Mientras hacemos el HOY, miremos el pasado e imaginemos un mañana. Nos hemos pasado los últimos años ensayando la resignificación de palabras viejas. Que si tolerancia era buena o mala palabra, que si todas o todes, que si laicidad o laicismo, qué es izquierda o qué es derecha, qué es progreso y qué no, hasta hemos debatido sobre república y democracia… Y pensar que en un abrir y cerrar de ojos, nos vemos enfrentados a tener que resignificar todas y cada una de las palabras con las que hemos construido esta humanidad que conocemos. ¿Qué pasará a ser lo imprescindible de ahora en más? ¿Cómo entenderemos a partir de ahora el amor, la solidaridad, la empatía? ¿Cómo el egoísmo? ¿Cómo mediremos el alcance de lo incierto?
“It’s the end of the world as we know it” decía la canción de R.E.M. y la hemos escuchado sonar en películas apocalípticas (desde Dia de la Independencia hasta Invasión Zombie…) y su letra se refleja en títulos de libros como El Choque de las Civilizaciones de Huntington o en el relato del Nuevo Orden Mundial tras los atentados del 11S. Una vez más, esa canción podría estar musicalizando lo que el mundo entero está viviendo por estos días. Más allá del número de vidas que terminará por cobrarse el COVID-19 al final del partido, el día después nos dejará definitivamente un mundo diferente al que conocemos. Sistemas de salud colapsados, economías devastadas y cuánto más que no imaginamos aún. ¿Será que entre la incertidumbre y la desesperanza el mundo podrá reorganizarse bajo nuevos lemas? La historia misma del mundo es un ensayo con aciertos y errores de organización política, social y económica que nunca termina de configurar una receta de éxito sin grietas ni injusticias. Aun así, algunas cosas parecían haber adquirido ciertos niveles de certeza consensuada. Sin embargo, unas gotitas de saliva resultaron ser más poderosas que todo el conocimiento del siglo 21.
Aunque por estos lares todavía estamos librando la batalla con dignidad, lo que se ve en el resto del mundo ya duele. ¿Será que seremos capaces de construir algo nuevo? Fuimos indiferentes durante mucho tiempo a las guerras y los sufrimientos de culturas lejanas, a las imágenes de un niño ahogado en alguna orilla del Mediterráneo, a los mil millones de desnutridos en el mundo, a las urgencias de nuestros propios vecinos de barrio y a los gritos desesperados de la Naturaleza por un poco de aire puro. Necesitamos creer que estamos a tiempo de empezar de nuevo. Necesitamos poner la mirada en los ejemplos que dan algunos colectivos profesionales y los que surgen de voluntades individuales…verdaderas demostraciones de lo mejor que tiene para dar el ser humano. Ahí va a estar la clave. En que esto logre despertar lo mejor de todos y cada uno de nosotros. El caos está ahí. También la oportunidad. ¿Verdad que sí?
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