Los GPS, las izquierdas y las derechas por Cristina Moran
Imposible negar lo bueno que resulta contar en tu automóvil con ese sistema llamado GPS cuando te vas a dirigir a un punto prácticamente desconocido de la ciudad o cuando arrancás para el interior, pero no a la capital sino a un pueblo del que ni siquiera escuchaste hablar.
Entonces agradecés al GPS que te guía a través de una insoportable voz femenina (española ella) muchas veces con los únicos conocimientos que le implantaron y envía “en la próxima gire a la izquierda” cuando estás viendo esa flecha que te impide hacerlo y ella (la española, claro) insiste con el mismo sonsonete de gire a la izquierda y de pronto, cuando menos lo pensás la órden es: gire a la derecha y así entre izquierdas y derechas terminás por silenciarlo, recurriendo al no tan viejo sistema del diálogo, de la palabra (¡hoy tan necesarios y dejados de lado!) y preguntás al transeúnte que siempre o casi siempre te va a guiar mejor que la hispana del GPS.
Escuchando y/o leyendo información sobre los que abandonan su lugar en la izquierda y giran bruscamente (o pensado y razonado, eso no lo sé) hacia la derecha.
Mucho lo he pensado especialmente luego de la gira del senador Lacalle Pou y el alejado (por propia voluntad, claro) del partido del gobierno Gonzalo Mujica (que tengo entendido ya no calienta sillones en el Senado), entonces ni diputado ni senador, solo ciudadano Gonzalo Mujica. A propósito, pregunto: este Mujica está emparentado con el otro, con el ex presidente y ahora Senador José “Pepe” Mujica o es solo coincidencia de apellidos?
El giro a la derecha de don Mujica que, por supuesto no fue “crónica de una muerte anunciada” tiene parecido con el GPS que te indica girar, no hacia donde tiene que ser, sino lo que a el, (el GPS, claro), le parece lo mejor, para estar más cerca de su lugar, que en este caso era a la derecha.
A propósito, es bueno recordar que la acepción política de la palabra izquierda para designar a los partidos y personas más progresistas y de la palabra derecha para los más conservadores nació en tiempos de la Revolución Francesa de 1789 cuando los partidarios de los cambios más rápidos y profundos se sentaban en las asambleas a la izquierda del presidente (de la asamblea) mientras los más conservadores o moderados se sentaban a la derecha.
El otro personaje político que me tiene un poco complicada es don Edgardo Novick. En realidad no sé si tiene contacto con la voz de esa incansable trabajadora del GPS, que no para nunca, ni siquiera el primero de mayo. Lo de el, es distinto. El ex presidente Mujica hizo suya aquella frasecita “como te digo una cosa una cosa te digo la otra” que bastantes críticas y burlas recibió se ganó por esa frase y por algunas clásicas de sus dichos.
El señor Novick que está resultando ser el continuador de “como te digo una cosa te digo la otra” trajo a nuestro país al equipo de Giuliani el que limpió Nueva York y por el que el lider del partido verde siente una profunda admiración. Con el equipo de marras descubrió como trabaja el Ministerio contra el que tantos obuses dispara y confesó públicamente quedar sorprendido por el equipamiento y que lo desconocía, pero rápidamente puso reversa y dijo entre otras cosas, lo siguiente:” Se gastaron (¿o se invirtieron don Edgardo) dineros en miles de cámaras y cientos de computadoras, metralletas de todo tipo, revólveres super-modernos, chalecos antibalas, helicópteros, drones, hay más de 30.000 policías y cientos de patrulleros pero cada vez hay más rapiñas, hurtos, abusos sexuales, asesinatos, violencia doméstica.
Eso es incapacidad. Compraron una Ferrari y no saben manejar una bicicleta.”.
Un solo comentario que en realidad es una pregunta: ¿“Tiene usted señor Novick, la solución para evitar la violencia doméstica y el asesinato de tantas mujeres y la violación de niños dentro del ámbito del hogar, violaciones por parte de padres, abuelos, hermanos, tíos?
Si tiene esa solución dígalo , asegúrelo públicamente, comprométase desde ya. O voy a pensar que usted no está capacitado no para una bicicleta, si no ni siquiera para un monopatín. Ah, disculpe olvidé felicitarlo por su presente que viene de aquel lejano “acomodar las frutillas en un cajón”. De haberlo sabido muuuucho antes lo hubiera puesto en práctica. Para eso, para mi, ya es tarde. Lo bien que hizo, después de las frutillas, convertirse en empresario, porque de haberse dedicado usted al arte, a la cultura en general le aseguro que nunca hubiera podido traer al equipo de Giuliani, el limpiador de Nueva York.
Hasta la próxima. La verdad es un ácido corrosivo que salpica
Que seas feliz. casi siempre al que la maneja.
Santiago Ramón y Cajal
1852-1934
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