada soberbia, deja pocas opciones y todas apuntan a un camino de duras luchas por la supervivencia.

Porque nadie puede negar que el empeño en redistribuir la riqueza, que innegablemente instaló el Frente Amplio durante 15 años, tuvo resultados totalmente insuficientes. Eso también es un dato de la realidad. Más allá de los discursos, las intenciones se reconocen en los resultados. La de preservar el interés del gran capital expande el virus y la pobreza.

 

 Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas por Oscar Licandro

Los veteranos que militamos en la izquierda en los años anteriores y en los inmediatamente posteriores a la dictadura, sabemos muy bien que la conquista de los liderazgos sindicales siempre ha formado parte de la estrategia de los partidos de base marxista; estrategia que luego adoptaron otros grupos políticos de izquierda. En aquella época las decisiones de la dirigencia sindical respondían directamente a las directivas del partido. Formaban parte de la estrategia general para alcanzar el poder. Con el tiempo, eso fue flexibilizándose, pero la tan declarada “independencia de clase” es un discurso para afuera, con el que se pretende disimular la estrecha relación entre la dirigencia del PIT-CNT y la de los partidos a los cuales pertenecen los miembros de esa dirigencia. Por lo tanto, en la mayoría de las ocasiones las decisiones que toma la central sindical se encuentran alineadas con las que toma el Frente Amplio. En tiempos de oposición, a veces es el FA el que empuja y a veces quien lo hace es el PIT-CNT. Pero en la inmensa mayoría de los casos ambos convergen. Por lo tanto, cuando acierta uno de ellos, aciertan ambos. Y cuando uno se equivoca, el otro también lo hace. La referencia a este estrecho alineamiento viene al caso, no para cuestionar la legitimidad del PIT-CNT, sino porque el paro del próximo 17 de junio es un buen ejemplo de cómo ambos (FA y PIT-CNT) nuevamente están interpretando mal lo que piensa y siente la mayoría de los uruguayos.

La resolución tomada el 13 de Mayo por la Mesa Representativa del PIT-CNT explicita el motivo del paro general: “contra el hambre y la desigualdad, por trabajo y salario, en defensa de la vida y en solidaridad con los 15 profesores de San José separados del cargo”. El paro general es una de las herramientas de lucha más fuertes con que cuentan los sindicatos para llevar adelante sus demandas y, por lo tanto, es de esperar que las reivindicaciones que los motivan sean: 1) serias; 2) relevantes y 3) alcanzables en alguna medida. La “desigualdad” es un problema estructural que no se resuelve con paros. Hablar de “hambre” hoy en Uruguay es algo poco serio, ya que existe una red protección social del estado y de la sociedad civil que están impidiendo que se pase hambre en medio de la crisis social que generó la pandemia. La “solidaridad” con un grupo de profesores, que las autoridades de la educación pública separaron de su cargo (legítimamente) por una presunta violación de la laicidad en un liceo público, luce tan poco seria como la tontería cometida por esos docentes, más propia de la frívola cultura selfie,  que de la seria y comprometida forma de luchar en la época de los D´Elía y los Turiansky.

Un análisis más detallado merece la demanda “por trabajo”. Dado que los paros no generan puestos de trabajos, se entiende que un paro “por trabajo” se realiza para presionar a los responsables de la falta de trabajo o de generarlo. En este caso, ese responsable es el gobierno, a quien el PIT-CNT demanda que adopte políticas que generen empleo. Por ejemplo, se hace hincapié en exigir una mayor inversión pública. Si se miran las cifras del INE se observa que en febrero de 2020 (antes de asumir el actual gobierno) había 1.626.000 personas empleadas. En mayo de ese año, a dos meses de comenzada la crisis sanitaria, se habían perdido 98.000 empleos (la cifra de mayo fue la peor), pero en marzo de este año ya se habían recuperado 68.000 empleos (1.596.000 personas empleadas). Por lo tanto, el próximo 17 el PIT-CNT hará un paro general “por trabajo”, contra un gobierno cuyas políticas económicas (el mantener funcionando los motores de la economía) han permitido recuperar empleos. Por otra parte, esta demanda luce bastante contradictoria con las permanentes propuestas del  PIT-CNT, para que el gobierno restrinja la movilidad, sabiendo que esa restricción conduce necesariamente a la reducción del empleo. No es serio demandar ambas cosas: recuperar empleos y reducir aún más la movilidad.

La vieja idea marxista de la “vanguardia iluminada” se basaba en la suposición de que los líderes de los partidos de izquierda saben lo que es mejor para el pueblo, porque el pueblo no tiene conciencia de la explotación que sufre. En consecuencia, el pueblo debe ser guiado. La teoría del foco, que inspiro la guerrilla de los tupamaros, es la interpretación extrema de esa idea. Esta teoría sostiene que no alcanza con guiar al pueblo: hay que sustituir su voluntad y actuar en su nombre. Si bien la idea de la vanguardia iluminada ya no forma parte del discurso de izquierda, aún integra su matriz cultural: los dirigentes de izquierda siguen creyendo que interpretan mejor que el pueblo lo que es bueno para él. Por eso cometen el error más grave de la actividad política en democracia: no escuchan ni interpretan el sentir de la mayoría de los ciudadanos.

Desde hace años los dirigentes del PIT-CNT desconocen lo que les dicen las encuestas, que es el principal instrumento del que disponen políticos y sindicalistas para saber lo que siente y piensan los ciudadanos. El Latinbarómetro de 2018 encontró que solamente el 34% de los uruguayos confían en los sindicatos (los defensores del pueblo) mientras que la institución en la que más confían (62%) son las Fuerzas Armadas (el “brazo armado de la oligarquía”). Hace poco, en un programa de televisión, preguntaron al presidente del PIT-CNT qué opinión le merecía la tan baja confianza hacia los sindicatos. Su respuesta, lejos de algún tipo de autocrítica, fue algo así como que ésa era una buena cifra!!!. En sicología esto se llama principio de negación, que es algo así como elegir vivir en la irrealidad.

El próximo paro general (al igual que las caceroleadas y la mayoría de las propuestas del PIT-CNT al gobierno respecto de la gestión de la pandemia) es consecuencia de esa actitud genética de no escuchar al pueblo. El “por la vida” de la convocatoria expresa las demandas del PIT-CNT por una mayor reducción de la movilidad e, indirectamente, pretende ponerlo en la vereda de enfrente de un gobierno al cual, en forma vaga y velada, muchos actores de izquierda atribuyen la responsabilidad del elevado número de fallecimientos por coronavirus. Esta actitud niega la realidad que a gritos le muestran las encuestas más recientes. Ellas indican que la amplia mayoría de los uruguayos: 1) aprueba la gestión del presidente (59% de aprobación contra 20%, según Equipos); 2) cree que el gobierno está realizando una buena gestión de la pandemia (67% según CIFRA); 3) está en desacuerdo con cancelar reuniones pequeñas a pesar del avance de la pandemia (60% según encuesta del GACH) y 4) atribuyen la responsabilidad del actual incremento de casos al comportamiento de los ciudadanos (75% según CIFRA) y no al gobierno (sólo el 12% se lo atribuye). Todo lo contrario a lo que hace el PIT-CNT!!!

Del otro lado (desde el gobierno, desde los partidos de la coalición multicolor y desde todos los supuestos “enemigos del pueblo”) el paro del 17 de junio es visto con regocijo. Si el FA y el PIT-CNT no cambian el rumbo, lo más probable es que el 1 de Marzo de 2025 el nuevo residente de Suárez y Reyes sea Delgado, Argimón, Peña o, ¿por qué no?, el general Manini Ríos. De ahí las palabras que suelen atribuirse a Napoleón, con las que he titulado esta columna.

 

La protesta como respuesta a la arrogancia por Milton Romani

El PIT CNT ha convocado a un paro de 24 horas para el 17 de junio. Se me interpela sobre lo justo, oportuno o acertado de la medida. No solo estoy de acuerdo, sino que me siento tentado de preguntar por qué no extenderlo a 72 o 96 horas. No solo como expresión de protesta frente a la arrogancia de un mandatario soberbio, que se rehúsa a todo tipo de diálogo constructivo, sino como medida auto gestionada de cortar la movilidad. Es un razonamiento por el absurdo, pero totalmente válido. En términos de salud pública lo es. Baja la movilidad social. Nunca los paros interrumpieron servicios esenciales. Ahora con más razón se mantendrán, incluidos los servicios de vacunación, naturalmente.

Trabajé en la salud por treinta años: en paros y huelgas, siempre mantuvimos los servicios de emergencia y la atención a los pacientes. El descuento por paro se nos hacía igual, trabajando o no. En el 86 perdimos un gran conflicto, con la Asociación Española ocupada y funcionando bajo control obrero, en el que reclamamos lo injusto del descuento por paro de aquellos que efectivamente trabajaban.

En el caso que nos convoca, se podrá decir, diálogo hubo. ¨Di¨ es un prefijo que indica que es de dos, de ida y vuelta. Convocar al Frente Amplio a conversar cuando el día anterior ya anunció sus decisiones no es dialogar. Es recibir a los súbditos.

El Frente Amplio y la Intersocial, las entidades de pequeñas y microempresas han reclamado un diálogo nacional para enfrentar juntos la emergencia nacional. Juntos. No acatando como súbditos. Dialogar es eso, escuchar, aceptar algunas propuestas, decidir en conjunto, claro, y gobernar

Treinta y seis sociedades médicas y científicas, entre los cuales se destacan el Sindicato Médico, la FEMI, Médicos de Familia y Comunidad (SUMEFAC) Intensivistas (SUMI), han reclamado medidas que no solo no han sido consideradas. Se eligieron el ataque, la ridiculización de propuestas, la mentira y, en definitiva, la ceguera y negación. Esto tiene otra lógica mezquina. La insinuación de izquierdismo de todas ellas, que parece ser la obsesión política del luisismo: liquidar todo lo que tenga algo que ver con la izquierda.

Las molestias en el grupo asesor GACH (que fue bandera principal de este gobierno) son elocuentes de la arrogancia de un presidente que actúa más parecido a un señor feudal que a un republicano, e invoca un fundamento ideológico de dudosa raigambre liberal. Rechaza porfiadamente medidas restrictivas, con el argumento que hacerlo supone aplicar la ley y el uso de la fuerza. Invoca la libertad responsable, pero al mismo tiempo desconfía cínicamente de que la ciudadanía asuma restricciones responsables.

El colmo del dogmatismo neoliberal y fiscalista. Imposible convencerlo de asistir correctamente, y garantizar los derechos básicos de supervivencia que implican no solo las medidas de restricción. La actual hambruna.

El año pasado fue anunciado por distinguidos economistas[i] de la Facultad de Ciencias Económicas, que las cifras de la pobreza aumentarían a un ritmo galopante. Este año la encuesta más categórica: 250.000 pobres que se anotaron para los jornales solidarios. Se dijo, hay que insistir, que los daños a nivel social de quienes caen en la pobreza, de las empresas que se funden, no se recuperan fácilmente. No es que venga, como frívolamente afirma el Sr. Luis, el súper ¨malla oro¨ y nos saque a todos del pozo.

Hasta los comunistas del Fondo Monetario Internacional piden gastar todo los que sea necesario y gravar a los ricos, y el trotskista de Joe Biden y los radicales del G 7 ahora están instrumentando eso. Acá no. No son empresarios ni liberales. Son bolicheros de cuarta, solo ven ganancia a corto plazo, sin visión estratégica. Mientras tanto, todos los días nos golpean y aterrorizan las cifras. Imposible acostumbrarse a cuatro mil contagios en ascenso, y a sesenta fallecimientos diarios. Ahora han dejado de ser números. Tienen rostros de seres queridos. Conocemos sus nombres, hijos, padres, compañeros, vecinos, trabajadores de la salud. Nombre y apellido, trayectorias, presencias que ya no estarán. Más allá del debate político que es negado, esto desgarra, y no es verdad que sean inevitables. Al menos debemos intentar evitarlos y poner todo para preservar el derecho a la vida y la salud. La bronca se acumula y pasa a ser, ahora, protagonista. Resistencia contra un gobierno que parece no tener un dilema ético en esta emergencia sanitaria y social. Hay quienes están proponiento exponer las fotos en la calle, de quienes son nuestros seres queridos perdidos, muertes evitables. Estoy de acuerdo. Hay que colectivizar el dolor y la indignación. Y protestar. Que también es un derecho.

 

[i] [i]   Mauricio Da Rosa y Matías Brum. Instituto de Economía. FCEA http://fcea.edu.uy/images/dto_economia/Blog/Estimaci%C3%B3n_del_efecto_de_corto_plazo_de_la_covid-19_en_la_pobreza_en_Uruguay.pdf

Oportuna y necesaria por Adriana Barros

 ¿Es acertado hacer un paro en este momento?

Sin duda la medida es oportuna y necesaria. El paro es una herramienta para hacer oír la voz de la clase trabajadora, para reclamar y defender derechos e intentar transformar la cruel realidad que estamos viviendo.

La plataforma reivindicativa de este paro general es contra el hambre y la desigualdad, por trabajo y salario, en defensa de la vida, para apoyar a la gente que la está pasando muy mal, y en solidaridad con los 15 profesores de San José que fueron separados del cargo en esta “caza de brujas” que lleva adelante el gobierno.

¿Se condice con las preocupaciones de muchos trabajadores?

Si. Porque la preocupación de los trabajadores son el hambre de la gente, la creciente desigualdad social, la falta de trabajo, la pérdida de salario real y sobre todo la defensa de la vida. Y este gobierno niega la evidencia científica que ha demostrado, que en todos los países donde se redujo la movilidad, bajaron los contagios.

¿No sería mejor donar un jornal para las ollas populares que tanto apoyo precisan?

Eso ya se está haciendo y es una pregunta que plantea una falacia de falsa oposición. El PIT-CNT continuará recolectando alimentos para apoyar las ollas populares, que siguen aumentando en todo el país, como consecuencia de la pandemia y de la política económica que impone el gobierno. Lamentablemente el gobierno no toca el gran capital, la renta, los agroexportadores. La “aristocracia del barrio” sigue sin poner un peso. Y para colmo exonera de impuestos en plena pandemia a La Tahona Golf Club, asociación deportiva ubicada en el lugar en donde tiene su casa el presidente Luis Lacalle Pou (véase Resolución Presidencial del 22 de febrero de 2021).

¿Se puede armonizar esta medida de lucha con el régimen de vacunación de la gente?

Ciertamente, y así se hizo, la FUS no hará paro. Según la resolución adoptada por el PIT-CNT, y cito textual: «se garantizará la atención de urgencia y emergencias, pacientes oncológicos y toda la atención sanitaria vinculada a la pandemia, al mismo tiempo que garantiza mantener abiertos los vacunatorios en su totalidad».

¿Hay otras medidas que puedan ser más efectivas para enfrentar las políticas que han llevado a que haya 100 mil pobres más en un año y Uruguay presente una muy mala situación sanitaria?

Por supuesto que hay medidas más efectivas para combatir la trágica situación sanitaria y mejorar la calidad de vida de la gente. Pero se necesitan políticas de Estado, y este gobierno está ausente. Se necesita una inversión fuerte desde el Estado. Pero al gobierno neoliberal de coalición le interesa que la economía crezca (sin derrame), que la inflación baje, reducir el déficit fiscal, que los malla oro no pierdan plata y apostar únicamente a la vacunación, sin importar las vidas que queden en el camino…

Uruguay es el país que menos recursos ha destinado en materia de gastos y reactivación a la atención de la pandemia. Y una de sus consecuencias es que hoy nuestro país ocupe el primer lugar en muertes diarias por millón de habitantes.

El paro general es justamente para reclamar que se tomen medidas efectivas que permitan revertir y mitigar la trágica situación que está viviendo la gente de menos recursos, los más vulnerables. Exigir bajar la movilidad para que la transmisión del virus no le gane al plan de vacunación y así evitar muertes que sin duda pueden ser evitadas. Pero este gobierno insensible ha decidido claramente priorizar el capital, a la vida de la gente.

Este gobierno en contra de toda evidencia científica y teniendo dinero –porque el gobierno del FA dejó el país con una solidez fiscal que le permite disponer de 2000 millones de dólares si quisiera–, se niega a aplicar las recomendaciones del GACH. Lo que ha generado una tensión entre el GACH y el Gobierno central de Lacalle, y no sólo por no aplicar las medidas sugeridas en febrero por el grupo de científicos, sino por tener el caradurismo de decir que las aplicó, cuando no lo hizo.

La estrategia del actual gobierno de coalición con Lacalle a la cabeza, ha sido priorizar el capital a costa de la salud y el bienestar de la gente, apostando únicamente a la vacuna. Y tiene el cinismo de responsabilizar de las muertes y de los contagios a las acciones individuales de la gente. Cuando es el gobierno quien debe tomar medidas que permitan disminuir la movilidad por 21 días, apoyar económicamente a los sectores afectados y otorgar una renta básica a la gente, para lograr que la vacuna le gane al virus. Pero lo que hay es una ausencia de políticas de gobierno para evitar que hoy haya 100.000 nuevos pobres y 60.000 puestos de trabajo menos.

¿Fortalece o debilita al PIT-CNT?

Las cosas no se miden así. Las medidas no se toman con el objetivo de fortalecer o debilitar al PIT-CNT. Se toman para defender los derechos de las y los trabajadores. Aunque la soberbia de este gobierno es tal que no escucha a nadie, ni a la comunidad científica ni a las y los legisladores, ni al PIT-CNT.

 

Gobierno patronal por Esteban Pérez

No se puede comprender cómo, en un país que aún en plena pandemia y con tan sólo tres millones y algo más de habitantes produce alimentos para 30 millones de personas, el hambre se ha profundizado.

El 1% de la población del país se enriquece a carretillas llenas de dólares con la exportación de soja, carne, etc., mientras que en el otro extremo se estima que 100.000 personas sobreviven gracias a las ollas populares. A los 200.000 pobres previamente existentes, se han agregado 100.000 más como consecuencia de la pérdida de 60.000 puestos de trabajo y hoy en día hay 35.000 niños y niñas padeciendo hambre. Tremenda pirotecnia realizaron los medios de comunicación al servicio del gobierno patronal con los 15.000 “jornales solidarios” valor 12.000 pesos mensuales, casi una broma de mal gusto porque al que nada tiene le significa alimentar su familia con unos $400 pesos diarios. ¿Y el resto? ¿Cómo se arreglan los 285.000 mil que no salieron sorteados? ¿Y los muertos? Van ya 4.500 fallecidos por el descontrol de la pandemia y al ritmo que va en los próximos 10 días se superarán los 5.000 y se multiplicarán los dolores de sus afectos.

Todo indica que a partir de la segunda mitad del año en curso se notará aún más, en los hogares de asalariados y jubilados, la pérdida de poder adquisitivo y la carestía que generará la suba sin anestesia del precio de los combustibles, suba que como siempre termina pagando el que compra sus alimentos en el mostrador. Por eso y otras razones apoyamos el paro del 17 de junio decretado por el PIT-CNT. ¿Qué es una medida tibionga y a destiempo? Es probable y es discutible, pero al fin la clase trabajadora se pone los pantalones y ojalá no quede en tan sólo una jornada de lucha y logre soltarle la mano a las estrategias especulativas de carácter electoral. Urge pasar del paro puntual a elaborar un plan gradual de lucha surgida desde las bases del movimiento popular que incluya una plataforma contra los tarifazos, la quita de derechos laborales, contra el hambre, la desocupación, la rebaja salarial y subsidios que acompañen medidas serias contra la pandemia. Tiene suerte el gobierno de tener un pueblo con tanta paciencia, pero hasta el más paciente cuando se harta, reacciona. No hay que ceder ni un tranco de pollo, si para el pueblo no hay concesiones, no las debe haber para el gobierno.

 

Burgueses rutinarios por Miguel Manzi

Gente rara los del PIT-CNT. Mientras la Mesa Representativa afirma que en el paro general «se garantizará mantener abiertos los vacunatorios en su totalidad», el secretario general de la FUS Jorge Bermúdez dice que “El paro podría afectar el proceso de vacunación”. ¿Quién sabrá más sobre guardias gremiales de salud? ¿El Secretario General de la FUS o el dúo dinámico Abdala-Pereira? Diríase, parafraseando a aquel patético cuan exitoso payaso mediático, que aquí “lo político está por encima de lo sanitario”. Salvo que Ud. opine, como un compañero de Directiva, que Bermúdez es “un sociópata que se cree omnipotente”. Entonces estamos mal… O está muy mal buena parte de la dirigencia gremial de este país, perdida en la neblina de la modernidad. Dígase también que es muy fácil perderse hablado del PIT-CNT, cuyos inescrutables arcanos son inaccesibles a través de una navegación normalita por internet. ¿Cuántos afiliados tiene? ¿Cuántos votan en las asambleas sindicales? ¿Cuánto recaudan? Misterios eleusinos; la Central podría ser una gigantesca lavadora de dinero narco (remember Abdala babeándose con Maduro) y nadie se enteraría. Tampoco pude encontrar las trayectorias de los dirigentes más notorios; apenas un “proxy” en una entrevista de Gerardo Tagliaferro de 2015, de la cual, sumando 6 años, resulta que Fernando Pereira tiene 55, hace 26 que integra la máxima dirección del PIT-CNT, 16 que por estar full time en ella no va a trabajar a su puesto en Primaria y 6 que preside la Orga. ¿Es legítima la representación sindical en el Uruguay? Es lo que hay. ¿El paro general está en sintonía con la mayoría de los trabajadores? No podemos saberlo. ¿Fortalece o debilita a la Central? Pereira, Abdala & Cía. pensarán que, al menos, fortalece su poder en la burocracia sobre la que imperan, posición que no querrán perder (es innegable -si no irresistible- el encanto de la vida burguesa -casa, auto, vacaciones, viajes, saraos, está todo pago; sin las incomodidades de la fábrica o de la clase). Yo creo, sí, que los asalariados deben organizarse para discutir con los patrones, por una elemental exigencia de (a)simetría. No creo que todos los patrones sean gorilas conservadores (debemos suponer que Engels no lo fue), como no todos los dirigentes sindicales son honestos defensores de los intereses proletarios (después de 20 años de no ir a tu trabajo, calculo que tenderás a olvidarte cuáles eran). También creo que el Estado como empleador merece un tratamiento especial, cuanto privilegiado es el trato que dispensa a sus funcionarios. Y definitivamente no creo que en el mundo de hoy, en cambio incesante, sean útiles las mismas formas de lucha y reivindicación que hace 150 años.

 

Oxígeno por Fernando Pioli

La herramienta del paro de actividades como mecanismo de lucha es histórica. Su eficacia como herramienta para lograr los objetivos en la búsqueda de los derechos de los trabajadores organizados está fuera de toda duda.

Sin embargo, en Uruguay ha tenido un uso extensivo más que intensivo, con reclamos genéricos y con logros intangibles. El problema del uso extensivo de una herramienta de lucha, pero que en este caso también es de comunicación, tiene un efecto previsible: la pérdida de efecto.

En los últimos años las fuerzas conservadoras han desarrollado dispositivos discursivos que han sido muy efectivos a la hora de neutralizar estas actividades, han fomentado el descrédito de las centrales de trabajadores y desautorizado sus consignas. Ante esta estrategia, los sindicatos no se han adaptado ni han logrado evadir este ataque.

Las actuales circunstancias motivadas por la pandemia contribuyen a este descrédito, y es esperable que las apariciones de las autoridades y representantes del gobierno en los medios de comunicación contribuya a mejorar su propia imagen en contraposición de la del movimiento obrero. ¿Alguien que apoye el gobierno va a abandonar su apoyo como consecuencia de un paro? ¿Alguien que no esté de acuerdo con el PIT-CNT pasará a estar de acuerdo? Lamentablemente las esperanzas son nulas, y los reclamos de la central obrera serán fácilmente neutralizados por el oficialismo.

En las actuales circunstancias, y esto es una situación que es notoria desde hace al menos una década, los paros son más una herramienta emocional para unir a los convencidos en la lucha que una herramienta para generar convicción en los descreídos. No es que esto signifique que esté mal, pero su esterilidad como forma de lucha va en aumento. La causa de esta situación que describimos, es que la herramienta está desligada de objetivos concretos y fácilmente identificables para el grueso de la población, y muchas veces para los mismos trabajadores que llevan a cabo la medida de lucha.

En este panorama, en que parece que hay orden de no aflojar, posiblemente sea hora de no hacerle el juego a la derecha poniendo al movimiento de los trabajadores en el lugar que al gobierno le queda cómodo, el de victimario, mientras se coloca en el rol de víctima. La victimización a veces se parece al oxígeno.

 

El lobby de los pobres por Sol Inés Zunin

El paro, la movilización, la ocupación del espacio, son el lobby de los pobres. El lobby de los que tan solo cuentan consigo mismos.

En alguna república de laboratorio, con atmósfera controlada, bastaría el ejercicio de las urnas para que la voluntad de los ciudadanos fuera escuchada. Esa atmósfera pura y prístina requeriría, claro, información completa y transversal y que todos o ninguno de sus participantes contaran con la misma capacidad de presión política paralela.

Sin embargo, en la república real, en donde los poderes imponen sus ideologías y políticas, independientemente de los resultados electorales, renunciar a los mecanismos de acción directa significa una pérdida de poder inaceptable para quién de todo carece.

Recomendarle a la central obrera que, por su bien y el de los trabajadores, desista del paro es como el enemigo que le sugiera a su oponente utilizar el sable mientras carga sus cañones; una burla que solo un tonto o un traidor podría escuchar y tan descabellada y perversa como la sugerencia de que sean los mismos trabajadores, quienes donen sus jornales para las ollas surgidas a consecuencia de las políticas de hambre de un gobierno que se jacta de cortar el gasto en plena pandemia mundial. Esa sí que se lleva el Premio Antropófago de Oro.

¿Por qué no parar?

Los empresarios no paran porque para obtener el beneficio de políticas creadas a medida y lograr que el sistema republicano les entregue lo que reclaman, les basta con la amenaza de despidos, subas de precios, desinversión, retraso en exportaciones, etc. Un chantaje asumido por la política, sin importar el signo del gobierno ni que comparta o no las opiniones de la clase empresarial -como es el caso del gobierno actual que, por pertenecer a ella, y encontrarse nuevamente de los dos lados del mostrador encuentra natural privilegiarla-.

Así es que, empresas que operan en rubros que no vieron afectada su actividad –sino todo el contrario- como los de salud, logística o alimentación pudieron enviar a seguro de paro a miles de trabajadores sin penalidades ni cuestionamientos.

O como la suba de combustibles, que esperó hasta que los camiones de los exportadores hubieran transportado a puerto sus cosechas record, antes de impactar de lleno en los bolsillos de las clases medias y bajas.

Cuentos de hadas

Claro, otra cosa que la clase empresarial no hace es confundirse. Saben y tienen presente que el mayor poder de movilización y acción directa obtiene mejores resultados que aquellos que se mantienen divididos e invisibles. De ahí que los mismos que utilizan su poder para influir en las decisiones políticas de cada momento (por acción o por amenaza de acción), reclamen para el resto calma, decoro, comportamiento republicano y coso, y centren esfuerzos y recursos en mantener la división y la pasividad.

Acusando al pobre de sucio y ruidoso para desviar la atención del rico insensible y hambreador.

Explicando que para que los pobres sean menos pobres los ricos tienen que, primero, ser más ricos.

Exigiendo que los demás presenten sus pedidos por ventanilla, sentado y compartiendo un whisky en el despacho del funcionario.

Instalando que el hambre es señal de un exceso de personas y no de falta de alimentos.

Vaya peligro de pensamiento para una pandemia, ¿verdad?

 

La tarea de la hora por Lucía Siola

El paro general de 24 horas del 17 de junio convocado por el PIT-CNT tiene lugar en un contexto realmente catastrófico. Según han señalado medios extranjeros, Uruguay presenta los peores índices de fallecidos por Covid en relación a la cantidad de habitantes (entre 60 y 70 por día), y el virus continúa expandiéndose aumentando los contagios a cuatro mil casos diarios, bordeando el colapso sanitario en CTI, y en atención primaria. En este punto, la política del gobierno ha sido completamente criminal, más preocupado por recortar el déficit fiscal que por la vida de la población uruguaya, haciendo caso omiso a las recomendaciones científicas del GACH y habilitando la apertura de servicios no esenciales, promoviendo así la movilidad y el funcionamiento de la economía. No es casual que ante las recomendaciones y exhortaciones de la comunidad científica de tomar medidas drásticas para la reducción de la movilidad, con el objetivo de blindar el proceso de vacunación en curso y bajar el aumento de casos, los empresarios hayan sido los primeros en manifestarse en contra de cualquier parate. Lacalle Pou y la coalición multicolor han sido incapaces de asegurar el derecho fundamental a la vida, la salud y el trabajo del pueblo trabajador uruguayo. Lejos de desenvolver una política que permita hacer frente a la pandemia y evitar que la muerte se propague, han privilegiado el lucro empresarial defendiendo la lógica de la ganancia capitalista ante todo. En plena crisis sanitaria el gobierno no sólo recortó presupuesto a la salud pública a la educación y la investigación científica pública, sino que además implementó sucesivos tarifazos, realizó una devaluación del 30% desde que asumió, permitió los despidos, estableció pautas salariales de rebaja y no desenvolvió ningún tipo de subsidios a aquellos trabajadores/as que viven al día, o que tienen sus pequeños comercios. La cifra espeluznante de más de 100 mil pobres en un año es la consecuencia de esta política gubernamental que busca beneficiar a un puñado de grandes empresarios, pero por sobre todo es la evidencia de un régimen social decadente que cada vez, de un modo más atroz banaliza la vida y naturaliza la muerte y el hambre. Como ya hemos señalado Lacalle Pou sigue en este sentido los pasos criminales de su homónimo brasilero, aunque con un discurso más sutil y demagógico.

No hay que olvidar que a comienzos de 2020 fue la Universidad de la República y los sindicatos quienes obligaron y presionaron al gobierno para que hiciera efectivas las políticas de cuarentena y el parate de los servicios no esenciales.

Luego de un año, la situación ha empeorado, tanto en relación a las consecuencias de la crisis, el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de los explotados producto de las políticas de ajuste con la emergencia de ollas populares, como por la grave situación sanitaria que vive el país donde el hilo epidemiológico directamente se ha perdido, es decir la circulación es tal que cualquiera puede contagiarse en cualquier lugar. Por tanto, si bien la acción de paros sanitarios y protocolos de trabajo que muchos sindicatos y organizaciones sociales fueron realizando en diversos momentos ya no es suficiente para proteger la vida de los/as trabajadores/as. El paro general de 24 horas del 17 de junio convocado por el PIT-CNT cobra relevancia en tanto pronunciamiento general contra esta política criminal que lleva adelante Lacalle Pou, sin embargo constituye una medida aislada que no resuelve el problema. La situación de catástrofe exige que el PIT-CNT actúe y desenvuelva un plan de acción decidido y sobre todo un programa de conjunto para hacer frente a la pandemia y a la crisis, esto es la paralización total de los servicios no esenciales, la exigencia del uso de las reservas para atender a los damnificados por la crisis sanitaria, subsidios a los desocupados y la creación de trabajo genuino, la centralización y planificación de los recursos en un sistema único y estatal de salud. Exige que se desenvuelva una verdadera política de oposición al gobierno, lejos del tono conciliador que propicia la mayoría burocrática de su dirección.

En la defensa de la vida la cuestión del poder cobra aún mayor relevancia. Si el gobierno es incapaz de garantizarla, debemos hacerlo quienes hacemos girar la sociedad, los verdaderos productores de la riqueza. La tarea de la hora es organizar y garantizar una salida a la catástrofe, que incluya los métodos históricos de la huelga general, garantizando la logística sanitaria para la vacunación y para una atención en salud al servicio de la población explotada. El 17 de junio todos y todas al paro general.

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