El llamado “género chico” se desarrolló en el Río de la Plata a fines del siglo XIX a partir de modelos españoles que esquemáticamente consistían en obras breves, en un acto, que pretendían, fundamentalmente, entretener a su público. Con el tiempo el modelo se fue acriollando, y se empezó a poblar de personajes característicos de las orillas rioplatenses, con sus historias y su lenguaje. Al decir del investigador Héctor Goyena: “Enmarcado en rótulos como “pasos líricos”, zarzuelas, comedias, vodeviles, sainetes, sainetes líricos o revistas, el género chico realizó hasta fines de la década de 1920, el registro de acontecimientos y hechos más o menos destacados del entorno histórico, social y político rioplatense contemporáneo. En todas las variantes enumeradas, la música tuvo un desempeño muy importante conformando un elemento dramático esencial al caracterizar un personaje, una situación o simplemente ambientar al espectador en un tiempo y espacio determinados. Los compositores se inspiraron en diversos géneros del patrimonio musical popular para concretar un teatro de convocatoria masiva. Al estar la mayor parte de las obras teatrales ambientadas en la urbe porteña, los géneros a los que los creadores recurrieron en forma más asidua fueron el tango y la milonga” .Goyena se refiere a Buenos Aires, pero la situación era similar, con leves variantes, en ambos márgenes del Río de la Plata.
Los tangos fueron poblando el llamado “sainete criollo”, y el primer espacio en que se desarrollan las escenas es el conventillo, casas de inquilinato en donde se amontonaban los sectores populares, criollos y migrantes. Es en ese contexto en donde se funden tradiciones culturales que irán aportando al desarrollo tanto del sainete como del tango. El habla de los migrantes italianos se irá fundiendo con la criolla para conformar el “cocoliche” y luego, ya en un sentido más específico, al “lunfardo”, ambas de frondosa aparición en sainetes y tangos.
El 20 de abril de 1918 la compañía teatral de Enrique Muiño y Elías Alippi estrena, en el teatro Nacional de Buenos Aires, el sainete de Weisbach y González Castillo Los dientes del perro, y es allí en donde se consagra la aparición de otro espacio en los sainetes, el cabaret. Pero lo que nos interesa destacar aquí es que en Los dientes del perro aparece también el tango con música de Samuel Castriota y letra de Pascual Contursi Mi noche triste, tango que será el primer éxito de Contursi. Según Anibal Ford, con Mi noche triste el autor da comienzo a la era de la letra de tango tal cual hoy la conocemos, canonizando “el ciclo del varón que se lamenta por el abandono de la compañera”.
Nos parece pertinente la introducción porque no es casual que la Compañía Teatral Tomania llame Mi noche triste al espectáculo con que se dieron a conocer en 2014. En la gacetilla de prensa de la obra se narra que los autores, Patricio Raurich y Diego Araújo, “estudiando en la escuela del actor se dieron cuenta que querían trabajar juntos haciendo algo propio, pasaron por muchas ideas (…) hasta que un día Diego apareció con un viejo libro de sainetes criollos que recopila varias piezas contando de manera divertida la vida cotidiana del pueblo a principio de siglo veinte en el Río de la Plata. El conventillo, el bar, los inmigrantes, la música, el lunfardo, el baile. Este conjunto de circunstancias sirvieron de punta pie inicial para la creación de una historia que se desarrollaría en un bar con sus parroquianos, su música, sus alegrías y tristezas”. El propio Araújo contaba a Voces hace cuatro años: “Mi bisabuelo, que era obrero de la construcción, iba a ver sainetes, no había cine en los pueblos y llegaba el circo criollo y los tipos iban a ver eso. Ese teatro era popular, y ese teatro de alguna manera es el que creo que hay que hacer hoy en día, hay que hacer un teatro cercano a la gente. Y hay que empezar por nuestras raíces, intentar entender lo que pasó acá”.
De alguna forma Tomania toma el desafío de recordar, para actualizar, una forma teatral que es el corazón del desarrollo escénico rioplatense, una forma que daba cuenta de cómo vivían los sectores populares. Si bien el trabajo aquí tiene algo de museístico, y faltaría pensar cómo esas formas se traducen en otras que hoy en día den cuenta de cómo viven los sectores populares, es un ejercicio interesante a priori para recuperar esa práctica tan alejada de nuestra escena (las excepciones como Rescatate siguen siendo eso, excepciones). Es así que trabajando sobre varios sainetes y canciones de tango, nació Mi noche triste, que han decidido reestrenar este año en el bar Imperio.
La acción transcurre mayoritariamente en el bar El cardenal, y se centra en los enredos que se generan a partir de la decisión de Blanca de poner celoso a su novio Salvador. La decisión es tan efectiva que desarrollará una “respuesta” de parte de Salvador y una serie de malentendidos con final trágico. Pero más allá de la anécdota interesan los personajes: habitantes de los márgenes prostibularios de la zona portuaria montevideana de comienzos del siglo XX. Buscavidas, proxenetas, prostitutas o administradoras de un bar, son un puñado de personajes (salvo Blanca y su hermano quizá) que sobrevive en los márgenes, sufriendo y ejerciendo la violencia y que confluyen en cafés y cabarutes para de alguna forma descomprimir sus frustraciones. Los anhelos y ambiciones laten en personajes que sin embargo parecen alejados de acceder a un mínimo de estabilidad. La sociedad es machista, claro, una “mina” es fuente de ingresos, y el temperamento italiano parece aflorar en griteríos y acentos. Es un placer, en ese contexto, escuchar la voz de April Ocaño interpretando tangos clásicos que terminan de ubicar al público un siglo atrás, entre las disputas y borracheras de los personajes.
El ejercicio es potente, el público se ubica en medio de las peripecias y creer en la historia requiere de una absoluta entrega del elenco, que juega el partido con absoluta convicción y gran capacidad histriónica. En definitiva estamos ante personajes algo arquetípicos, pero creemos en ellos, en sus lamentos, en sus engaños, y la trama se va entretejiendo de forma tal que somos cómplices de algunas historias y engaños. Ocaño es dueña de una voz segura, que vibra con los tangos que interpreta y que significa un aporte extra para invitar a ver Mi noche triste, un espectáculo divertido, solvente, francamente recomendable. Las entradas se agotan, reserven con tiempo.
Mi noche triste. Texto: Diego Araújo y Patricio Raurich. Elenco: Victoria Quimbo, April Ocaño, Luciana Cardozo, Franco Rilla, Patricio Raurich, Facundo Santo Remedio, Romina Capezzutto y Facundo González.
Funciones: martes de noviembre y diciembre 20:30. Bar El Imperio (Tristán Narvaja y Cerro Largo). Reservas 099557886
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