Me gusta el mondongo; callos, tripa, panza, guatita o cómo se le quiera llamar. Sé que no a todos les gusta. A mí me sabe muy bien, y lo he probado en decenas y decenas de recetas. Solo he titubeado en muy pocas ocasiones. Una vez con una sopa de panza , demasiado fuerte, que probé en una pequeña ciudad de Nicaragua, Masatepe, a unos 25 minutos de Managua. Fue Sergio Ramírez Mercado quien me dijo que en su pueblo se hacía la mejor sopa de mondongo de toda Centroamérica.
Conocí a Sergio Ramírez en marzo de 1985, en Managua a donde fui como enviado especial de los semanarios Búsqueda y Somos de Argentina. Me recibió, como presidente interino en el palacio presidencial. La entrevista era con Daniel Ortega, flamante presidente elegido en elecciones libres – ¡qué tiempos aquellos! – con quien había concertado el encuentro dos semanas antes, cuando él estuvo en Uruguay para asistir a la asunción de mando del presidente Julio María Sanguinetti.
No estaba previsto, pero Ortega tuvo que viajar de apuro a Moscú para asistir a los funerales de Konstantin Chernenko.
En principio me pareció un fiasco. Me equivoqué. Comparado con Ortega, a quien había entrevistado para la TV en Montevideo, fue como el día y la noche. No fue, en su caso, un “revolucionario” pichón de Fidel Castro recién estrenado en el poder, como el titular. Todo lo contrario: me encontré con un hombre serio – que no estaba disfrazado con uniforme- fino, culto, amable y muy consustanciado con la causa y la suerte de su patria que por enésima vez recobraba la libertad. Nada intolerante.
Fue una suerte que Ortega fuera a rendir pleitesía a los soviéticos. El presidente interino- en una extensa y muy agradable entrevista-, me hizo conocer y entender qué era lo que había vivido Nicaragua, cuál su pasado, y lo que estaba viviendo en ese momento.
A principios del 2003, también en Managua, con Ramírez presentamos el libro “Tiempo de vivir” de Claudia Lucía Chamorro Barrios, más conocida por su tercer nombre, Cayetana, que era el de batalla en la lucha contra Somoza. La hija del mártir Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro cuenta allí la tragedia de su hijo Tolentino que murió de cáncer a los 15 años. Un canto a la vida y un homenaje a su hijo. En el acto sumaron sus canciones los hermanos Mejía Godoy.
“ Ay Nicaragua, nicaraguita..” . Las cosas fueron mutando en Nicaragua, pero a lo largo de los años nos reencontramos muchas veces con Sergio Ramírez y me fue poniendo al día. Explicándome. Anticipándose con dolor y rabia. Y como complemento sus libros; aprendizaje y deleite. Sus novelas y sus cuentos cortos. Entre estos, y ya de paso, quizás uno de los mejores que se ha escrito y no me canso de recomendar: “La viuda Carlota”.
Premios y reconocimientos repetidos y si alguna condecoración le faltaba hace unos días la dictadura lo acusó por “realizar actos que fomentan e incitan al odio y la violencia”. ¡Sergio Ramírez acusado, y requerido, por incitar al odio y la violencia! ¿A quién se le ocurre? Solo a un dictador. Se ve que lo puso mal la última novela , “ Tongolele no sabía bailar”. El libro fue censurado y secuestrado.Les ha dolido: una obra de ficción que desnuda y muestra la realidad tal cual. Ortega no tiene freno ni límites. Ni en sus atropellos ni en su cinismo. Habla de unas elecciones, que él ganara de antemano. Pero, por cualquier eventualidad, ha puesto preso a una cincuentena de críticos y opositores y a todos los candidatos a la presidencia que le podían vencer y que sin duda lo vencerían en unas elecciones libres, lo que, para el caso sí se trata de ciencia ficción.
Y ahí esta Ortega ahora transformado en pichón de Asad y de Maduro: casi cuatrocientos muertos, más torturados y perseguidos políticos y opositores, periodistas, médicos y defensores de los derechos humanos en el exilio. Sigue en la OEA. ¿Cómo es posible? Y si sigue ¿por qué no se aplican los mecanismos para que en Nicaragua se respete la Carta Democrática Interamericana?
Hace unos días se cumplieron 20 años del atentado de las Torres Gemelas. Todos lo recordaron. Lo que nadie recordó es que también el 11 de setiembre se cumplieron 20 años de la aprobación, en Lima, de la Carta Democrática Interamericana. Y no fue en Perú por casualidad, sino como emblema y a la vez juramento de que regímenes como los de Alberto Fujimori no deberían repetirse jamás en el continente. Qué ilusos. Ortega es una prueba contundente de que estaban equivocados y de que el miedo o la hipocresía llega a extremos y de que hoy por hoy también se trata de un triste aniversario. En tantos años y tantas charlas y lecciones solo dos errores puedo marcarle a Sergio Ramírez: cuando me dijo lo de la sopa y sobre de que esa vez Nicaragua recobraba su libertad en forma definitiva.
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