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Sin excusas por Luis Nieto

Sin excusas por Luis Nieto
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Todavía hay gente que, a pesar de tener acceso a la información que surge de fuentes variadas, sigue teniendo muchas dudas sobre quién es el bueno y quién el malo en esta tragedia post soviética. La cuenta no es muy difícil de hacer. Al día de hoy, las bajas rusas dentro de Ucrania han sido mayores a las que tuvo en todas las que Rusia haya participado desde la Segunda Guerra Mundial. A poco más de un año de haber empezado la llamada “Operación Militar Especial”, las bajas, según distintas fuentes, van de las 200 mil a las 250 mil. Una catástrofe humanitaria, porque esa es solo la cantidad de militares rusos muertos dentro de Ucrania, sin contar los civiles y militares ucranianos y el enorme costo de dejar ciudades enteras en escombros. ¿Quién pagará todo esto cuando la guerra termine? Rusia. Putin será juzgado por un tribunal internacional y no saldrá de la cárcel por el resto de su vida, pero será el pueblo ruso el que esté obligado a pagar la reconstrucción. La ONU considera que han sido asesinados más de 7 millones de civiles, alrededor de 500 son niños; casi 8 millones tuvieron que escapar de su país, y otros 7 millones han dejado sus casas para alejarse de las zonas de guerra. Una verdadera hecatombe.
La actitud latinoamericana, salvo Uruguay y Chile ha sido entre timorata y lamentable. Tanta genuflexión en la época soviética ha dejado el hábito del silencio en la izquierda regional. Muchos se han tragado el anzuelo de que Ucrania es un país gobernado por pro nazis y un pueblo que odia a los rusos, cuando muchos tienen a buena parte de su familia del lado de lo que una vez fue la URSS, y son perfectamente bilingües.
Nueva Zelanda, Australia, la India o Canadá, mantienen una relación respetuosa y de beneficio mutuo con el Reino Unido. Uruguay rompió sus cadenas coloniales doscientos años atrás. En los años recientes, hemos recibido una influencia tóxica más intensa por parte de Cuba que de España. La Cuba de los hermanos Castro ha sido la puerta de la Unión Soviética en América Latina, y el gobierno cubano sigue siendo, un gobierno ciego, sordo y mudo ante el gobierno que preside Vladimir Putin. Y ha llevado al pueblo cubano a un callejón sin salida, y no podrá sacarlo de ahí. No hay forma de que la dirigencia cubana, la que ejecutó a la perfección la agenda soviética para América Latina, pueda establecer vínculos sinceros y de diálogo con los demás países latinoamericanos. Cuando Cuba intervino militarmente en África y América Latina lo hizo convencida de que ese era el porvenir. ¿A qué países de la región visitó Lavrov recientemente? Cuba, Venezuela y Nicaragua. Tres países cipayos que dan lástima, porque, encima, el férreo control estatal impide cualquier acto práctico de solidaridad.
América Latina está en una encrucijada: no acaba de reconocer que la democracia, aún con su funcionamiento imperfecto, es un camino más seguro para los ciudadanos que no tienen una vocación político-partidaria. No todo el mundo cabe dentro del partido único, la punta de lanza del socialismo leninista. Ahí está la Argentina, deshecha, cuando tiene todos los recursos intelectuales y materiales para ser uno de los países más desarrollados y prósperos del mundo. El peronismo ha sido el caldo de cultivo para que una banda de forajidos se adueñara del discurso y del país, y hoy va barranca abajo, con un 40% de pobreza. Para medir la situación, en términos uruguayos, que es lo que conocemos mejor, Argentina cerró el mes de abril con un 8.4% de inflación MENSUAL. La inflación mensual de Argentina es superior a la inflación ANUAL de Uruguay, que tiene muchos problemas y no todos se resuelven bien, pero tiene un arraigo tan fuerte con la democracia que ni los militares, cuando tenían todo el poder en sus manos, pudieron ganar el plebiscito que ellos mismos habían organizado en 1980.
Ucrania es el país invadido y masacrado. Todos los muertos están dentro de sus fronteras, no en territorio ruso. El gobierno de ucrania ha reiterado hasta el cansancio que su objetivo es recuperar las fronteras y no inmiscuirse en los asuntos rusos. La guerra puede terminar mañana si el gobierno de Putin da la orden de que su ejército abandone Ucrania y vuelva a su país. Ese día se termina la guerra.
América Latina está desperdiciando una oportunidad de solucionar esto y mostrar dignidad si comprende cuál es su historia y cuál es su responsabilidad hoy. Bastaría con que los gobiernos latinoamericanos le exijan a Rusia que salgan de Ucrania para parar esta matanza brutal. A nuestros países han llegado ciudadanos perseguidos de todas partes del mundo y encontraron solidaridad para con ellos y escuelas para sus hijos. Basta ver las fotos de lo que antes fue la ciudad de Bahmut y ver lo que es ahora para comprender que esto es un genocidio insoportable para la humanidad, que debe resolver, incluso, el problema del hambre y el cambio climático en todo el mundo. Estamos sufriendo en carne propia las consecuencias del cambio climático, que se ha quedado muy atrás como preocupación de la opinión pública. En muchos otros países se están registrando sequías históricas y vientos nunca antes registrados. La invasión de Ucrania ha venido a contribuir de forma todavía no cuantificada a ese caos climático que ya está aquí. La invasión de Ucrania ¿le ha traído algún beneficio al resto del mundo? Más bien lo contrario.
A los responsables de esta masacre, seguramente, los espera la justicia. De momento, Putin no puede poner un pie fuera de Rusia. Los magnates rusos cada vez se animan un poco más y hacen conocer su opinión públicamente. ¿Los gobiernos latinoamericanos tienen menos agallas y sensibilidad que esta gente que ha superado los mil millones de fortuna según la lista Forbes, tras apropiarse de los recursos públicos de la URSS?
Sería lamentable que los magnates rusos adopten una actitud más activa que América Latina ante semejante hecatombe.

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