Mujeres al poder por Cristina Morán
Fanny Puyesky es la dueña del título de esta columna, dado que así llamó al libro que publicó en 1979 y que a partir del éxito de ventas, decidió convertirlo en una obra teatral trabajando en equipo con la actriz y directora Beatriz Massons.
El estreno en 1980 marcó una etapa de renovación en los textos que se llevarían a escena. La mujer y su condición de tal tomaron un protagonismo que nunca había alcanzado.
Fanny Puyesky fue abogada Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, autodidacta en dramaturgia, se destacó en literatura y teatro. Su obra se compone de poesía, humor, novela, ensayo literario, textos sobre derecho y teatro.
Fue una mujer política pero por sobre todas las cosas fue una gran feminista. Feminista con mayúscula. Y hoy se la recuerda como tal, por sobre todo lo demás.
La llegada de dos “mujeres al poder” fue un muy buen motivo para
rescatar del olvido a una mujer a la que tanto le debemos las mujeres.
Al renunciar Raúl Sendic (tanto se lo pidieron y si no estoy equivocada se lo exigieron), que finalmente escuchó el clamor y cuando lo creyó oportuno se presentó en pleno congreso del Frente Amplio para comunicar la renuncia a su cargo de vicepresidente de la República. Una jugada que nadie la esperaba. Quince minutos le bastaron y se marchó. Ante la Asamblea General no se presentó. Envió una carta comunicando su renuncia. Rápidamente se procedió a votar. Resultado: 123 en 123. Aceptada de esa manera la renuncia del vice de la República y por consiguiente del presidente del Senado.
La Asamblea fue presidida por la Senadora Lucía Topolansky dada su condición de vicepresidenta. Pero hete aquí que el Presidente (el original, claro) debía ausentarse por un par de días y corríamos el riesgo de quedarnos huérfanos de padre pero como en la Constitución está todo previsto (¿o casi todo?) doña Lucía por ser la senadora más votada, después de su marido don José Mujica, pasó o ocupar el sillón presidencial hasta el regreso del Dr. Tabaré Vázquez (o sea el presidente original). ¿Y qué hacer con la vice presidencia? No podía quedar acéfala, ¡por favor! Ahí estaba la tercera más votada de la lista más votada en las últimas elecciones nacionales: doña Patricia Ayala, nacida en el departamento de Artigas de donde fue Intendenta.
Cuando renunció a su banca en el Senado para postularse por segunda vez como intendenta de su departamento, quedó en el camino y volvió a ocupar la banca que, transitoriamente, había abandonado.
Para que dos mujeres accedieran al poder por el breve tiempo de cinco días hubo un movimiento tal vez no esperado dentro de la fuerza de gobierno, y en especial de la lista más votada: la 609.
Claro que si el senador más votado (José Mujica) no hubiera sido ya Presidente de la República, solo el nombre de la señora Topolansky habría estado en juego porque el hubiera pasado a la presidencia y su esposa a la vice. Y a otra cosa mariposa.
En lo que me es personal, no lo celebro. No fue algo obtenido por la lucha incansable, eterna para llegar a cargos que hasta ahora les son vedados a las mujeres, precisamente, por ser mujeres. Fue una solución política y constitucional. No fue una conquista. Ellas ya volvieron a sus lugares. Volvieron a ocupar sus bancas.
Lo ocurrido quedará para la historia como un hecho curioso que llamó la atención, y nada más.
Hasta la próxima. Que seas feliz.
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