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Llegó Milei y la preparación del saqueo por Ruben Montedonico

Llegó Milei y la preparación del saqueo por Ruben Montedonico
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“A los gobernadores (los llama “traidores”) los voy a fundir”, afirmó desde lejanas tierras un furioso Javier Milei porque representantes provinciales no se avinieron a comprar completa en Diputados la ley ómnibus y sus venenos, escribe Ángel Berlanga en Página 12; agrega sobre la situación: “deuda,
FMI, concentración de la riqueza, clase media en desbarranque, pobreza en aumento, apertura de las importaciones, desindustrialización, menos derechos laborales, (recortes en) salud, educación.”

Al cuestionar a un antiguo dirigente peronista sobre el anuncio de Milei de que habrá una intentona golpista en marzo o abril contra su gobierno, recordando la salida-fuga en helicóptero de De la Rúa, afirma
que en aquel momento había gente justicialista para el recambio del Ejecutivo y hoy no. Sin embargo, incorpora a partir de las concentraciones populares de enero, en pleno verano, en medio del tiempo de vacaciones, que resurgió y se captó militancia para el hasta entonces alicaído aparato sindical de la CGT.

Asimismo, sobre la inflación reflexiona -añadiendo los enormes aumentos en medicamentos y transporte público- que prevé para abril un ánimo social contestatario, que no dejará pasar una sola de las medidas antipopulares,
-en un país con más del 40% en pobreza y hambre- y que esto no escapa al conocimiento presidencial, que buscará el soporte del macrismo. Según su punto de vista, no hay espacio ni planes para una salida militar-golpista, por lo que los argentinos y el mundo están a salvo de la marcha Avenida de las Camelias como cortina de consabidos anuncios de otro proceso de reorganización. Me parece que se vuelve a entonar la vieja estrofa
“el que compra un real (poco dinero) de fiambre hoy se morfa hasta el piolín”.

El presidente ya teledestituyó a la ministra de Minería, Flavia Royón -colocada por el gobernador de Salta- y a Osvaldo Giordano -legado de Córdoba- de ANSES (dependiente del Ministerio de Trabajo, a cargo del cordobés Juan Schiaretti) y anunció que seguirá con las remociones tras su retorno.

Milei cumplió con el tour anunciado en campaña sobre a quién imitaría en política internacional. Así, por supuesto, estuvo en Washington para ponerse a la orden -donde comprobó que la prensa no hacía mucha referencia a su inicial gestión, que era bastante criticada en las pocas notas. Continuó hacia Israel donde se lo vio con kipá -dicen que oró en el Muro de los Lamentos-, se reunió con el autor intelectual del genocidio en Gaza, Netanyahu, quien le agradeció, satisfecho, el apoyo al Estado judío (“portaaviones occidental” en Medio Oriente) y siguió hacia Italia donde lo esperaban el jefe de los católicos y la primera ministra local. Tras una mirada a los restos del Coliseo, tuvo un primer encuentro con su connacional, el jesuita Jorge Bergoglio, sacándose las fotos de rigor y con sonrisas de palo a palo. Muchos pensamos que cada uno debió guardarse lo que pensaba del otro. Luego sobrevino un equívoco -que no sé si se enmendó- cuando presentaron a Karina Milei como esposa del visitante, no como su hermana, secretaria de la Presidencia o, al menos, medium del familiar. Tal vez cuando esta nota sea leída se haya aclarado lo anterior y se tengan detalles acerca de las entrevistas en
Italia con el Jefe de Estado, el presidente Sergio Mattarella, y la primera ministra Giorgia Meloni.

Al acabar el mandato de Donald Trump, esta última se erigió como figura emblemática de los ultraneoconservadores de la Europa comunitaria que aspiran a un triunfo de la fracción en las elecciones del Parlamento de la UE entre el 8 y 9 de junio de 2024. Por su lado, Milei pretende atraer los reflectores del mundo que no alcanza con su práctica local y piensa que si en algún momento estos iluminaron caminos sudamericanos por donde transitaron el comandante Chávez, Néstor, Evo, Correa, Petro y últimamente Lula, es hora de que se fijen mayoritariamente en él: no cualquiera sale unos pocos días y consigue lisonjas a la vez de dos regiones de resolución tan abrahámica como Israel y el Vaticano, aunque distantes entre sí.

Cuando muchos de los hoy recordados no existían y se creía que el extremismo de la derecha había acabado en 1945, pasó un tiempo en que “se dejó hacer” a esta corriente y hoy ya son gobiernos en la Argentina, en Perú -aunque sea mediante un golpe- como dictadura o en El Salvador con fraude.

Cuando a los descuidos y errores de la socialdemocracia, el populismo y grupos tradicionales, desoyendo las alertas lanzadas hace décadas sobre el resurgimiento del extremismo de derecha -dijeron “déjenlos, son cuatro locos”-, se añadieron disputas por el centro, como si este fuese virtuoso porque habían derrotado o absorbido los radicalismos de todo signo. Se ignoró que los avances tecnológicos estarían a favor del ultraneoconservadurismo, poniendo Internet al servicio de sus pretensiones hasta hacerlo mayoritario -en general-, controlándolo y administrándolo a placer. Existió y perdura un reduccionismo que entiende lo político como
la disputa únicamente en el campo institucional: la lucha de clases se da en todos los estadios y no como un juego entre cúpulas.

Las culpas mayores las hago caer sobre la socialdemocracia que no ha estado ni está para cumplir sentires de las mayorías, que calcula sólo el terreno institucional y el centro político como virtud, olvidando que habitamos sociedades cada vez más urbanas y que la política se hace cada día en los centros de estudio, los sindicatos, en el ensanchamiento de los derechos humanos, en la calle, el barrio, la esquina, el hogar de trabajadores con o sin empleo, entre los pasivos. Allí no pisa ni se mantiene la reacción porque no puede sostener ninguno de sus principios.

El fenómeno del díscolo que nos parece Milei hoy hace que me apropie de un diagnóstico que comparto: la política oficial es un chantaje para favorecer el ajuste; una estrategia tendiente a provocar la adhesión a una política de shock que afecta a la mayoría favoreciendo la acumulación del sector más concentrado de la economía.

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