Otra vez arroz por Javier García

Alfredo me invitó varias veces para escribir aquí, ya no sé cuántas “moñas” le hice para eludir el compromiso.
Que haya insistido tanto habla bien de su persona y de nuestra amistad, basada más en el respeto a nuestras diferencias que
en nuestros acuerdos. ¡Viva eso!
En esta acepté. Me pidió una evaluación de la gestión o proyectar lo que falta.
Ni uno ni otro, en eso no le hago caso.
Sentí en estos días nuevamente, desde la oposición, a dirigentes importantes pregonando la eliminación de las Fuerzas Armadas. No es la primera vez.
Siento que los espasmos antimilitaristas se renuevan cada tanto. Son generalmente rémoras sesentistas.
Nadie he escuchado, aún, que complete el razonamiento y diga quién se va a hacer cargo de cuidar nuestro mar y nuestros ríos y sus recursos naturales, nuestros cielos y
fronteras. ¿Una empresa privada?
O acaso se postulan aquellas ideas que promovieron en otros tiempos desde el norte, de eliminación de los ejércitos para suplirlos por guardias militarizadas.
Uruguay, como decía Wilson, es heredero de la patria en armas. De Artigas hasta aquí, la institucionalidad tuvo y tiene en las Fuerzas Armadas un pilar de su República.
Los períodos autoritarios no borran, por trágicos que fueron,esta realidad.
La dictadura tuvo militares que la protagonizaron y algunos, no pocos, civiles y militantes, que la aplaudieron desde la derecha e izquierda.
Esa tragedia nacional de demonios, no sé cuántos, no borra nuestra trayectoria como nación ni el papel fundacional e institucional de las Fuerzas Armadas.
Es paradójico, también, que ex gobernantes, (lo leí al Dr. Carámbula), planteen su eliminación y sin embargo siendo intendente, hayan recurrido a ellos en decenas de veces para
apoyar a los canarios y a su gestión. No entiendo. Hasta para levantar la basura se las ha llamado años atrás.
La soberanía de Uruguay depende en buena medida de poder ejercer la autoridad en su territorio, incluidos nuestras aguas y cielo. La seguridad de nuestra gente, también.
No hay ni habrá guerras, ni con vecinos ni con otros Estados. Esas hipótesis no existen.
Tampoco son las que preocupan. Hoy el poder de daño y la mayor amenaza a nuestra seguridad e instituciones es el narcotráfico, el crimen organizado.
Su capacidad de financiamiento para corromper nuestras instituciones democráticas, es muy fuerte. Su capacidad de pagar y armar el terrorismo también.
Nada de esto es lejano, aunque pueda parecerlo. Aquí cerca en Argentina, lo vivieron desgraciadamente.
Preservar nuestros recursos naturales también es vital.
Estas amenazas están escritas en nuestro decreto sobre políticas de Defensa, como lo están las pandemias, algo que se ponía allí como un ejercicio académico (la última había sido en
1918). Hasta que nos llegó.
En esto ser ingenuo es una irresponsabilidad y además es imperdonable ¿A quién le conviene que no haya Fuerzas Armadas?
Abrazo Alfredo y felicidades.