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“Todos somos un poco hijos de Obdulio”

“Todos somos un poco hijos de Obdulio”
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 El periodista Sebastián Chittadini acaba de publicar el libro “Segunda vuelta obdulista” (Fin de Siglo). Se trata de un trabajo que continúa la línea de “Que vuelva la celeste de antes”, que mezcla investigación histórica con tintes humorísticos y que tiene al fútbol y a la figura de Obdulio Varela como eje central. El autor contó a Voces cómo nació ésta nueva entrega.

Sebastián Chittadini es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Udelar), tiene dos hijos, plantó dos árboles, anotó dos puntos en la primera división del básquetbol uruguayo, y este es su segundo libro. En cuanto al fútbol, llegó a la conclusión de que le iba mejor mirándolo y leyéndolo que jugándolo. Por eso intentó escribir sobre él. Su primera incursión literaria fue en Pebeta de mi barrio (2011), de Malena Muyala, con el cuento «Picadito y bandoneón». En 2017 publicó Que vuelva la Celeste de antes, y en 2018 integró la antología El equipo soñado. 20 goles de perfil, con un texto sobre Richard Chengue Morales. Ha participado en diferentes espacios en radio, prensa y web. Actualmente, además de llevar adelante la página Que Vuelva la Celeste de Antes (Facebook, Twitter, web), escribe (o su personaje, el profesor Hermes J. Sanabria) la columna «El rincón de las arañas» en el portal El Aguante; integra el equipo periodístico de la revista en línea Zona Mixta, y colabora en las revistas Galería y Túnel.

¿Cómo fue que nació el primer libro?

Que vuelva la celeste de antes se dio como una consecuencia de lo que venía haciendo en el blog y las redes del mismo nombre, algo que con el tiempo logró confluir en mis ganas de mandarme a la aventura de llevar la cosa a un formato de libro y en que hubiera una editorial a la que le pareciera interesante. Podría decir que sin esos espacios virtuales en los que había gente que me escribía sin saber quién estaba del otro lado, preguntando si no se me había ocurrido escribir un libro, tal vez no hubiera existido la chispa o no me hubiera imaginado haciéndolo.

¿Qué tiene este nuevo trabajo de igual y de distinto?

Intenté incursionar en el mismo estilo de escritura y en la misma voz narrativa, le corresponderá a los que lo lean decir si efectivamente es así. En cuanto a las diferencias, además de que fue un proceso de trabajo más corto por los tiempos editoriales, hay un giro en cuanto a darle a Obdulio y al obdulismo un lugar más central si se quiere. Cuando se empezó a gestar la idea de una continuación del primer libro, mi mayor preocupación pasaba por cómo lograr darle un toque diferente sin dejar de lado la esencia y el lenguaje que los lectores ya conocían, sin repetirme por repetirme; digamos que necesitaba estar más o menos seguro de que había cosas nuevas por contar.

Además del perfil humorístico hay una gran cantidad de datos e información, ¿cómo fue esa construcción?

Totalmente armónica y muy disfrutable, son de esas cosas que estaban en el “disco duro”, que lógicamente se pueden apoyar con el chequeo de algún dato concreto en cuanto a fechas o algún nombre. Tal vez el primer libro tenga una mayor presencia de ese costado de datos históricos que el segundo, aunque los dos van por esa línea de buscar articular el humor con el homenaje emotivo sobre hechos reales. Hay tanta historia y tantas historias, que se vuelven un insumo espectacular para encontrarle el costado humorístico a cosas que están muy arraigadas en el imaginario colectivo.

Has dicho que somos todos un poco obdulistas, ¿qué significa?

Hay dos “ismos” absolutamente centrales e innegables en Uruguay: el artiguismo y el batllismo, que atraviesan cualquier acercamiento a nuestra historia. ¿Cuánta gente muy variada se dice artiguista o batllista? No sería descabellado que también haya una figura así en el elemento más importante de nuestra cultura, porque eso es el fútbol. Hace poco, una encuesta dio como resultado que los uruguayos entendemos que el fútbol es más importante que la política. Es ahí donde entra el obdulismo, igual de amplio y abarcativo que los grandes ismos de este país, contradictorio y de límites difusos; con la figura del máximo prócer futbolístico uruguayo como ícono. Es por eso que, futbolísticamente, todos somos un poco hijos de Obdulio.

Visto a la distancia, ¿nos hizo bien o mal el Maracanazo?

Obdulio dijo alguna vez no nos había hecho bien, porque nos impidió crecer y mirar hacia adelante. Hablaba con un amigo argentino y él me decía que les pasa algo similar: el Mundial del ‘86 se estaba convirtiendo en su Maracanazo, con la misma discusión sobre si estar siempre pensando en Maradona y la épica contra los ingleses no estaba resultando un freno para volver a lograr títulos. Hay quienes piensan igual, yo prefiero quedarme con la posición intermedia de no olvidarlo y celebrarlo como el hecho histórico que es, sin quedarnos anclados en el pasado. ¿Cuántos países querrían tener en su historia deportiva un hito de ese tamaño? Yo creo que nunca puede ser algo malo, malo sería no tenerlo.

Comentaste que hay frases célebres que se le atribuyen a Obdulio pero fueron dichas por otros, ¿a qué responde esa necesidad de glorificarlo?

El ejemplo más claro es la famosa frase “Los de afuera son de palo”. Aunque se dijo que no fue dicha por Obdulio sino por Schubert Gambetta, queremos que la siga diciendo el Negro Jefe. La construcción de los mitos tiene esas cosas de la arbitrariedad, los vamos a construir como más nos guste. Es así como esos mismos mitos se van separando cada vez más de las personas a medida que pasan los años y los seguimos construyendo.

¿El mundial de Sudáfrica y sus momentos épicos renovó el obdulismo en la gente?

A los efectos de lo estrictamente ligado a los fundamentos del obdulismo como corriente filosófica emparentada con los valores y la forma de ser del Negro Jefe, diría que no. De hecho, produjo una ola de exitismo y nuevos fans con la que Obdulio no estaría de acuerdo. Después, hablando en serio, dejó momentos inolvidables y posibilitó que mucha gente viera de primera mano lo que era pasar no una, sino varias fases en un Mundial. Lo que tiene de bueno el obdulismo, es que prevalece en los tiempos de éxitos y en los de de fracasos deportivos, está más allá de todo.

Tu estilo es novedoso y se emparenta, por ejemplo, con Fontanarrosa. ¿Fue algo premeditado o fue surgiendo en el camino?

No creo que sea novedoso, mucho menos que pueda tener el atrevimiento de asociarse ni con la F de Fontanarrosa. Sí puedo decir que lo he leído y lo leo siempre, supongo que es   algo normal que las cosas que uno lee lo influyan. Pero de lo que sí puedo estar seguro, es de que nunca nadie puede premeditar cómo va a escribir. Es algo que se va construyendo siempre en el camino (con las recompensas del caso).

¿Cuáles son tus escritores de referencia?

Acá reafirmo que Fontanarrosa es sin dudas mi escritor de referencia, lo que escribió sobre fútbol y lo que no. Leí mucho a Benedetti cuando tenía 20, me gusta mucho el periodismo narrativo (Norman Mailer, Gay Talese, Tom Wolfe, Leila Guerriero), también soy fan de Mario Puzo, leo muchas cosas relacionadas con el deporte y el humor y Tato López es tan referente escribiendo como cuando jugaba al basket.

¿Cómo crees que seguirá tu camino con la escritura?

Escribiendo por disfrute, tratando de alimentar la escritura leyendo y escribiendo lo más que pueda, espero que publicando; pero seguro de que la cosa va a ir por el camino de hacer cosas que intenten vincular fútbol y humor. No me veo haciendo otras cosas, sinceramente. Mis pretensiones son divertirme con lo que hago y que cada tanto alguien me diga que pasó un buen rato con lo que escribí, no mucho más.

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