Los nuevos y los otros por Cristina Morán
Hubo un momento que caí en la confusión si bien mi intención era tener ojos y oídos en la asunción de los nuevos parlamentarios, pero por momentos me pareció estar participando de un cumpleaños infantil o del primer día de clase de un primer año de escuela. Pero sí, era el parlamento. Los unos y los otros, bien trajeados, pelo cortado al parecer en esa misma mañana, y ellas con lo que consideraron sus mejores galas. Una pancartita y alguna cosa más tal vez como una forma de marcar presencia, un senador mostrando su despacho “negociado” (según sus propias palabras) que más parecía el camarín de un consagrado y el orgullo de un televisor que le permitirá invitar a sus sacrificados colegas a ver fútbol ¿¿ehhh?? ¿Oí bien? Lo que no me provocó ninguna duda (aunque a decir verdad lo del televisor-fútbol tampoco) fue escuchar un par de veces “prometo y juro” y pensé: ¿¿JURO?? ¡caramba…caramba y no fue un error porque ya prometieron y alguno de ellos más de una vez. En fin. “¡Cosas vederes , oh Sancho!” Y recién empezamos.
Escuchando una entrevista a la senadora electa y ministra designada Irene Moreira (¡qué tierno el beso con su severo marido!) surgió el tema de la autoría de la frase “se acabó el recreo”. No lo aseguran, pero quienes lo afirman están casi convencidos de haberla escuchado por primera vez de boca del presidente electo y dicha así: se acabó el recreo para la delincuencia”, aunque en esos días de campaña para las primarias también sonaba fuerte en el tema seguridad la voz de Jorge Larrañaga otro de los electos-designados.
De uno o de otro, la cosa es que con broncas o simpatías la frase pasó a ser de uso popular y aplicable a diversas situaciones. Pero a una la frasecita de marras le traía recuerdos y decidida a hurgar en la historia (disculpe senador, escuchándolo me quedó clarito que a usted la historia, alguna historia, claro, le rechina) pero espero que esta, no. Federico García Lorca, según estudiosos del poeta granadino, terminó de escribir “La casa de Bernarda Alba” un día antes de ser asesinado por la milicia franquista. Y es en esa obra, precisamente, donde una de las hijas de Bernarda, (Adela, la menor, la enamorada de Pepe el Romano) condenada a vivir enclaustrada por decisión de la madre, en un acto de profunda rebeldía, enfrentándola, grita: – “AQUÍ SE ACABARON LAS VOCES DE PRESIDIO” rompiendo el bastón usado por Bernarda, símbolo de mando y de poder. Me dirán que no es igual, pero sin duda es inspiradora, y digna de tenerla en cuenta. Porque nunca se sabe.
Hasta la próxima. Que seas feliz.
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