El asunto viene del fondo de la historia. Se trata de algo más que un aliado natural sino más bien una prueba de la impaciencia o ausencia de planificación de grandes hombres de la guerra que subestimaron las restricciones que impone la naturaleza.
Este aliado, que salvo a Rusia en más de uno de sus trances existenciales, de las debilidades de sus ejércitos, está allí, inexorablemente, año tras año. Se trata del General Invierno, que llega a extenderse por no menos de cuatro meses y medio y cinco, de noviembre al final de marzo, o de extremas temperaturas y que causa tremendas dificultades al transporte, a la logística comercial y militar. En los libros de historia, se rescate ciertas ocasiones en las que el General Invierno diezmó o simplemente derrotó a temibles ejércitos encabezados por severos comandantes. La historia le dio al invierno estatura militar.
La crueldad del invierno ruso está asociada con grandes victorias militares. Entre 1700 y 1721, durante la Gran Guerra del Norte que fue el principal conflicto militar que debió enfrentar Pedro el Grande, Carlos XII de Suecia invadió Rusia. Los rusos de Pedro el Grande se replegaron, quemando todo en su huida y eliminando cualquier rastro de sus provisiones. Una estrategia depredadora, que resultó especialmente efectiva pues aquel invierno se asegura fue el más cruel del siglo. XVIII. Las crónicas de época resaltan un hecho, que las aguas saladas del puerto de Venecia se congelaron. De aquellas 35.000 tropas de Carlos XII, apenas 19.000 sobrevivieron a aquel invierno y a aquella práctica de tierra arrasada en el repliegue. Fue la Batalla de Poltava, en el año 1709, la que marca el final del Imperio sueco. La victoria de Pedro sería de tal magnitud, que Rusia se transforma al final del conflicto en una potencia, llevando sus fronteras hasta el mar Báltico. Rusia derrotó, de la mano de su General Invierno, al antiguo poder hegemónico de la región, apropiándose de enormes territorios, de puertos marítimos, asegurándose una ruta más corta a Europa. Y al enorme prestigio militar y personal, se suman las reformas administrativas y económicas, sustentadas también en una restructura militar para reasegurar el poder.
Hay una segunda victoria del General Invierno, trascendente, no sólo por su importancia militar, sino por el prestigio del derrotado, un militar y estadista, un general republicano durante la revolución francesa y el directorio, referente del golpe de estado del 18 de brumario que haría de él, el primer cónsul.
Luego de un período de tensiones entre el zar Alejandro I, admirador de su hasta esos días aliado. Napoleón, que tenía una cierta simpatía por el zar, comienza a percibir que los consejeros del zar predicaban que el momento de recuperar Polonia, ante la debilidad que mostraba el imperio francés ante los hechos que se venían sucediendo en Prusia. Rusia moviliza tropas a la frontera polaca, apostando unos 300 mil hombres de un total de 410 mil. La respuesta, contra todo consejo, se decide el 23 de junio de 1812., y la Grande Armée de Napoleón Bonaparte, con sus 610.000 hombres, invadió Rusia, dirigiéndose hacia Moscú. El ejército ruso se retiró antes de ser alcanzado por el ejército francés, quemando sus cosechas y aldeas, de nuevo, tierra arrasada. El resultado de aquello fue terrible: las fuerzas del ejército de Napoleón terminaron diezmadas, con apenas 100 mil hombres. A esta derrota, hay que sumar más pérdidas de soldados que cayeron en la retirada.
La falta de preparación logística, la carencia de centros organizados de aprovisionamiento, así como las enfermedades, deserciones y muertes en combate causaron cientos de miles de pérdidas.
Si bien Napoleón logra una victoria en la Batalla de Borodinó, 7 de septiembre de 1812, fue ésta la única batalla de relevancia en aquella gesta: a Napoleón perdió más de 30 mil hombres, pero logró penetrar unos 1000 km en territorio enemigo. Llega a Moscú casi sin oposición y se retira de la ciudad el 19 de octubre, jaqueado por las pujas de poder en París, apenas antes de que la primera nevada. La derrota fue tremenda, como la humillación de aquel célebre militar. De aquel ejército sólo habrían retornado, en noviembre de 1812, apenas unos 40 mil.
También el General Invierno tuvo su momento en la segunda guerra mundial. 1941, las rápidas victorias iniciales en Europa y norte de África les daban ánimo. En ese año, Hitler comienza el ataque a la Unión Soviética, la llamada Operación Barbarroja. Su objetivo principal, Moscú. Camino a Moscú, desarrollaron la Operación Tifón, matando y/o capturando a medio millón de soldados soviéticos, hasta llegar a unos 80 km de la ciudad. Llegar allí, y llegan coincidiendo con el invierno más extremo del siglo XX, con temperaturas en Moscú incluso inferiores a -28 °C. Las fuerzas soviéticas detuvieron este ataque, ganando tiempo y presionando al ejército alemán. Mientras, las industrias fueron desmanteladas y trasladadas detrás de los Montes Urales para ser reensambladas allí. Las fuerzas soviéticas detuvieron a Alemania y las derrotaron en la sangrienta Batalla de Stalingrado, tras 163 días de enfrentamientos.
Fue una victoria decisiva para los soviéticos y para los aliados. En esa batalla, los beligerantes eran la Alemania nazi, Italia, Reino de Hungría, Reino de Rumanía y Estado Croata, por un lado, y la Unión Soviética del otro. Las fuerzas en combate fueron impresionantes. En el momento de la contraofensiva soviética, las fuerzas nazis sumaban 1,040.000 soldados, 3 mil piezas de artillería, 500 carros de combate y 732 aviones. Del lado soviético, 2,5 millones de soldados, 13.451 piezas de artillería, 4 mil carros de combate y 1.115 aviones (otras versiones dan cuenta de otros números, de acuerdo con la fuente, pero en este caso lo único que se pretende mostrar es la dimensión enorme del enfrentamiento.
Del lado soviético, murieron casi medio millón de soldados y otros 650 mil entre heridos y enfermos. No hay que olvidar las víctimas civiles, heridos y desaparecidos, que sumarían otras 300 mil personas.
Putin y el General Invierno
Pero el General Invierno castigará, pero no cambiará esta vez el sentido de la historia. La idea más extendida, y que se ha instalado, es que no siendo posible vencer militarmente, ni menos perderla políticamente, Putin ahora aspira a buscar el mejor momento para ir a una negociación, desde la mejor posición posible. La duda es cuál es el mejor momento.
Para algunos, el mejor momento podría ser a la entrada de la próxima primavera o un poco antes, cuando los embates del General Invierno hayan castigado a los aliados de Kiev y haberle hecho sentir el rigor a la población ucrania de pasarla sin agua, ni calefacción ni energía eléctrica, a oscuras.
Mientras las tropas rusas siguen retrocediendo, y el camino inevitable es el de una negociación en no muy auspiciosos términos, pero haciendo sentir el rigor a la población ucraniana. Muchos temen que las heridas sociales y los odios, se exacerben y con ello se siembre de dificultades el proceso de normalización de la vida post guerra.
Esta vez, parece, que el General Invierno sería degradado, y de factor de resistencia y victoria, apenas se transforme en una posibilidad de negociación, sin gloria y con mucha pena. Se habrán perdido demasiadas vidas.
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