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Tabaré Vázquez en los libros

Tabaré Vázquez en los libros
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El expresidente fallecido fue objeto de análisis a través de distintas publicaciones. Escritores y periodistas editaron libros que recorrieron distintos caminos. Mientras unos apelaron a una “disección” de sus métodos y estrategias políticas, otros rescataron el hombre, al padre y al amigo. Una selección de algunos de los trabajos que lo tuvieron como epicentro.

Tabaré Vázquez y José Mujica son, quizás, los dos presidentes que más material literario han generado. Vázquez, incluso, publicó su propio libro. En 2011 editó “Crónica de un mal amigo” donde, irónicamente, trazó una serie de puntos, en clave de sugerencia, para enfrentar el cáncer. En su introducción, el expresidente fallecido anotaba: “Este texto no es una autobiografía. Es un ensayo que tiene como único y excluyente objetivo poner en manos de sus lectores elementos que los ayuden a comprender y a luchar contra el cáncer. Herramientas que les sirvan para evitar contraer la enfermedad, para perder el miedo y consultar lo antes posible, ante cualquier síntoma o signo que haga sospechar la existencia de un tumor.” Allí apuntaba a “la educación, la información y el compromiso de toda la comunidad” como “herramienta fundamental para prevenir el cáncer”. Apuntaba a que se conociera más la enfermedad y, de esta manera, “enfrentarla y perderle el miedo”. Un concepto que repetiría luego de que se hiciera público que padecía un tumor pulmonar.

Si viajamos atrás en el tiempo, uno de los primeros trabajos que puso foco en el expresidente fue “Tabaré Vázquez, seductor de multitudes”, de Daniel Esquibel, publicado en 1997. Tuvo un singular éxito de ventas y su autor señaló en esos tiempos: “Realicé una investigación sobre la comunicación política del Dr. Tabaré Vázquez. Tomé como objeto de estudio los textos producidos por él o con su intervención: discursos, entrevistas, informes de prensa, avisos publicitarios, actos políticos… A esta materia prima le apliqué un arsenal de herramientas interpretativas articuladas por la psicología social y la psicología de la comunicación, incluyendo instrumental propio del psicoanálisis, la semiótica y la antropología”. Su conclusión, que el tiempo vendría a confirmar, fue que el expresidente “se desmarcaba claramente del resto del elenco político uruguayo por su gran poder de comunicación, en particular por su fina sintonía para la comunicación televisiva”, y que “capitalizaba como nadie la potencia simbólica de su condición de médico, que engarzaba su discurso con las raíces míticas más profundas de la población”, y “que estaba sostenido y trabajado por un aparato publicitario de excelencia y que se basaba en una creciente estructura de poder que la izquierda venía construyendo con paciencia gramsciana desde hacía muchos años”.

En la misma línea se inscribe “El método Tabaré”, de Cecilia Custodio, en donde se afirmaba que en su círculo de confianza es de personas que se ubican en las sombras” y que “no confiaba en prácticamente nadie” y que “se hacía solamente lo que él decía”. Y se planteaba una serie de preguntas que pretendía, con distintos testimonios, responder: “¿Cómo ejerció el poder sobre la ciudadanía y sobre
la primera línea de mando que tenía a su servicio? ¿Cómo manejó los
conflictos? ¿Supo aprovechar las oportunidades? ¿Cuáles fueron sus
debilidades y sus obsesiones? ¿Hoy son las mismas? ¿Cómo afecta el
actual escenario electoral en esta nueva campaña?”.

Preguntas similares se hicieron los periodistas Sergio Israel, Edison Lanza y Ernesto Tulbovitz para afrontar otros trabajos. El primero para su libro “Tabaré Vázquez, compañero del poder”, de Sergio Israel. Allí se recorre el camino del presidente dentro de la “política activa”. “Con un gran olfato político y aplicando una disciplina basada en el método científico, alcanzó el poder sin un lugar destacado dentro del socialismo” y “desnuda la cara gris de esa conducción, donde hay una lista de debes y decisiones conflictivas como: la reforma de la educación, el veto a la despenalización del aborto, la declaratoria de servicios esenciales en la educación, el pedido de ayuda al presidente estadounidense George W. Bush y un manejo poco flexible de la crisis con Argentina, o las implicancias en negocios familiares”.

Lanza y Tulbovitz, por su parte, publicaron en 2004 “Tabaré Vázquez, misterios de un liderazgo que cambió la historia”. Allí, entre otras cosas, se reproduce el diálogo que tuvo en 1994 con Marina Arismendi donde expresó que si no se alentaba la creación de un “encuentro progresista”, él no sería el candidato de la izquierda. Eran tiempos de una enorme división en el Frente Amplio y Vázquez “trancó fuerte” y movió sus fichas. Y logró contar con los votos del Partido Comunista para lograr su objetivo.

Hay también libros publicados que transitaron otros caminos. “Tabaré revelado”, de Mario Delgado Aparaín, con fotografías de Nicolás Scafiezzo de la campaña de 1999, descubre aspectos más íntimos del expresidente. El autor va de lo personal a lo público, dando forma a una singular semblanza de Vázquez, que bien podría resumirse en una de las frases que se incluye en el libro: “Me siento perteneciente a la clase trabajadora, a la clase obrera, de los jubilados, de los jóvenes que quieren trabajar y no encuentran trabajo, de las mujeres y los hombres, de la gente”.

Carlos Liscano, el escritor y exdirector, publicó “Conversaciones con Tabaré Vázquez” donde el autor tuvo una serie de encuentros con el expresidente. Y le planteó una pregunta que sobrevuela esos encuentros:  «Quiero saber, cuando está solo, en la noche, a punto de dormirse, o en la mañana frente al espejo, mano a mano con su alma, ¿qué se dice a sí mismo?, ¿por qué quiere ser presidente?».

En el mismo tono, el último de los libros publicados que tiene a Vázquez como epicentro, es “El camino de Tabaré”, de Ariel Bergamino. Se editó este año. El autor fue testigo privilegiado del recorrido político del expresidente, y el libro resume “treinta años de ejercicio político”. Con una frase que también define ese camino: “Gobernar es gestionar el presente y anticiparse al futuro en función del interés nacional, preocupándose por el destino de todos y acompañarlos —especialmente a los más desprotegidos— a lo largo de la vida”.

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