No vote al Dr. Lacalle, pero como vivo en Uruguay, desearía que los resultados de su gobierno fueran los mejores. Sin embargo, creo que el Dr. Lacalle perdió la oportunidad de impulsar un salto cualitativo en la política que le hubiera permitido terminar su mandato en una posición muy distinta. En forma resumida:
1) Durante sus gobiernos, el FA muchas veces impuso sus votos, no siempre buscó concertar, lo que pudo ser un error político. Sin embargo, lo pudo hacer porque un solo partido -partido coalición- tenía la mayoría y funcionaba en bloque. A diferencia, Lacalle no cuenta con un partido-coalición, sino con una coalición de partidos, débil, basada en la oposición al FA, no por programas comunes.
2) En la coalición de gobierno cada vez predominan más las ambiciones personales y grupales, lo le dificultó el impulso de propuestas legislativas relevantes luego de la LUC.
3) Lacalle fue hábil al resolver lo más importante todo junto y al principio (LUC), sabiendo que los acuerdos son débiles y transitorios, y que las ambiciones llevan a sus propios socios a pescar de la pecera del otro, porque ni siquiera la consideran como la misma pecera.
4) La habilidad también fue una demostración de debilidad, ya que necesitó resolver todo de apuro, en una sola ley, en el único momento aglutinador. Demuestra que ni él mismo confiaba en mantener los acuerdos a largo plazo. El propio centralismo excesivo en las decisiones del presidente demuestra que en el fondo no confía en sus propios socios, lo que le da mucho poder a cualquier integrante para condicionar su apoyo. Los acuerdos de gobierno se van a continuar debilitando en forma directamente proporcional al tamaño de la pesca disponible.
5) Un gobierno con esa debilidad perdió la oportunidad de buscar acuerdos más amplios en lugar de polarizar con la oposición imponiendo mayorías circunstanciales. Eso quiebra vínculos y confianzas políticas, e dificulta mirar a largo plazo. Esto impide generar acuerdos amplios, y los acuerdos débiles con socios poco confiables, generan debilidad institucional, algo que no le sirve ni al país ni al gobierno, además de no viabilizar soluciones en muchos temas.
6) Muchos pueden pensar que los dos años iniciales con la pandemia inesperada fueron un problema sobreagregado para el gobierno. Esto es cierto en la redistribución de prioridades, pero le permitió contar con dos años de paz política, con una oposición que no solo no salió a incendiar la pradera cuando era fácil hacerlo, sino que estuvo siempre dispuesta a apoyar las soluciones serias. Esto pudo ser una oportunidad para cambiar los relacionamientos, pero no se aprovechó pese a que la oposición tendió la mano.
7) El punto anterior no solo aplica a lo político, sino que hasta se tradujo en mezquindad institucional. Pese a que el gobierno tuvo apoyos contundentes de parte de la UdelaR y todo el sistema científico durante los dos años de pandemia, luego no solo demostró ingratitud institucional, priorizando a otras instituciones por visiones ideológicas, además de romper acuerdos implícitos sobre una forma distinta de relacionamiento.
8) Hay problemas centrales para el país en que sería viable buscar acuerdos políticos, lo que consolidaría la fortaleza del gobierno frente a la sociedad, pero no lo hace. En muchos temas, cuando era oposición, el actual gobierno escupió para arriba, culpando al anterior de lo que no se resolvía, pese a que sabían que las debilidades en muchos de esos temas eran estructurales, no de definiciones políticas. Por eso, la mejor estrategia para el país -y sin duda, hasta para el propio gobierno- hubiera sido bajar la soberbia de “gané y ahora mando” hacia generar un espacio de acuerdos mínimos en temas centrales.
9) Es claro que hay temas esenciales en que no va a poder haber acuerdos, porque hay distintas visiones ideológicas. Sin embargo, durante los últimos años surgieron problemas con mayor fuerza que ameritarían la búsqueda de acuerdos amplios. Sobran ejemplos, pero en temas como el combate al narcotráfico, las dificultades sociales que generó la pandemia, la fragmentación social, la sustitución de empleos por tecnología, las políticas comerciales del país, políticas migratorias y de integración social, o la violencia en el deporte hubiera sido fácil generar espacios de acuerdos con la oposición. Apostar a algo distinto no solo habría posicionado distinto al presidente, sino que seguro, habría permitido mejores resultados para el país y para quienes vivimos en él.
10) Hay otros temas que los gobiernos no suelen priorizar, porque los resultados positivos se ven mucho tiempo después de impulsarlos. Temas que requieren inversión importante, pero que no cosechan votos, o cosechan muy pocos, pero que son imprescindibles si queremos tener una sociedad mejor dentro de 15 o 20 años. Es impensable pensar en tener mejor seguridad sino se atiende la alimentación, educación e integración en la sociedad de la primera infancia. Las políticas de desarrollo científico, la calidad en la formación de los maestros y profesores, las políticas ambientales, o la calidad del agua son ejemplos de temas en que debería ser viable lograr acuerdos pensando en el largo plazo.
Queda la mitad del mandato, lo que alcanza para cambiar el relacionamiento, pero esto será cada vez más difícil a medida que se acerquen los tiempos electorales en los que los propios socios del gobierno van a buscar tomar distancia de decisiones, culparse entre si en los temas no resueltos o mal resueltos, o marcar diferencias en función de ambiciones particulares. Por eso, se perdieron 2,5 años de oportunidades, y los tiempos quitan espacio al gobierno para buscar acuerdos más amplios. En este juego el presidente debería jugar como mano, más porque conoce sus propias cartas, y sobre todo, sabe que las señas que le hacen varios de sus compañeros de equipo no siempre son verdaderas. Todavía hay tiempo, pero la arrogancia y la soberbia, no son buenas consejeras para construir institucionalidad. En eso pierde Lacalle y su partido, pero mucho más pierde el país, al no aprovechar las debilidades de su situación para pegar un salto cualitativo en la política del país. Por el país, por nosotros, por una política más sana, por una sociedad mejor, esperemos que el gobierno no siga perdiendo oportunidades.
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