Multiverso por Alejandra Waltes
Hasta el 14 de Julio, puede visitarse la muestra “Microcosmos imaginarios” del pintor Fabián Mendoza en el Espacio cultural Edificio Artigas de lunes a viernes en el horario de 12 a 17h. Las composiciones de sus pinturas nos ubican en escenarios oníricos, un espacio y tiempo indefinidos. A pesar de que parecen haber salido de la imaginación infantil, sus pinturas tienen distintos niveles de lecturas posibles.
Fabián Mendoza (Mercedes, 1966). Alentado por su familia en el ejercicio de sus inclinaciones artísticas desde su niñez, conoció en su juventud Jaime Parés y Fernando Cabezudo, a quienes él concidera sus maestros. Si bien no concurrió formalmente a sus talleres, fue en sus encuentros en los que el joven Fabián aprendió, sobre todo de Parés, los principios que se convirtieron en los sólidos cimientos de su profusa obra. Leyendo las pocas entrevistas que Mendoza nos encontramos frente a un hombre reflexivo, que trasmite sus convicciones en forma firme y respetuosa. Fabián Mendoza se autodefine como Pintor haciendo así hincapie en en su trabajo constante, trabajo que implica preparar cada uno de los elementos que utiliza. Desde el armado de los bastidores, pasando por la elección del lienzo e imprimar hasta la preparación de sus óleos. El uso impecable de la técnica es la prueba palpable de lo arduo de su trabajo, resolvieno con maestría lo complejos desafíos que plantea la pintura al óleo: empastes, veladuras, raspados, etc. La composición de sus pinturas es minuciosamente planificada. Cuando no está pintando frente al caballete, está revisando ideas, corrigiendo, dibujando, buscando nuevas inspiraciones. A diferencia de otros artistas, Mendoza crea sus mundos desde lo figurativo. Si extendemos la definición de realismo mágico como la mezcla de objetos reales para crear mundos fantásticos, Mendoza es un creador de primer nivel de mundos fantásticos. De cada corriente pictórica, de cada artista que admira ha sabido seleccionar con gran acierto lo más característico desechando los vicios que, por la falta de guía, también podría haber adquirido. Si bien su paleta es alta, brillante, bajo la primera impresión llena de mágia y lúdica, subyace algo inquietante que me remite a Gustavo Alamón o a Remedios Varo. Nada de lo que vemos es inocente, y seguramente en forma explícita o sugerida hay referencias a conocimientos y situaciones producto de un profundo estudio. Mendoza ha sido definido como el maestro del concepto de «no lugar». Al mirar sus pinturas creemos reconocer interiores, espacios abiertos, escenarios circenses pero en realidad nada se refiere a un lugar real o reconocible. Quien ha elegido el término Microcosmos para definir los mundos credos por Mendoza ha sido su amigo y curador Claudio Del Pup – Durik, quien ha retomado esta idea a través del libro homónimo de Claudio Magris, un escritor que ha desarrollado el concepto de mittel-europa donde en su Trieste natal conviven en un crisol muy especial, las culturas italiana, austríaca, judía, eslovena, y alemana, definiendo perfectamente el concepto de unidad pequeña y diversa, capaz de contener todos los elementos necesarios para ser única, independiente pero tan ligada a las demás como para integrar y crear un Universo. Estos microcosmos están plagados de máquinas, instrumentos, herramientas, extraños vehículos, son espacios en los que flotan nubes de cartón o barcos de papel junto a peces que nadan. Es frecuente también, encontrar guiños a Escher, planteando estructuras absurdas que añaden una cuota de cierto misterio a la historia que se narra. La tipografía no está ausente, a los conocidos símbolos de nuestra escritura occidental se agregan otros símbolos propios de sus estudios e investigaciones. Mendoza define sus mundos: “Trato de inventarme mis mundos. [Mi pintura] tiene algo de una sátira a mí mismo, yo me río mucho de mí en algunos casos. Soy muy ácido conmigo mismo y utilizo mucho color para hacerlo más amable, ese el cuento que yo hago para soportar la vida. Me hago cuentos para transitar esto”. Cada una de sus obras al decir del Maestro Jaime Parés, es un espacio de íntima libertad, esos últimos refugios donde se conjugan un pensamiento crítico, un ejercicio de introspección y una apuesta a mantener y desarrollar una ética. Estos paisajes son poblados por jugadores de ajedrez, músicos, alquimistas y navegantes de aspecto andrógino, que se caracterizan por llevar todo tipo de sombreros, o elementos que fungen esa función. No es extraño que estos sombreros tengan puertitas a la nada, un manómetro, un reloj de arena, chimeneas, engranajes, puentes comunicantes o una serie de tuberías capaces de transfusionar líquidos, así como accionar inútiles hélices o ruecas. Mezcla de duendes o gnomos miran al espectador desde sus ensoñaciones o lo ignoran, siempre serenos y en ocasiones, misteriosamente enmascarados. Fabián Mendoza ha presentado su obra en numerosas muestras colectivas e individuales, principalmente en Uruguay y Chile. Ha recibido varios premios desde 1993 y sus obras se encuentran en colecciones particulares de Argentina, Alemania, Austria, Australia, Suiza, Portugal, México, EEUU, Canadá, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Nota: Si bien la obra que acompaña la nota no es, quizá, la más representativa del trabajo de Mendoza, estoy casi segura de que es la más cercana a su corazón. Esta obra formó parte de la muestra “Encontrarte con ellos” en el 2021.
Variante Najdorf (Fabián Mendoza- 2020)
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