La decisión del Partido Nacional de cerrarle el camino a la Justicia al no votar el desafuero del líder de Cabildo Abierto Guido Manini Ríos, ratifica su vocación por barrer bajo la alfombra de la historia y abonar la impunidad de los delitos de la dictadura. Bastó que el militar violara su promesa de renunciar a su inmunidad para comparecer ante los estrados judiciales, para que el PN ratificara, como en el pasado, su postura de ocultamiento de la verdad. Más allá de hipotéticos pactos, el partido del Presidente Lacalle Pou cerró filas con Cabildo y con el sector Batllistas del ex presidente Julio María Sanguinetti. anini no comparecerá ante el Poder Judicial, para explicar por qué incurrió en el delito de “omisión”, cuando demoró, en su condición de comandante en jefe del Ejército, en denunciar las confesiones del represor José “Nino” Gavazzo ante un tribunal de honor. Los testimonios de los militares que integraron dicho cuerpo ante el Fiscal de Crímenes de Lesa Humanidad Ricardo Perciballe, lo incriminan.
El Partido Nacional preparó el terreno antes de anunciar su decisión cuando, en un homenaje al caudillo Aparicio Saravía, el Presidente del Directorio Pablo Iturralde acusó al Frente Amplio de “hacer terrorismo verbal, de manipular a las instituciones y de enredar a la Justicia”. El dirigente invocó la herencia política del homenajeado, afirmando que “hoy sopla un viento fuerte que hace que Saravia recorra la patria entera”.
Si hay un legado que no está presente hoy en el Partido Nacional es el de Aparicio. No en vano, el caudillo proclamaba que debía haber “dignidad arriba y regocijo abajo”. La reflexión condensa un pensamiento radicalmente opuesto al presente de la colectividad, que encabeza una coalición conservadora que integra a un partido cuyos dirigentes reivindican la dictadura. Ese pecado jamás hubiera sido perpetrado por Aparicio, quien ofrendó su vida por la consecución de una democracia plena, en un tiempo en el cual eran habituales los fraudes electorales y no existía el sufragio universal. Aparicio –que fue un enamorado de la ética- tampoco se hubiera aliado con el Partido Colorado, al cual combatió en el campo de batalla y en el de las ideas. Este gobierno no propende a “la dignidad arriba” y al “regocijo abajo”, porque es un contubernio entre partidos oligárquicos contaminado por la pestilencia autoritaria de Cabildo Abierto. No puede haber dignidad arriba ni regocijo abajo cuando se aumentan las tarifas en plena crisis, se eliminan dos puntos de bonificación del IVA a las compras con tarjeta y se establece una raquítica pauta del 3% para los ajustes salariales. Tampoco hay dignidad arriba y regocijo abajo, cuando se envía al parlamento un proyecto de presupuesto que aumenta la inversión en represión –Ministerios de Defensa e Interior- y recorta o congela recursos destinados a la educación. Hace 34 años, el Partido Nacional mancilló el legado de Aparicio cuando votó la Ley de Caducidad que perdonó los delitos de lesa humanidad perpetrados por la dictadura.
Ahora, los mal llamados “blancos” se “horrorizan” por las atrocidades confesadas por el represor Gilberto Vázquez y se rasgan las vestiduras por los derechos humanos, cuando sostuvieron la impunidad durante veinte años. Increíblemente, pretenden indilgar responsabilidades al Frente Amplio, que fue el único partido que le desató las manos al Poder Judicial y le permitió actuar penalmente contra la mafia fascista que asoló al país durante casi doce años. El FA fue el que pagó el mayor costo en presos, torturados, desaparecidos y asesinados durante la dictadura y, luego de la reapertura democrática, fue el único que luchó contra la impunidad. Este relato del Partido Nacional-que se nutre de la desmemoria colectiva- tiene el espurio propósito de lavar sus culpas, como haber aportado hombres a la dictadura en cargos de gobierno y votar la inmoral Ley de Caducidad. No es sólo cuestión de laudar asignaturas pendientes con el pasado. La clave es el presente y ahora el Partido Nacional volvió a atarle las manos a la Justicia.
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