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Montajes de libertad en el Cerro

Montajes de libertad en el Cerro
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En 1980 un tapiz con la palabra libertad bordada en armenio sortea la censura del Penal de Punta de Rieles. Cuatro décadas después, reversionado y entretejido con otras expresiones artísticas, se instala en el Centro Cultural La Pólvora del Cerro.

“Perdón Susana, perdón que interrumpa, pero tengo que decir algo”. La voz, claramente emocionada, es de Cristina Antúnez, vecina presente el pasado 7 de octubre en la inauguración de la instalación Montajes de libertad. Antúnez recuerda, luego de que Anahit Aharonian narrara parte de las peripecias del pueblo armenio, la solidaridad de almaceneros de ese origen con los obreros durante la huelga general. “Nos vendían fiado, nos acompañaron en la huelga. Esos tapices tienen que estar acá, en el Cerro”. Nadie pudo agregar mucho más, y la instalación pasó a su etapa de bordado colectivo. Una vez más la memoria apareció de forma inesperada, hilvanando y entretejiendo resistencias.

La cultura como resistencia
Anahit Aharonian fue detenida el 11 de setiembre del 73 a la medianoche, mientras escuchaba noticias sobre el golpe en Chile. Recluida en los calabozos, una de sus primeras formas de resistencia fue cantar y silbar la canción Himiél Lrrénk. La resistencia reivindicando la identidad cultural tiene raíces profundas en la familia de Aharonian. Hija de sobrevivientes del genocidio armenio, su madre y su padre, como muchos armenios de la diáspora “tuvieron que hacer largas caminatas por las zonas desérticas de la Anatolia y llegar a distintos espacios desde donde partían en barcos. Nadie sabía cuál era su destino. Esa gente venía deportada por un imperio otomano que prohibía hablar en otro idioma que no fuera el turco. Yo tuve el privilegio de tener un hogar donde se hablaba y se escribía el armenio y el español a la vez. Y aprendí la identidad y la cultura armenia al mismo tiempo que me eduqué en centros educativos públicos de Montevideo. Estábamos integrados totalmente pero con nuestra identidad armenia muy metida adentro”. Esa identidad armenia fue parte de lo que se intentó borrar de la presa política. “Mi primera visita me costó muchísimo porque tenía que hablar con mis padres todo el tiempo en español. Once años y medio estuve encerrada. Y necesitaba practicar el armenio pero tenía que buscar espacios en donde estuviera sola. Escribía papelitos donde ponía cosas en armenio pero los tenía que romper enseguida”.

La libertad en dos tapices
“Llegó un momento en que dije basta. Siempre buscamos la libertad estando entre rejas, y la palabra libertad en armenio se escribe azatut’yun (en caracteres latinos). La escribí en un papelito y como todas las cosas las hacíamos colectivamente le llevé las palabras y las lanitas de colores a las mellizas Topolansky, que estaban en mi mismo sector y habían estudiado arquitectura. Y les dije: ‘quiero escribir esta palabra, con este color’. Así que ellas diseñaron el tapiz y yo lo bordé”. El tapiz quedó pronto a principios de abril de 1980, por el 65 aniversario del genocidio armenio. Hubo que hacerlo medio a escondidas y cuando estuvo pronto “lo tiré, de forma descuidada, arriba de la mesa donde estaba la primera censura con la policía militar femenina. Después pasaba por la censura de los oficiales. Y después escribí una carta que como en todas ni al principio ni al final se decía nada importante. En el medio sí escribías lo que querías decir, así que puse ‘tómense la libertad’. Y me sentí tan feliz de poder escribir esa frase…”
El tapiz quedó en la casa de la familia de Aharonian hasta que salió de la cárcel y empezó su periplo por diversos espacios. Finalmente en el año 2019, en el marco de una muestra de bordado armenio, Aharonian conoció a Lala Keuylian. “Ella viajó a Armenia y estuvo un año buscando sus raíces, aprendiendo la cultura, la técnica del bordado. Y ahí mismo me propone re-versionar mi tapiz. Y le dije que sí, pero si bien en ese momento no me di cuenta, fue un sí muy ligero. Porque después me di cuenta, buscando materiales, arpillera, lanas, que no fue nada fácil. Cada puntada era un golpe emocional impresionante”.

La Pólvora
Los dos tapices quedaron prontos pero fue difícil en principio encontrar el lugar para que se exhibieran. Hasta que Gerardo Echeverría pone en contacto a Aharonian con Susana Souto, quien ensayaba la obra Armen, sobre la actriz de origen armenio que se suicidó en el Teatro Solís. Souto buscaba asesoramiento para interpretar algunos pasajes en armenio y comenzaron a intercambiar hasta que Aharonian la invitó a su casa para ensayar. “Me esperó con lehmeyun, y un montón de cositas ricas. Me mostró los tapices y me dijo que quería hacer algo pero que no quería exponerlos en cualquier lugar, que tenía que ser en un lugar que ella sintiera que tenía sentido”. Souto es gestora cultural del Centro Cultural Casa de la Pólvora, y de inmediato pensó en que podía ser un lugar para los tapices. “Después fuimos afinando esa primera idea de solo exponerlos. Y salió esto de fotografiarlos y hacer una gigantografía. Anahit propuso que fuera Nancy Urrutia, quien fue la fotógrafa que cubrió el día en que fueron liberadas las presas de Punta de Rieles. Y después se fueron sucediendo las cosas. Se me ocurrió que estaba bueno buscar la forma de bordar en vivo, como forma de generar un espacio de intervención directa de la gente, y recordé al colectivo Mostrando la Hilacha. Enseguida se sumaron y se engancharon. Presenté el proyecto en la comisión y Virginia Scasso del programa Esquinas también se sumó. Después Nancy me propuso que la inauguración estuviera intervenida escénicamente y pensé en hacer esas lecturas musicalizadas. Ahí llegaron Lucas Leites y Pilar Cartagena. Y como Nancy iba a estar siendo parte de la inauguración pensamos en que Mariela Benitez fuera quien cubriera fotográficamente la inauguración”.
Otras puntadas fueron agregadas por Lucía Hadjez, que describe en el programa algunos momentos en que La Danza de los Sables, silbada por Anahit, “se adueñaba del espacio, recorriendo armoniosa y tenazmente los calabozos, el celdario, las torres de vigilancia…”. Y Lucía Bruzzoni se encargó de reunir información de las protagonistas para presentarlas y poner en contexto el trabajo.

Montajes de libertad se puede visitar de lunes a sábados de 10:00 a 17:00 horas en la Casa de la Pólvora (Bulgaria 4065, entre Perú y Burdeos). El 28 de octubre se realizará otra jornada centrada en continuar el bordado colectivo para seguir viviendo la instalación.

FOTOS MARIELA BENITEZ

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.