Solo teniendo en cuenta la situación internacional podremos descubrir como se procesan las contradicciones internas de la sociedad uruguaya -como de otras- cada vez más entrelazada con la dinámica del capitalismo monopolista. Desde 1968 la economía norteamericana entra en crisis, después del boom Kennedy-Johnson. Y es en el contexto de esa crisis, que los países coloniales y dependientes, avanzan en la lucha de liberación nacional y social, caso de Vietnam. El convulsionado Oriente es donde más visible es la contradicción de esos pueblos con el imperialismo. Sin desconocer las luchas europeas de los vascos, catalanes y griegos.
En el mundo, y en América Latina, los monopolios invierten donde haya gobiernos más “seguros” para sus intereses, caso de Brasil en esos años. Y a la inversa: cuando Francia vivió las movilizaciones populares de 1968, en un par de días los monopolios retiraron más de 2.000 millones de dólares. Y en cada país, es el Estado quien puede asegurar a los monopolios sus ganancias. Por eso los monopolios imperialistas usan presiones económicas, y si no dan los resultados, usan presiones militares. (Guatemala en 1954, Cuba en 1961, República Dominicana en 1965, Chile en 1973). Y a diferencia de décadas anteriores, en la segunda pos-guerra mundial, se hace imposible que las presiones militares conduzcan a una tercera guerra, que sería nuclear. Respecto a América Latina se agudizó la explotación; lo indicó un informe de la O.E.A. que estableció que entre 1950 y 1967, por cada dólar invertido en ella, los inversionistas extranjeros se llevaron 3.27 dólares. O sea, la mayor plusvalía arrancada en el “patio trasero” fluyó hacia las potencias desarrolladas.
El fascismo dependiente en Uruguay(1973-1985). Transformaciones económicas y sociales.
El fascismo para revertir la crisis iniciada en el 55 reconvirtió el aparato productivo, afirmando que sólo podría crecer hacia afuera basado en un sector exportador dinámico. Ello es posible a partir de un fuerte crecimiento de las tasas de beneficio, es decir, con la sistemática reducción del salario por medio de la represión. El índice medio de los salarios reales partiendo de 100 en 1971 fue de 81.5 en 1973 y 45.8 en 1984.
En consonancia con la nueva división internacional del trabajo, el eje productivo se desplazó de la ganadería extensiva a la industria no tradicional (pesca, lácteos, plásticos, vestimenta, marroquinería). El capital extranjero controló por completo la banca y se ligó a las nuevas industrias. El régimen aplicó los principios básicos de la corriente neo liberal: completa apertura económica, consideración de que el mercado es el mecanismo óptimo para la asignación de recursos y de que los precios internacionales orientan la potencialidad del país, valorización de la actividad privada sobre la pública, limitándose el rol del Estado a asegurar el libre funcionamiento del mercado. Pero precios y mercados fueron impuestos desde el exterior, por lo que la acumulación de capital en ese sector se frenó: solo una parte pequeña de la plusvalía se re invirtió en él, mientras la mayor parte se transfirió a servicios, actividades especulativas o se fugó al exterior. Los resultados de esta política económica fueron crisis, deuda externa, inflación, distribución regresiva del ingreso, desocupación. O sea, la economía creció a tasas relativamente buenas entre 1974 y1980 en base al sector externo e interno de altos ingresos, para caer abruptamente en años posteriores. La extranjerización -masiva en la banca- llegó hasta el reducto tradicional de la burguesía nativa, la tierra. Concomitantemente disminuyó la capacidad negociadora de la burguesía nativa frente al imperialismo, al tiempo que los estancieros se oponían a la orientación dictatorial. La pequeña burguesía y el conjunto de las capas medias vivieron una profunda bancarrota. El desmantelamiento industrial trajo una disminución cuantitativa y cualitativa de la clase obrera. Hubo éxodo de trabajadores, aumento de la desocupación, subempleo, pluriempleo, y se extendieron la marginalidad y semi marginalidad. La emigración (entre 1975 y 1981) llegó a ser el 12% de la población. Y la polarización social se ahondó.
La contraofensiva democrática liberal
1980 señala la inflexión del proceso. Los militares se “creen su propio cuento” al decir de García Márquez y convocaron un plebiscito para que se ratificase el régimen autoritario. El electorado los vapuleó votando el NO en una relación de 3 a 2. Las caras visibles de la oposición fueron los políticos tradicionales, en tanto que por detrás se desarrolló un creciente movimiento obrero y popular.
Ese plebiscito de 1980 inició un parcial desmontaje de la dictadura de la Doctrina Seguridad Nacional. Aunque para ello se pactase con los fascistas (Pacto del club Naval), dando origen a la “democracia tutelada”, donde la democracia liberal aparece en la superficie, pero en el fondo, los victimarios fascistas y sus descendientes (la oficialidad de las Fuerzas Armadas) permanecen casi inmunes, controlando y reprimiendo las movilizaciones populares y garantizando el dominio del imperialismo y de la oligarquía asociados.
Desde entonces hubo una tortuosa negociación en la que los políticos tradicionales son apuntalados por los gobiernos democráticos liberales. Entre ellos, el de Carter en EE.UU. que aceptó o promovió aperturas democráticas que evitaran nuevas Nicaraguas y encauzaran la irrefrenable lucha anti dictatorial dentro de los límites potables para el gran capital. La oposición burguesa de los sectores afectados halló en Wilson Ferreira Aldunate y en el Partido Nacional a su más radicalizada expresión, que lideró a capas medias y aún a trabajadores.
En 1982 las elecciones internas de los partidos indicaron la victoria de las fuerzas de oposición, y el resurgir del FA ilegalizado que marcó 90.000 votos en blanco. El acto del 1o. de mayo de 1983 -organizado por el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT)- evidenció el renacimiento del movimiento obrero a cuya vanguardia hubo una generación joven y combativa que negó la participación de los partidos burgueses en el estrado del 1o de mayo de 1984. Pronto el PC reasumió el control del aparato sindical. Y, la despolitización -promovida por el fascismo- se tradujo en la idealización de la democracia liberal. Esa despolitización, sumada al profundo sentimiento de paz y de moderación facilitaron concesiones evitables de parte de la oposición, cuando su líder excarcelado el Gral. Seregni cumplió un rol destacado. Cuando la dictadura sufría el mayor repudio interno e internacional se rompió el frente opositor al aislarse al Partido Nacional (su líder Ferreira fue encarcelado y luego proscripto) y el acuerdo entre las FF.AA. y el Partido Colorado (dirigido por Sanguinetti) impuso condiciones que el FA acompañó: reforma constitucional sin decisión popular, elecciones con proscriptos, amplias concesiones a las FF.AA. (deliberantes, mandos militares auto designados, etc.). Ese “Acuerdo del Club Naval” tuvo consecuencias inmediatas y residuales: hizo posible un firme acuerdo entre el Partido Colorado y los militares para asegurar la continuidad del poder burgués en las mejores condiciones para las clases dominantes; precipitó la caída de la movilización popular contra la dictadura; y mostró a Sanguinetti como el “gran estratega” de la salida dándole una ventaja electoral que no desaprovechó; e inició un enfrentamiento entre el FA y el PN que facilitaron el triunfo del Partido Colorado con el 41% de los electores, seguido por el PN (35%) y el FA (21%). La participación del FA, legalizado y con proscriptos fue determinante para la victoria colorada. Pronto el más notorio objetivo popular fue logrado: la liberación de los presos políticos aunque sin la amnistía para todos, ya que una minoría fueron indultados.
Y luego, bajo la presidencia de Sanguinetti se aprobó la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado que dejó impune los crímenes de la dictadura de la DSN. Aunque después esta ley será declarada inconstitucional por transgredir convenios internacionales.
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.