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Pedro Castillo o Fujimori bis por Ruben Montedonico

Pedro Castillo o Fujimori bis por Ruben Montedonico
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In memorian del militante socialista Javier Diez Canseco  

Vastos sectores peruanos se encontraron al decidir el sufragio ante la propuesta de hacerlo por un

candidato tildado en los grandes medios de sindicalista-comunista; la otra, inclinarse por Keiko

Fujimori, enjuiciada pese a ser legisladora y privada temporalmente de libertad; hija de un ex presidente

electo, que dio un autogolpe, cambió la Constitución y, apresado, fue condenado a 25 años de prisión.

Del conteo de sufragios se deduce que Keiko resultó beneficiaria de la campaña de

derecha contra Pedro Castillo, al ir apareciendo las intenciones ciudadanas dando el “voto

oculto anticomunista” ramplón que la derecha incrustó en las clases medias y bajas, urbanas y

rurales, en distintos pueblos del mundo durante décadas.

En un despacho de equilibrio (por la incertidumbre de no conocer un resultado) se dice  que “Fujimori (…)

recibe el apoyo de los ricos así como de políticos de otros países, entre ellos los  poco recomendables

del opositor venezolano Leopoldo López, los expresidentes, colombiano, Andrés  Pastrana y, boliviano,

Jorge Quiroga. Por su parte, el maestro concitó adhesiones -entre otros- de los  expresidentes de Bolivia,

Evo Morales, y del Uruguay, José Mujica. Al referirse en un debate a corrupción, Castillo le dijo a Keiko

“jefa de una red criminal”.

Keiko creció mediante varios mecanismos sumados al anticomunismo, donde las cámaras empresariales

y personajes vinculados a ellas y, en particular, la prensa local adepta y la internacional contribuyeron a la

construcción de la candidatura. Para ello, parte de los votantes, fueron convencidos que debían votar por el

mal menor.

Sin embargo, se puede hacer un resumen más general y a la vez igualmente certero de ese contenido:

frente a algunos procesos, allí donde no hay o existe reducido espacio para “pronunciamientos” militares -que

favorecen a cúpulas castrenses y protegen (ofreciendo garantía) los dominios de la derecha-, partidos políticos

supuestamente de ideologías contrarias se unen y mezclan ante toda propuesta de cambio -aún las más tibias-

en función de los sectores de clase que representan.

Lo anterior ocurre -por supuesto- en la periferia capitalista (en Sudamérica, sin ir más lejos) como en

Europa occidental -fundamentalmente- donde los fracasos de los regímenes socialdemócratas de

bienestar o progresistas y la alternancia con gobiernos opositores -que cada vez van recortando más

los derechos de las mayorías- las clases sumergidas y la migración sin resolver (procedente de la propia

área comunitaria, sumada a las que viene del Este continental, de Oriente y de África) derivan en la

abundante derechización de los jóvenes en edad de votar. Si a lo anterior agregamos las distorsiones

factibles que habilitan las nuevas tecnologías de la comunicación -al anonimato, con espacios amplios-

más el desempleo, las confusiones ideológicas de las izquierdas y encima la pandemia, obtendremos una

ensalada difícil de abordar. Pienso que Keiko capta un poco de todo eso; es decir, no expresa ningún

signo de cambio pero consigue votos.

Quienes definieron este mecanismo comicial tantas veces vivido como “carnaval electoral” -un baile de

disfraces con máscaras- no estaban errados: para las elecciones hay quienes se ponen un traje de

promesas y una careta, todo lo cual se quitan en el gobierno -guardando los artificios para otra oportunidad-.

Como elemento común de Castillo y Keiko destacan -entre otras muchas- las carencias que por años ha

tenido el Estado y hacia allí se apunta como un objeto de reforma -de acuerdo con la candidata- que el

Estado “no fue capaz de mejorar la calidad y cobertura de sus servicios públicos de educación, salud, agua

potable y saneamiento, seguridad y justicia, para aquellos compatriotas que no se beneficiaron del crecimiento

económico”. Quienes redactaron los compromisos de campaña, señalan con acierto que en este capítulo la

situación es francamente deficitaria y precaria -lo que la pandemia de coronavirus expuso cruelmente-; pero

mientras Keiko apunta a una solución general para el país de cuño estrictamente neoliberal -tras la presente

crisis debe apuntarse que 40 por ciento de la niñez y la adolescencia en Perú están por debajo de la línea de

pobreza- es allí donde Castillo hace hincapié en la inversión pública en educción, al igual que en salud.

Por otro lado, según Keiko y la derecha detrás de ella, Perú tiene cimientos sólidos y se encuentran en la

obra de su padre: la Constitución de 1993; Castillo llamaría a una Asamblea Constituyente para abatir el texto

heredado y redactar un nuevo pacto social que subraye derechos, sirviendo -sobe todo- como instrumento

de mejora popular.

El mismo despacho que nos informó el domingo que la candidata de derecha ganaba por estrecho margen nos

cambió la dirección (la nota y el carácter) y ya no se refirió de manera primordial a la fuga de capitales, las

inversiones o la bolsa y pasó a decir lo más importante -tal vez porque lo ignoró a sabiendas antes o ahora -como

esperanza de la derecha si pierde-entre las limitaciones al acceder alguno al gobierno, no “podrá desplegar la

agenda que ofrece como solución a los problemas de fondo del país si no se sienta a negociar con un Congreso

fragmentado y siempre díscolo”, cualquiera sea lo que abarquen con ese calificativo. Entre líneas, la derecha

admite estar preparada para perder la presidencia. La J.P. Morgan señaló en una nota que podrían pasar algún

tiempo antes del resultado final: “A menos que el escenario de demasiado cerca de lo que se describe en el

conteo rápido resulte incorrecto, parece que estamos preparados para una serie de días de mayor incertidumbre

por delante”. En el caso, la financiera es vocera de la oligarquía y parte de la derecha.

Por supuesto, espero que resulte ganador Pedro Castillo por tres razones: por el final de una dinastía

represiva y antipopular; el aire fresco que puede imprimirle a su gestión y los círculos concéntricos de esperanza

para la región.

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