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Las marcas de las balas

Las marcas de las balas
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Esteban Perroni acaba de publicar el libro “Amazonas 1440. 50 años después”. El trabajo se centra en los acontecimientos que tuvieron lugar en Malvín el 14 de abril de 1972. Es una nueva mirada sobre aquellos hechos, con un gran aporte de documentos y testimonios inéditos.

En abril de 1972 se llevó adelante un operativo de represión en conjunto entre policías y militares en Malvín. Uno en la casa de la calle Amazonas y otro en la calle Pérez Gomar. En Amazonas 1440 rodearon la manzana – donde tenían la información que se encontraba un grupo de integrantes del MLN – y vivía el matrimonio Martirena.  Los dueños de casa fueron acribillados y murieron en el lugar. Eleuterio Fernández Huidobro, figura referente de los guerrilleros, fue capturado, muy gravemente herido. Aquella tarde todo el barrio Malvín se conmocionó con el ruido de las metralletas.

Dice Perroni al respecto en la contratapa de su libro: “Los meses previos, y los acontecimientos del 14 de abril de 1972 en la calle Amazonas 1440 y en Pérez Gomar 4392, sumado a los días siguientes con la colocación de bombas ‘en serie’, la madrugada del 16 de abril para más de cinco vecinos del ámbito de la cultura, no dejaban dudas; si un ciudadano venía por la rambla hacia el este y veía una isla, al doblar a la izquierda, por cualquier calle que entrara, era conveniente andar con cuidado.
Nadie podrá demostrar por qué ‘el escenario casi natural’ de aquellos acontecimientos fue Malvín, ¿Acaso su mezcla de aire libertario con ‘el buen pasar’, y su eterna vecindad, hizo de Malvín un santuario de líricos, donde es más fácil pedir ayuda por lazos de amistad, que por posiciones ideológicas? Un lugar donde su perspectiva al sur, desde sus playas a sus orígenes ‘malvinos’, convoca a ‘cirios y troyanos’ a filosofar sobre lo eterno. Quizás por eso, cincuenta años después (en su templo de la Playa Brava), es posible ver los domingos de mañana, en rondas con visos eucarísticos, a exintegrantes de la JUP (Juventud Unidad de Pie) con simpatizantes y militantes de aquel MLN-T, acaso con la idea de que el tiempo, y el barrio, lograron borrar casi todo”.

¿Cómo impactaron al barrio, con el paso de los años, aquellos hechos?

Te diría que es más producto de andar y ser parte del barrio, de haber nacido hace más de 50 años en Malvín, que de una maduración académica en el marco de mi profesión como sociólogo especializado en el campo de la Ciencia de la Comunicación. Cómo digo por ahí ninguno de mis méritos o desméritos académicos profesionales serían determinantes, si no recorriera como un hecho natural la vida cotidiana del barrio, sus calles, sus esquinas, “su buena y mala gente”. Hasta mi generación, “los hijos de la dictadura”, en Malvín fuimos parte de aquella historia trágica que hizo de Amazonas 1440 lo que en los relatos del barrio se conoce como “la casa del tiroteo”. ¿Quién no ha contemplado las marcas de las balas que aún perduran en las paredes del frente, y se ha preguntado por qué? La pregunta anticipa una respuesta naturalmente solidaria, pues nunca se observaron balazos en la casa de enfrente, lo que da a pensar, hasta al observador más distraído, que al menos allí ocurrió una balacera asimétrica, por lo cual, hablar de “la casa del tiroteo en Malvín”, ha sido un sinónimo a lo largo del tiempo de hablar de la casa del acribillamiento. Cómo, porqué, quiénes, a quiénes, en qué marco, es otro tema u otros capítulos. Mi descenso el 14 de abril de 1972 a las 4 de la tarde de un trolley “60 Malvín” en Aconcagua y Río de la Plata, cuando volvía escapado de la escuela, aquel bullicio doliente, la escalera llena de sangre como un museo abierto al público desde la mañana del 15 de abril, suspendieron la realidad del barrio, quizás desde ahí el libro estaba en curso.

¿Por qué señalas que el “escenario casi natural” de aquellos acontecimientos fue Malvín?

Debo reconocer que es una idea un tanto chauvinista. Con “el diario del lunes” me asombró todos los hitos de los enfrentamientos entre el MLN Tupamaros y las fuerzas de represión, así como acciones del MLN, que habían ocurrido en Malvín, y sólo como un juego pasé a preguntarme si habría un secreto metafísico que hacía que casi todo hubiese ocurrido allí. Invito a los lectores a recorrer los hitos que en el libro se reseñan. Desde lo de Amazonas 1440, Pérez Gomar 4392 hasta el secuestro de Dan Mitrione. Y ustedes me dirán si yo estoy loco, o si el destino hizo de la realidad un relato mágico que supera al mejor guion ficcionado. Silvia Soler, reconocida periodista y literata de nuestra país, a quien siempre agradezco las primeras conversaciones sobre para dónde direccionar el libro, sostenía que debía ser algo así como Tupamaros en Malvín, pero bueno, yo tenía claro que por mis venas corría Amazonas 1440.

¿Cómo fue el trabajo de recopilación de información?

Por un lado muy fácil, tuve como cómplice la voluntad de David Cámpora de aclarar en detalle su perspectiva de los acontecimientos, junto a la de otros protagonistas de la época que siempre vieron el proyecto con muy buen ánimo. Inclusive los que tenían perspectivas muy desfavorables a los objetivos y formas de operar del MLN; pero te diría que se entendió sin fisuras, que se trataba de construir memoria sobre los acontecimientos dejando las valoraciones más en manos de los posibles lectores que puestas en el libro. No puedo dejar de mencionar la madurez política, por decirlo de algún modo, de la Embajada Alemana que dio su apoyo sin sopesar posiciones ni injerencias de ningún tipo asumiendo lo que institucionalmente la misma Embajada había encarado con el rescate de la cárcel de David Cámpora en diciembre de 1980. Por otro lado se me hizo muy difícil. Trabajé un año y nueve meses con perras y perros cimarrones que me dieron para adelante, me empujaron a que el proyecto siguiera, con bajísima probabilidad de que alguien fuera a financiarlo y lograr finalmente su publicación. Made in Uruguay, no me quejo, me olvido de las puertas que no se abrieron, pero contesto tu pregunta.

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