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Referéndum contra la LUC: ¿Urgente, popular y necesario?

Referéndum contra la LUC: ¿Urgente, popular y necesario?
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Están en marcha dos campañas de recolección de firmas, llevadas a delante por organizaciones sociales y partidos políticos, para   llevar a referéndum la LUC. Una de las iniciativas plantea la derogación de 135 de sus artículos, y la otra cuestiona la totalidad de la ley. Esto lleva a un gran debate a nivel a nivel de dirigentes partidarios.

 ¿Es antidemocrático impulsar este mecanismo? ¿Le interesa a la mayor parte de la ciudadanía? ¿Tienen fundamentos las críticas que acusan a la oposición de intentar este camino como gimnasia partidaria? ¿Lo urgente es la gente o movilizar la militancia? ¿Corresponde impulsar esta iniciativa en el marco de la pandemia? ¿Correspondía meter durante la pandemia esa ley ómnibus bajo el mecanismo de la urgente consideración? ¿Es viable alcanzar las firmas requeridas? ¿Si se alcanzan será un referéndum contra el gobierno? ¿Qué costo político pagará la oposición si no se llega a las firmas? ¿Es un palo en la rueda para la coalición de gobierno? ¿Tiene que debatir el gobierno con los impulsores del referéndum?

 

Firmar por ambos proyectos por Gonzalo Abella

La LUC es un mecanismo legislativo para un salto acelerado hacia el neoliberalismo más reaccionario. Cuando digo “neoliberalismo” estoy diciendo liberalismo clásico, sin correcciones keynesianas, pero en un nuevo contexto de trasnacionales y saqueo ambiental. Ninguna Ley de esa extensión puede eludir un maquillaje de buenos propósitos y hasta alguna concesión demagógica hacia anhelos populares concretos. Hubiera sido bueno sacar del referéndum estas concesiones, que no son, por cierto, las que excluyeron las cúpulas del PITCNT y el FA, actuando en su selectividad contra sus propias bases. De no encontrar acuerdo para excluir esos pocos artículos, entonces era imprescindible plebiscitar contra la LUC en su conjunto. Así lo entendió la mayoría de los militantes de sindicatos y organizaciones sociales, aunque sus dirigentes votaron otra cosa.

Más allá del resultado que se obtenga, firmar por ambos proyectos es necesario. Es colocar sobre la mesa el tema, hacerlo visible, lo que pone nervioso al señor Orsi y a todos aquellos que no les gusta recordar que la LUC es un escalón más alto de un proyecto entreguista que los gobiernos anteriores ya estaban implementando. Porque el contrato vergonzoso por UPM 2, como la Ley de Riego que privatiza el agua, o la abolición del impuesto a la ganancia de la Banca Privada, o la luz verde a las redes privadas de cobranza y crédito, o el IRPF y la disminución a la mitad del aporte patronal, no son obras de esta Administración, sino de las anteriores.

Cada puesto para recolectar firmas es un lugar para la denuncia del sentido reaccionario de la LUC y un lugar para reflexionar acerca de cómo nos afecta a todos. Lo ideal es tener las dos planillas y permitir así una reflexión más libre a cada persona que se acerca. Más aún: cada mesa debería tener un impreso, a la vista de todos, subrayando aquellos artículos de la LUC que el  referéndum parcial no pretende anular y el total sí. ¿O se tiene miedo a esta comparación?

El Plebiscito importa más allá del resultado. Su texto es un pre-texto para el debate callejero. Hasta el cartelito que dice “firme aquí” es un ayuda memoria acerca de una batalla que deberemos dar, sea globalmente o aspecto por aspecto.

Algunos “negacionistas” piensan que la LUC es apenas un concepto abstracto, sin interés, para la gente que lucha cotidianamente por su supervivencia. En realidad, todos los mecanismos sutiles de opresión se elaboran en un lenguaje abstracto  pero luego operan en forma concreta. Es nuestra tarea, son las organizaciones sociales y políticas verdaderamente de izquierda, las que deben explicar sus perversos contenidos y sus vínculos con el futuro de todos.

Otros escépticos piensan que la lucha contra la LUC ya está perdida. Creo que no la han leído bien, no han comprendido su verdadero alcance. El Plebiscito, como instrumento inicial de denuncia y difusión, es sólo el primer paso contra el nuevo avance neoliberal. Dese ahora, cada conquista concreta de nuestro pueblo en el plano económico, en el social, o en el educativo, chocará inevitablemente contra lo establecido por la LUC. La gente que aún no lo sabe lo irá descubriendo.

La lucha contra la LUC se vincula directamente con la lucha contra la Reforma de la Seguridad Social. La derecha y la falsa izquierda, alternándose en el Poder, intentan convencernos de  que la reforma de la seguridad Social es inevitable. Olvidan que la ganancia anual de las AFAP es el doble del déficit del BPS, olvidan que Astori abolió el impuesto a las ganancias bancarias, que las redes privadas de cobranza ni siquiera declaran sus ganancias, y así podríamos seguir. Mientras no se toque la ganancia de los más ricos, la reforma de la Seguridad Social inevitablemente irá contra las mayorías trabajadoras. Y no se trata sólo de jubilaciones y pensiones. LUC y reforma de la SS son dos patas de la mesa neoliberal que ya está servida. El serrucho del pueblo debe derribarla, y los platos que caigan no corresponderán sólo a la Administración actual.

 

Yo no firmo por Gonzalo  Maciel
El Frente Amplio ha iniciado  una recolección de firmas contra 135 artículos de la LUC.

El primer motivo que esgrimen es que ha sido una ley poco debatida. Esto es FALSO, se trata de una ley a la cual el propio Frente Amplio le hizo modificaciones, mejorando artículos y quitando otros dentro del legislativo. ¿A eso le llaman poco debatido? Es bueno recordar que el FA no tiene mayorías propias y pudo realizar cambios en la ley. A esto sumémosle que votaron más del 50% del articulado.  Otro supuesto motivo, es que la LUC limita libertades individuales y es un retroceso en derecho. Nuevamente FALSO, no limita ningún derecho ni libertad individual, todo lo contrario, a modo de ejemplos, agiliza los procesos de adopción, amplia el derecho a la propiedad, ser propietario de tu número de celular, ¿es limita derechos? ¿Poder asistir a tu trabajo si no estás de acuerdo con la huelga, limita derechos? Y capitulo a parte aquellas afirmaciones de “están legalizando el gatillo fácil” y “están permitiendo que un delincuente sea ajusticiado por su víctima” todos presagios falsos que en la realidad no se han cumplido, ya que la ley no habilita eso.

En este contexto uno concluye que la juntada de firmas y el referéndum al cual van a someter 135 artículos, no es otra cosa que una movida contra el gobierno. Los principales objetivos, reactivar el musculo militante y electoral, ordenar la tropa frente a un enemigo en común y satisfacer los gritos de la “barra chica”.  Tan es así, que hasta el Senador Andrade lo declaró ante la prensa: “esto es contra el gobierno”. Dicho esto, el derecho de convocar a esta juntada de firmas hoy, es tan legítimo como el que tuvo el gobierno, en su momento, de plantear la discusión, el debate y la aprobación de la LUC.

Según la comisión, va n unas 135 mil firmas recolectadas. Junto con el anuncio aparecieron varios dirigentes del FA a provocar y mentir, buscando una reacción del gobierno y poner el tema en agenda.  Según esos dirigentes, se busca el debate, pero con mentiras y demagogia no se debate. El tiempo del debate llegará luego de presentadas las firmas necesarias. Pero la necesidad de poner el tema en agenda es fundamental para conseguirlas, ya que a todas luces, la gente está preocupada por otros temas, pandemia, trabajo y seguridad. Entonces cabe preguntarse: ¿#LoUrgenteEsLaGente? Parece que no, lo urgente es reactivar el musculo militante y político, así también lo ha dicho en un lapsus de honestidad intelectual, el intendente Orsi.

El tiempo y el electorado nos dirán si se llega a las firmas y se logra derogar los 135 de la LUC. Pero en todos los casos queda claro que la apelación a lo emocional será la estrategia elegida por el FA y que el enemigo es el gobierno y no la LUC. Por eso el éxito o no de la campaña orquestada por el FA y algunas organizaciones sociales, dependerá en gran parte, del éxito del gobierno en temas como el trabajo, la salud, la seguridad y la economía; y en eso por ahora -pandemia mediante- venimos bien.

 

Algo hay que hacer por Miguel Manzi

Al gobierno se le está acabando la luna de miel, lo apoya solo el 50 por ciento. La temporada anduvo horrible, y ahora viene el invierno, que va a estar gemido. En vez de canastas van a tener que repartir ataúdes, y en lugar de refugios abrir fosas comunes. Si no es por el hambre y el desempleo, será por el Covid, ¡si las vacunas no tienen ni fecha de llegada! Me dijo uno del GACH que se viene la segunda ola y va a ser mucho peor. Cuando empiecen las clases caerán como muñecos; fijate que los de la educación ya dijeron que iba a ser un caos. Y con las lluvias, los gauchos que se quejaban de la seca ahora se van a quejar de las inundaciones; que se fundan todos de una vez así dejan de joder. Otra cosa que se pudre es el ferrocarril, que viene aguantando porque esta gente no tiene corazón: entre poner un durmiente y darle de comer a un niño, ponen un durmiente. La “coalición multicolor” (no pueden ni poner un nombre) no hay modo que dure. El milico se va de boca en cualquier momento y hasta aquí llegó mi amor. O los colorados, que el otro día sacaron un plan de gobierno. Deben de estar todos desesperados porque se dan cuenta que no tienen a nadie para la próxima. ¿A quién tienen? ¡A nadie! Mirá los ministros, mirá los legisladores, entre todos no hacen uno. Decí que este es un país muy chico y lo arreglás con un hotel 5 estrellas, y la verdad es que de este lado tampoco sobra nada, mirá: Cosse, Orsi, Bergara, Andrade, ¡Sendic! Pero nosotros sabemos lo que hay que hacer: hay que acumular fuerzas, tensar el músculo, juntar a la gente, salir a la calle. El partido, la central, las orgas compañeras; acá hay que meter pa’lante, es por la leche de los nenes. Eso sí, todos, que nadie se haga el vivo y se quede campaneando. Yo sé que estamos todos más viejos; pero fue lo que hicimos antes, y ganamos. La cuestión es entre la libertad y el despotismo, oligarquía o pueblo. ¿La LUC? ¿Qué es la LUC? La gente no es chota, esto es a favor o en contra del gobierno, y no hay manera de perder: si ganamos seguimos de largo, y si perdemos igual ganamos, porque paramos rodeo, tomamos la iniciativa, marcamos la agenda. Tenemos toda la cancha para nosotros, qué va a debatir el gobierno; no tienen con qué, ni con quién, ni cómo. Esto es lo que nosotros sabemos hacer. ¡Arriba gurises, a moverse! Eslóganes (“ser joven no es delito”, qué belleza), caritas (habrá otras Fabianas), unidad (no es momento de cambiar de monta, que siga el cara de vivo hasta salir de esta, y después vemos), plata (hablá con Soros, que son monedas); y listo, es el principio del fin para estos cajetillas, arriba los que luchan, la historia está de nuestro lado, el fin del mundo se aproxima, ¡¡ARREPENTÍOS!!

 

Mentiras útiles por Mercedes Vigil

Resulta evidente que una ley tan extensa debería ser pasible de una discusión seria, pero para ello se necesitan interlocutores serios.

La mala noticia es que el coro disfónico negacionista de la LUC maneja flagrantes mentiras, lo que inhabilita todo intercambio argumental.

Hoy la campaña de recolección de firmas está signada por una mala fe a escala épica y hay que decir que sus organizadores hicieron de la mentira su herramienta habitual. Ni qué decir que el ala más virulenta del FA, el sindicalismo se ha convertido en un poderoso instrumento político y es hora de regularizarlos, para saber a quién representan.

Se ha naturalizado el mal uso de la política y hoy, fingir estar comprometido con principios que se abandonan en cuanto se vuelven inconvenientes y mentir alevosamente, es moneda corriente.

Es difícil encontrar argumentos de peso en un universo plagado de aquellas mentiras útiles de las que hablaba Platón.

Se inventan ficciones para justificar o denostar lo que sea, ante la mirada indiferente de ciudadanos que van perdiendo pensamiento crítico.

Partamos diciendo que cuando los recolectores de firmas contra la LUC afirman que no es una ley democrática, mienten ya que el mecanismo está previsto en la Constitución de 1967 que atribuyó al Poder Ejecutivo la facultad de enviar proyectos de ley con la calificación de urgencia.

También mienten al hablar de plebiscito, porque el art.79 de la Constitución establece que las leyes de iniciativa privativa del Ejecutivo no podrán ser objeto de referéndum.

Pero despejando la niebla en la que sus críticos pretenden ocultar esta ley, justo es decir que no puedo opinar sobre sus 502 artículos, pero sin dudas acompaño la filosofía de la misma. Los uruguayos votamos por un cambio, y esta ley le mete el diente a algunos asuntos que han convertido a Uruguay un país incierto. Si bien hay medidas que quedaron por el camino, como la necesaria desmonopolización de los combustibles, hay otros cuya aplicación es imprescindible para que el gobierno pueda implementar cabalmente el cambio que propuso en campaña electoral.

En primer lugar, están aquellos artículos que atañen a la seguridad, el talón de Aquiles de las administraciones del Frente Amplio.

Los ciudadanos pedimos a gritos que se termine con la victimización del delincuente y restablezca el sentido justo de la palabra represión. También es vital aumentar penas y brindar a quien nos defiende las garantías necesarias ante un mundo cada vez más violento.

El otro tema urticante es la educación, o, mejor dicho, la falta de educación. Porque cuando hablamos de delincuencia, de aborto, de embarazo adolescente, de violencia intrafamiliar o de desempleo, estamos hablando de una educación paupérrima.

Justo es decir que esperaba se eliminaran Institutos, asesorías y cargos duplicados en el Estado, que solo sirven para recargar al contribuyente Hay que achicar el Estado y no agrandarlo. Pese a los disensos, creo que la LUC es una buena herramienta para desandar el camino de la anomía generalizada que hoy es nuestro peor flagelo.  Lamento que aquellos integrantes del sistema político contrarios a la LUC no se manejen con la ponderación necesaria. Hoy solo escucho mentiras… mentiras útiles.

No apaguen la LUC… por Ramón Rodríguez Puppo

“Las leyes de urgente consideración han nacido para callar las voces de muchos enemigos de la democracia representativa que consideran al Parlamento como un Poder del Estado inoperante. Con las leyes de urgente consideración el sistema cuenta ahora con un instrumento que obliga al legislador a ordenarse con plazos prefijados para producir leyes que eleven la calidad legislativa y democrática del país.”

(Zelmar  Michelíni 1966 ensayos sobre la Constitución)

Dos iniciativas de recolección de firmas y un único espíritu reinante : desandar el camino recorrido por el nuevo gobierno hasta ahora. El FA llevado de los pelos por sus sectores más radicales acompaña al Pitcnt y otros colectivos a mostrarle en las urnas que “El Pueblo” no querrá lo que “El Pueblo» quiso hace poco más de un año.

La famosa LUC no es otra cosa que el basamento jurídico mínimo que el novel gobierno entrante se quiso regalar para generar un “piso» de cambios que construyan un tiempo nuevo luego de 15 años consecutivos de gobiernos del FA. Lacalle sabe perfectamente que lo que no haga en los dos años y medio iniciales ya será muy difícil realizar en la 2° mitad de su mandato.

Eso y la aún frágil armonía dentro de la coalición multicolor explican dicha herramienta constitucional. La LUC aborda temas de muy diversa naturaleza. Entre las normas que se quieren impugnar nos encontramos con normas referidas a la seguridad ciudadana, la legítima defensa presunta, una mayor protección al accionar policial, etc. Pero también temas que afectan al derecho de huelga, piquetes callejeros, alquileres, adopciones etc. El resultado de su aplicación sin dudas significa un cambio en algunos paradigmas y los resultados en caso de sr positivos a la hora de balances será un espaldarazo en algún tiempo para la gestión oficialista.

La oposición sabe esto y gran parte de sus dirigentes no pueden permitir que el país cambie tanto de rumbo y menos que el gobierno se luzca en la gestión a la hora de la evaluación del soberano. Otros dirigentes opositores sacan otros cálculos y han optado por acompañar “a disgusto» el proceso de juntar firmas. Para ellos es una jugada riesgosa que puede fracasar y agudizar la crisis posterior a la derrota electoral 2019 si no se juntaran las firmas necesarias o si luego el soberano no acompañará la derogación de artículos impugnados en la LUC.

Por otra parte hay otro aspecto negativo a considerar que es la previsión de un escenario de “éxito abortivo»  del referéndum. El país quedaría en una suerte de desasosiego jurídico con normas que generaron efectos durante un tiempo y que luego serán anuladas con todo lo que ello conlleva en materia de incerteza jurídica. También le generaría al gobierno una gigantesca excusa ante promesas no cumplidas y una sensación de “palo en la rueda» opositora que flaco favor le hace a la pálida imagen que dejó el FA como fuerza política a la hora de abandonar el poder en 2019.

¿Nadie en la oposición va a asumir protagonismo enarbolando las banderas de la Ética de la responsabilidad? Un poco de Máx Weber por favor.  Ya no quedan ese tipo de líderes? Hasta Orsi parece haber perdido ese tren.

Volviendo al principio de estas líneas. ¿Qué diría hoy Zelmar fundador del FA si viera a los suyos dinamitar un instrumento constitucional que él tanto defendió como las LUC? Y como frutilla en el postre : todo esto en medio de una pandemia mundial que mucho golpea.

¿No habrá nadie dentro del FA con los pantalones bien puestos y vocación patriótica para decir:”Muchachos…por ahí NO.”

 

Cortar el tronco por Esteban Pérez

La LUC es un enorme árbol de grueso tronco que arremete contra el Código Civil, el de Proceso Penal, el Aduanero, las Empresas Públicas, la Salud, TOCAF, elimina la oficina de Control de Compras del Estado, abre la puerta para el desmantelamiento de las empresas del Estado al permitir la competencia privada a UTE y OSE, debilita la enseñanza pública y crea las condiciones para aplicar un enorme brazo represor para descargar la crisis sobre los trabajadores y el pueblo en general procurando aplastar las movilizaciones y protestas que inevitablemente surgirán desde el campo popular.

La oposición parlamentaria cometió un enorme error estratégico entrando en la inteligente emboscada que le tendió  la clase dominante. No se plantó como pedía el movimiento social rechazando toda la ley, votándola en contra en su totalidad, sino que se dedicó a recortar y trozar las ramas legitimando así una ley inconstitucional, antipopular y represiva.

El presupuesto y la LUC son una misma cosa, un proyecto de país recetado desde afuera que fue aplicado en Chile, Brasil, Argentina, Perú, Ecuador y lo intentaron en Bolivia, con tremendas consecuencias sobre los pueblos latinoamericanos.

En nuestra opinión el referéndum debe ser total, contra toda la ley, aunque firmo los dos. No nos debe detener el rubor de los parlamentarios y dirigentes del FA (la base siempre se expresó en contra) que para no pasar vergüenza operan y maniobran hacia su interna y hacia el movimiento popular, tratando de ir sólo contra los artículos que no votaron, cerrando los ojos a las tranzas realizadas a espaldas de las organizaciones populares. No perciben que así van generando condiciones para la dispersión de la escasa izquierda que aún queda en su seno y, creyendo apostar a un triunfo electoral dentro de 4 años, en realidad por ese  camino están construyendo una nueva derrota.

Lo que debemos tener claro es que más allá de uno u otro método, se triunfe o se pierdan los dos,  la lucha principal se debe desarrollar en la calle contra la represión, contra la reforma de la solidaridad social antipopular  y antisolidaria, contra los privilegios de las cúpulas militares, apoyando a todos los trabajadores que estén en conflicto, defendiendo el agua y todos los recursos naturales, por la vivienda, la equidad, los salarios, las jubilaciones, etc.

La arremetida del capital es en todos los frentes y debemos resistir tratando incluso de avanzar construyendo una gran intersocial que nos abarque a todos, sin ataduras a los intereses parlamentarios, un gran frente anti-capitalista, anti-fascista, anti-oligárquico y anti-imperialista con auténtica independencia de clase. Nos guste o no el presente es de lucha. Por lo tanto, una vez más, ¡ARRIBA LOS QUE LUCHAN!

 

La LUC y su legitimidad en cuestión por Oscar Mañán

La ley N° 19.889, más allá de valoraciones, tiene un impacto importante en el sistema político uruguayo y moviliza al campo popular en intentos de derogación total y/o parcial de la misma. Su rechazo se justifica porque concentra poder, cercena derechos y trata un abanico de temas que difícilmente podrían tipificarse de urgente consideración.

Un referéndum es un mecanismo de democracia directa, es decir, una instancia superior de la democracia donde la población interpela de manera directa no solo el contenido de una ley sino a sus representantes, quiénes por obra u omisión, la aprobaron.

Según Enrique Dussel, el poder no se tiene sino que se ejerce, y se ejerce siempre en nombre de un colectivo soberano. Cuando ese ejercicio se aleja de los designios del soberano, constituye un “poder corrupto”.

En las democracias representativas se sostiene a menudo que la soberanía radica en el pueblo, que en este sistema político refiere a los ciudadanos habilitados para votar. Los instrumentos de democracia directa están pensados para que los detentores de soberanía la reclamen cuando ésta es utilizada de manera incorrecta, interpelando ese ejercicio de poder corrupto.

La LUC engloba un conjunto importante de temas que la hace especial, esencialmente plantea una visión encontrada con el hacer político de la última década y media. La misma aborda temas presupuestales, en el sentido neoconservador de limitar gastos, achicar el Estado, desregulaciones, privatizaciones que atentan contra los entes públicos; agrega una visión autoritaria y represiva de la “seguridad” que cercena derechos (permite la detención en ausencia de flagrancia); promueve cambios en la estructuración de la administración pública; plantea modificaciones en la gobernanza de la educación para concentrar el poder en el ejecutivo y en desmedro de la participación de los involucrados (docentes y estudiantes); promete una reforma jubilatoria dirigida por “expertos” asesorados por “otros expertos” pero sin participación de trabajadores y jubilados; entre otros contenidos nada democráticos.

La organización ciudadana apunta a dos referéndum, independientes, uno que enjuicia a toda la ley y otro que interpela solo 135 de sus artículos. Como señala korzeniak, existen dos mecanismos de referéndum planteados. Uno, se justifica como estrategia para lograr una mayoría relativa sumando a la oposición política en aquellos artículos rechazados por ésta (y alguno votado también). Otro, que discute esta idea de posibilismo, apuntando a interpelar esencia y contenido de toda la ley.

Sería un error centrar el debate dentro del ámbito de la acción de los partidos políticos, ya que por definición este mecanismo interpela de hecho a los representantes políticos de la ciudadanía. Cuando las organizaciones sociales utilizan los mecanismos de democracia directa es justamente porque los representantes se desviaron del poder soberano. Es probable que exista un espíritu ciudadano contrario a la ley, la recolección de firmas requeridas en cambio, deberá sortear las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia para lograr los objetivos.

 

Arreglar fuera, lo que se quiebra por dentro por Alejandro Sciarra

En estos días en que vivimos acusaciones cruzadas en el Frente Amplio sobre quién tiene menos ética, no estaría nada mal sincerarse y decir abiertamente que este intento por impulsar un “referendum contra legem” es más bien un acto desesperado por lograr una victoria política en un ambiente político que no les favorece.

Es verdad, no será la primera ni la última vez que una herramienta constitucional se utiliza para movilizar a la militancia. Ya lo dijo Andrade hace unos días; «No se va a acordar nadie al otro día del referéndum si era por un artículo más o un artículo menos”.

Este referéndum no es un acto reflejo de un partido político que siente la democracia avasallada sino un acto meditado largamente en el que se realizaron todo tipo de cálculos acerca del riesgo político de lograr o no el objetivo. No digo que esté mal calcular el riesgo en política, todo lo contrario. Pero las causas verdaderamente nobles, esas que nacen de las tripas, no lo requieren. Se defienden a ultranza y sin miedo al fracaso. El Frente Amplio sufrió en sus entrañas haber tenido que tomar esta decisión. Y si para muestra basta un botón (que no estoy diciendo que lo sea), todos fuimos testigos de la fina cintura del seguramente próximo pre-candidato del Frente Amplio Yamandú Orsi, quien esquivó hábilmente la colimba y no militará en esta campaña. Y no es el único “botón”. En octubre pasado Bergara ya avisaba que en su opinión, «no son las mejores condiciones políticas y sociales” para apoyar un referéndum. Esta juntada de firmas nació con fórceps y vaya que fue dolorosa para el Frente Amplio.

Pero eso no es todo. Actores políticos aducen falta de tiempo en la discusión. Además de que los tiempos parlamentarios no siempre acompañan los tiempos de la ciudadanía o los tiempos comerciales, por lo que nada más bienvenido que un debate legislativo con plazos estrictos y ágiles, todos sabemos la cantidad de organizaciones sociales que desfilaron por el Palacio Legislativo a los efectos de dar sus puntos de vista sobre la ley, la cual fue dada a conocer incluso antes de ingresar al Parlamento. Pero ¿saben qué es lo más curioso? Que muchos de quienes afirman que no contaron con el tiempo justo para analizarla, fueron quienes levantaron la mano para votar más de la mitad de sus artículos. Por lo que además son coautores.

El Frente Amplio no sólo está intentando arreglar afuera lo que se resquebraja por dentro. Está yendo flagrante y a consciencia contra los intereses de la ciudadanía. La piñata sigue ahí colgada, llena de caramelos y el niño sigue ahí revoleando el palo con los ojos vendados. Cuidado si se arriman, se pueden llevar un palazo.

 

¿El complot? Por Andrea Bertino

La LUC instaló de manera relámpago un modelo que limita el rol del Estado y afecta derechos fundamentales, por eso suena hasta suspicaz pensar que el referéndum por la derogación de algunos artículos sea por una gimnasia política del FA. Y también resultan hasta un poco extrañas las críticas acerca del momento en que se impulsa; cuando la propia ley fue promulgada rápidamente en pleno covid (julio 2020). Quiero decir: ¿Está bien promulgarla en ese momento, cuando la gente estaba preocupada por su salud y su bolsillo, pero no está bien armar la campaña de recolección de firmas por la pandemia?

Criterios selectivos. No creo casual (sin intención de conspiraciones) que esta ley se haya promulgado cuando estábamos bastante más limitados y las organizaciones sociales se enfrentaron a dificultades para discutir la ley en profundidad y no pudieron salir a la calle a expresarse. La campaña por la recolección es urgente.

La LUC es una “ley ómnibus” ya que abarca temas muy variados, y que muchos de ellos dudosamente puedan considerarse urgentes, como por ejemplo artículos dedicados a la producción de chorizos (sí, chorizos caseros). La

LUC tiene 501 artículos, que son más que los que hay si sumamos todos los artículos de los proyectos de ley de urgente consideración presentados en los últimos 30 años. Esta ley atenta directamente contra derechos humanos de primera generación: Es una ley que extiende la violencia social. Algunas acciones que estaban prohibidas pasan a estar justificadas bajo ciertas circunstancias (por ejemplo, legítima defensa) y que sabemos que históricamente han fracasado como herramienta de convivencia social. La LUC le otorga más poderes a la policía (libera y avala el abuso policial) y facilita el uso de armas de fuego para policías retirados. Se promueven más desigualdad, pobreza, exclusión, caída de los ingresos de la clase trabajadora y concentración de la riqueza en una siempre selecta oligarquía.

Por eso la derogación de los artículos cuestionados es urgente.

Pretender desviar la atención e instalar el debate de parte del gobierno (en las últimas semanas mucho se centró en eso) de si este es o no el momento para la recolección de las firmas es infantil y un fundamento burdo. Habla de poca cintura política (que igual no me sorprende) y de poquísima confianza en esa ley que ellos mismos impulsaron. No pasa por estrategias partidarias o confabulaciones extrañas; es una ley nefasta para todos y las organizaciones sociales impulsan justificadamente su referéndum.

Entiendo que para el gobierno es más cómodo pensar que es un complot del FA o cuestiones así; pero no. La LUC no era urgente, la derogación de muchos de sus artículos, sí.

 

Política, en crisis y con pandemia por Cristina De Armas

Allá por el mes de Octubre 2020 hablamos sobre la entonces idea del PIT CNT de derogar la Ley de Urgente Consideración (LUC), caballito de batalla del gobierno y acompañada en muchos artículos por la oposición. Una ley que la ciudadanía votó al votar al candidato del Partido Nacional porque fue planteada por él durante la campaña electoral en 2019, nunca se dijo en qué consistía, nunca se dieron detalles y los ciudadanos lo votaron de todas formas, sin saber, le dieron un cheque en blanco.

Decíamos que el PIT CNT simplemente hacía su trabajo, ver que en todo lo que intentara el gobierno no se afectaran negativamente los intereses de los trabajadores. Muchas veces la sindical puede negociar con el gobierno, otras veces debe marcar diferencias necesarias a fin de que a sus actuales representantes les volvieran a elegir cuando la central sindical tuviera sus propias elecciones internas.

Así mismo hablaba de la actitud de la nueva oposición política luego de quince años de gobierno, el Frente Amplio. En un primer momento no acompañó decididamente aquella iniciativa de quienes han sido siempre su brazo más fuerte, las organizaciones sociales y sindicales. La pregunta era inevitable, ¿se animaría esta vez y luego de quince años de gobierno, con una realidad casi nuevamente bipartidista, aceptando cargos en el gobierno como los partidos tradicionales supieron aceptar en el gobierno de Vázquez, a ser oposición? El tiempo de acomodar la fruta en el carro casi terminó, poco le queda al gobierno por entregar y ahora se ve la política en la cancha y una política que tiene un objetivo concreto, las elecciones de 2024. La oposición y la central sindical vuelven a unir a la militancia para juntar firmas con el objetivo de derogar 135 artículos de la LUC. Las militancias vuelven a confrontar, los golpes de efecto con una oposición que alerta sobre el corte de derechos que implican esos artículos y los oficialistas que alertan sobre la derogación de artículos que en realidad no se quieren derogar, todos buscando el apoyo de la mayoría, la de una población en medio de una crisis económica que es cada vez más difícil eclipsar bajo la pandemia.

La pandemia misma y su gestión, las vacunas y si llegan, cuando llegan, cuáles son; ese estado de “pre vacunación” en que dice el gobierno que nos encontramos, heladeras que llegan y gente que muere, si se vacunará la población por voluntad, obligación o necesidad. Eso también, aunque doloroso sirve para el ejercicio político de quienes teniendo a la política como forma de vida saben que no se puede dejar de lado jamás, exceptuando esos cien días -que esta vez por la pandemia fueron más- en que se negocian los cargos. Y en ese ejercicio también se incluyen los miembros de la coalición que entendiendo que no pueden obligar al presidente a hacerles más partícipes del gobierno porque no es un gobierno colegiado y porque la Concertación no es un partido político; aportan ideas para que el gobierno las tenga en cuenta y el presidente responde que entiende lo que hacen, el ejercicio político de marcar presencia, pero minimiza su importancia y aclara que todos más o menos, le han aportado lo mismo. Es ejercicio político, gimnasia partidaria una vez más, es un trabajo y cada uno debe hacerlo desde su lugar, oposición, socio oficialista, oficialismo, sindicalismo.

Más allá de las crisis y pandemias, de las vacunas y de las muertes, la política tiene un cronograma, un ciclo que cuesta mucho interrumpir y que en este momento es pre electoral y que recomenzará con las elecciones juveniles donde se capta la masa obrera, militantes o “voluntarios” al decir de la nueva ley de financiamiento de los partidos políticos y se prueba o se busca nuevos líderes para el futuro. Si se logran las firmas será un logro para la oposición y el referéndum será en contra del gobierno, quien ésta posibilidad ya la tenía prevista; si no se logran las firmas, la excusa está en la pandemia y la crisis. Nada pasará más que en el choque siempre exagerado y exacerbado de las militancias. Lo principal para los actores, es que no se deje de hacer política.

 

Voz del Pueblo, Voz de Dios por Juan Pablo Grandal

Para comenzar en la discusión de este tema hay que dejar un par de cuestiones sobre la constitucionalidad bien en claro. La ley de urgente consideración es constitucional en tanto es un mecanismo previsto por la Constitución de la República; y un referéndum derogatorio dentro de los plazos estipulados también lo es. Entiendo que desde ambos bandos se presente argumentos atacando la validez jurídica de los mecanismos tomados por el bando contrario, es parte de la puja política a final de cuenta. Pero es un razonamiento falaz en ambos casos, y hay que afirmarlo claramente.

Me he expresado en anteriores columnas en este semanario sobre la campaña pro-referéndum derogatorio de parte de la LUC, y mantengo mi opinión en el sentido de que no es la mejor opción para el Frente Amplio y el movimiento sindical impulsar este tipo de campaña en un momento en que el gobierno nacional sigue manteniendo niveles de aprobación mayoritarios en las encuestas de opinión pública. Sigo creyendo que, si bien es posible que se alcance el número de firmas necesario para llegar a un referéndum, el referéndum derogatorio no triunfará. Creo que esta campaña representa un error de cálculo importante desde el punto de vista político, y la insistencia por parte de sectores de la militancia de contrariar más con los promotores de la campaña para derogar toda la LUC que con el propio gobierno, no ayuda. Pero sin duda que la campaña es legítima, y al final de cuenta tampoco se puede ir muy lejos en criticar a la oposición al gobierno por cumplir con su rol de oposición. La acusación de que esto es “antidemocrático” es absolutamente ridícula.

¿Se trata esta campaña de “gimnasia partidaria” o de una preocupación real por el efecto que las políticas del gobierno puedan tener en la mayoría de la población? Ambas. La mayoría de la oposición claramente teme genuinamente los efectos que la LUC, o algunos artículos de la LUC, puedan tener en el bienestar del pueblo, eso nadie lo puede negar. Y que se cataloguen pujas de poder entre los distintos partidos y sectores de la política nacional de forma insultante como “gimnasia” es realmente curioso, parece haber un sector de la opinión pública que quiere una democracia liberal, pero sin disputas de poder. Hay que bajar un poquito al mundo real, la idea de la democracia como un sistema en que hombres perfectamente racionales y honrados debaten el futuro del país sin intereses subyacentes en puja es absolutamente fantasiosa.

Y eso también existe del otro bando. Se crítica a la LUC como “antipopular”. Pero hasta donde yo sé la ley es una recopilación bastante completa de diversas propuestas realizadas por el actual Presidente Lacalle Pou y otros miembros de la actual coalición gobernante durante la campaña electoral. Y si mal no recuerdo, el actual Presidente llegó a ser Presidente mediante el voto popular de la mayoría del electorado, que uno puede suponer en mayor o menor medida estuvo de acuerdo con varias de estas propuestas. Entonces, ¿qué es lo antidemocrático o antipopular de este proyecto? “Voz del Pueblo, Voz de Dios”.

En cuanto a mi opinión personal, hay varios artículos que estaría de acuerdo en derogar, como aquellos referidos al Instituto Nacional de Colonización o la reglamentación del derecho a huelga; como también hay otros que creo son positivos para el país y no quisiera verlos derogados, como la ampliación del concepto de legítima defensa, o la derogación de la “inclusión financiera”. No podía ser de otra manera ante un proyecto tan amplio y extenso el estar a favor de algunas partes y no de otras, siendo esta una de las razones por las que creo que el referéndum será una derrota para la oposición y una victoria para el gobierno. Pero el referéndum es legítimo, y pase lo que pase, el Pueblo habrá hablado.

 

Ejercicio directo de la democracia por Martín Forischi

Qué cosa rara…, que cosa rara es esto; acá si no estoy de acuerdo con el Gobierno de turno, entonces pasas a ser un miserable que no comprende que, éste Gobierno está haciendo frente a una pandemia, por lo tanto, hay reivindicaciones que no es momento hacerlas, y así pasó un año.

Como abogado lo que quiero decir es lo siguiente, luego de 15 años de Gobierno progresista, con nueva legislatura que amparó innumerables casuísticas hasta el momento olvidadas, llega el nuevo Gobierno que decidió destrozar el país ¿no? No comprendo el ejercicio de ganar una elección para luego arruinar un país por no estar preparado para gobernar.

Dicho esto, y frente a la grosera Ley ómnibus solapada en una ley de asunto urgente, es que tenemos el recurso de Referéndum, cómo mecanismo del ejercicio directo de la democracia; y si es un mecanismo para el ejercicio directo de la democracia, entonces es justo utilizarlo cuando entendemos que hay alguna normativa aprobada donde el tratamiento dado no fue el correcto.

El Referéndum (art. 79 inc.2 Constitución), se debe interponer por el 25 % del total de inscriptos habilitados para votar, contra una ley que, se busca ser refrendada de forma total o parcial, y debiendo hacerlo dentro del año de promulgada. Remarcando que, el voto es obligatorio (art. 77 núm.2 Constitución).

No es para cualquiera crear un proyecto de ley, analizarlo, aprobarlo y reglamentarlo, y mucho menos cuando su aprobación es con celeridad excepcional. En estos casos, es una responsabilidad que no debemos dejarla solamente en manos de Senadores y Representantes.

Parafraseando a los entrenadores de fútbol, hay que levantar la cabeza, hacer los pases más simples, abrir el juego, y mediante esa apertura, hacer el juego más democrático con el mecanismo del Referéndum para refrendar la ley, y allí el elector ser el contralor que dice: “para…, son 501 artículos para analizar solo 45 días en la cámara de Senadores y 30 en la de Representantes, pensemos un poco…”

Ahora si no llegamos al mínimo de firmas permitidas para el Referéndum contra la LUC…, no sería un problema, ya que no me hace falta ganar un Referéndum a mí para saber que el próximo Gobierno tiene que ser progresista. Claramente no me hace falta saber que no se puede seguir insistiendo con este Gobierno de turno para saber que estamos “fritos” ¿eh? Con los Blancos, los Colorados, los Cabildantes, no me hace falta…, no me hace falta que a un año de gestión no han logrado nada y el país esta inmerso en una de sus crisis más importantes de los últimos 20 años. No me hace falta.

Cuando hay operadores del Gobierno que dicen “que increíble lo bien que se gestiona este país con la herramienta de la LUC, sumado al manejo de la pandemia…” yo digo, sí, claro que es increíble…, es increíble lo mal que administran. Es increíble, lo mal que administran, porque no pueden pasar 12 meses de Gobierno y no hacer nada; A veces me pregunto ¿qué somos con este Gobierno?, somos esto.

 

Democracia y demás cosas directas por Fernando Pioli

¿Cómo es posible que pueda considerarse antidemocrática una campaña de recolección de firmas para someter a escrutinio ciudadano una ley? La respuesta fácil es el miedo a la democracia, pero no solo es la respuesta fácil, es la mejor respuesta.

La experiencia indica que alcanzar un consenso suficiente para anular o derogar una ley es un esfuerzo titánico, y tiene que existir un convencimiento profundo del electorado para que esto ocurra. Desde el retorno a la democracia, diversas leyes han sido sometidas a procesos de evaluación ciudadana y escasamente han encontrado eco en el soberano para constituir un riesgo para la decisión escogida por el parlamento, en su legítimo momento.

El temor a la democracia directa, con todos los impedimentos legales que justificadamente tiene porque si se va a gobernar por democracia directa para qué queremos parlamento, es en definitiva un temor más visceral a la democracia sin más. Es el temor a que la representatividad sea interpelada, a que el gobierno de todos sea realmente de todos.

Ante esto, resulta que tenemos dos campañas paralelas contra la LUC. Una de ellas busca la derogación parcial y otra la derogación total. Podemos discutir la conveniencia de la segunda campaña, pero no puede discutirse su legitimidad. La campaña de derogación parcial, es parcial sólo porque la participación del FA es necesaria para alcanzar el objetivo. Tampoco en esto puede criticarse al FA, dado que negoció el contenido del articulado y votó como consecuencia de esa negociación la mayoría del mismo.

Lo cierto es que hubo consenso en toda la oposición, en que el mecanismo de la ley de urgencia, en la que se incluyó una maraña engorrosa de temáticas inconexas y que no requerían más urgencia que votarla antes de que la coalición se agrietase, era en sí mismo una triquiñuela que bordeaba los límites de lo democráticamente aceptable.

De modo que, desde esta perspectiva, nadie que haya tolerado la ingeniería de la LUC puede ofenderse por la ingeniería del intento de derogación.

Lo curioso del panorama político actual es que gobierno y oposición no parecen haberse adaptado a sus actuales roles, eso hace que lo normal pase por extraño. Discutir lo que es común a todos no es lo extraño en una democracia, justamente es lo normal. Quien se asuste de eso que repita todo lo que pueda que es demócrata, a ver si se convence.

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