Si bien la propuesta estética va por otros caminos, mientras veíamos Metamorfosis, unipersonal de Ximena Echevarría con actuación de Germán Weinberg, se nos cruzaban imágenes del espectáculo Seis-Todos somos culpables de Federico Roca y Fernando Rodríguez Compare. Seis tenía como disparador los asesinatos en serie de mujeres trans en nuestro país entre los años 2012 y 2013. Desde allí se construían historias en donde la vida de esas mujeres aparecía a través de relatos de terceros, incluyendo la impunidad con que nuestra sociedad trató sus asesinatos. Pero también aparecía el rechazo social, la negación familiar, y la soledad a la que eran arrojadas esas mujeres, teniendo que sobrevivir casi en la clandestinidad. Sin embargo, la tragedia era tamizada por una energía que también ponía en pie las ganas de vivir de esas mujeres, las ganas de ser en definitiva, que se imponía a los prejuicios sociales.
Metamorfosis también se acerca a la historia de una mujer trans, a como debe enfrentarse al rechazo social, a la negación o a la brutalidad. Y también al deseo de ser que se impone al miedo. Pero el ángulo desde el que Echevarría, junto Weinberg y el resto del equipo, se acerca a la historia es exactamente el opuesto al de la obra de Roca y Rodríguez Compare. En este caso la historia se narra en primera persona, y el enorme desafío que parece plantearse es el mostrar la subjetividad de mujer detrás de un cuerpo de varón. La metamorfosis del título, más allá de la del personaje, también parece tener que ver con la mirada del espectador, que logra ver una mujer en el cuerpo del actor Germán Weinberg. Y esto nos recordó las palabras de Enrique Symns que también usáramos cuando escribíamos de Seis: “Descontando lo que tengamos entre las piernas, todo lo demás, es pura ropa. Las fraudulentas clasificaciones hetero-homosexuales (…) las aventuras del amor y los libretos del deseo, los problemas sexuales y los nombres de las cosas, todo y cada cosa es solamente ropa”. Y de ver más allá de la ropa, justamente, es de lo que trata Metamorfosis.
Helena, el personaje que encarna Weinberg, recibe al público casi sin ropa, mirándolo a los ojos. El espacio simula ser de azulejos y baldosas celestes, y en el fondo se ven cortinas translúcidas. ¿Un hospital? Frutillas desparramadas por el piso aparecen como restos de sangre ¿Marcas de una transformación? ¿Marcas de violencia? Helena se encargará de hablar de su niñez, del descubrimiento de su identidad de género, de sus juegos y de cómo empieza a percibir el estigma. La violencia que se desata sobre ella es narrada en primera persona, y el aislamiento al que parece que está destinada también. Pero no hay nada parecido a la resignación. A la necesidad de prostituirse para sobrevivir se sobrepone la dignidad de quien decide ser sí misma. Y esa dignidad se combina con canciones de Queen, con la celebración y con la fantasía para que el deseo de vivir sin negarse a sí misma también sea protagonista de Metamorfosis.
La historia en sí, que se construyó a partir de entrevistas a mujeres trans y otros elementos en una investigación de dos años, dice muy poco en realidad. Lo que más transmite la idea de esta obra es la combinación del cuerpo de varón de Weinberg con una gestualidad que remite a universo femenino. Y el transcurso del espectáculo tiene esa tensión como sostén, la contradicción entre lo que alguien es y lo que es para los otros.
El trabajo de lograr empatizar con lo que está detrás de las ropas biológicas pasa por una combinación de acciones que modifican, al menos en algunos casos, la percepción emocional del espectador, no su razón. Para esto parece importante también el trabajo audiovisual, que incluye la proyección de una de mariposa sobre el cuerpo del actor que parece subrayar el carácter casi de crisálida del cuerpo del personaje. Por supuesto, el trabajo de Weinberg es clave para que creamos en la transformación que nos propone el espectáculo, un trabajo en que el ojo de la dirección debe haber estado atento a que la gestualidad que contradice lo que esperamos no se vuelva grotesca, ni caricaturesca. Es un gran trabajo el que realiza el actor.
Cuando se estrenó 6Seis, hace más de cuatro años, no se hablaba en nuestro país de la violencia hacia las mujeres trans, de hecho el trabajo de investigación fue arduo, porque las noticias eran escasas. En pocos años los grupos en pro de los derechos de las minorías han logrado visibilizar la situación de discriminación estructural de algunos colectivos como el de las trans. En ese contexto, hace dos años fue que se empezó a trabajar en Metamorfosis. El estreno, hace unos meses ya, coincide con un momento en que algunos derechos se han conquistado, pero también con una reacción conservadora que ha generado el rebrote de la violencia hacia las mujeres trans. Tener la posibilidad, mediante un hecho artístico, de atravesar por la crisis de transformación de alguien que tiene que asumir que sus “ropas” no determinan lo que es, que decide asumirse sabiendo que le espera una sociedad que en el mejor de los casos la ignora, no es gratuito. Tiene que ver con nuestro tiempo y nuestro lugar. Y es tomar partido. Y para quien escribe es bueno que los artistas tomen partido.
Metamorfosis. Texto y dirección general: Ximena Echevarría. Actúa: Germán Weinberg.
Funciones: jueves 28 de noviembre a las 21:00. Tractatus.
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