Tres años antes por Cristina Morán
Un 13 de marzo, pero de 2020, estábamos felices haciendo teatro en Piriápolis. Una noche de marzo que, si bien era hermosa, permitía que el otoño diera sus primeros pasos, es decir, nada que ver con este 13M, tres años después en que nos agobian temperaturas extremas. El cambio climático, negado por los negacionistas de siempre, está mostrando su dramática realidad, y lo estamos viviendo en este país del Sur del que solemos pensar que a él no van a llegar las catástrofes que azotan, como jinetes del Apocalipsis, a otros países lejanos y no tanto, como Brasil, por solo nombrar uno. Aquella noche al terminar la función tuvimos la noticia: el presidente de la República, había anunciado en cadena de radio y televisión que declaraba el estado de emergencia sanitaria por la llegada de un virus al cual conocimos como Covid19. Todo lo que siguió lo vivimos, lo vivió la humanidad sin distinción de razas, de credos, de hombre y mujer. Ese virus no era selectivo: atacaba a todos por igual. Y tres años después llegó el calor extremo, llegó la falta de lluvia, llegó la dramática sequía que resquebraja la tierra, que mata las pasturas, que mata de hambre y sed a los animales, que desespera a la gente que cultiva, que cría ganados y ve como la “pacha mama” no da frutos, no responde y las vacas, las ovejas, los caballos, los perros enflaquecen y comienzan a morir y la desolación envuelve a esos productores, hombres y mujeres, que están con las manos atadas, que lo que tenían que hacer lo hicieron y solo les queda la esperanza de ver caer, por fin, la lluvia benefactora que los empape, que devuelva la vida a la tierra, a los animales, a todos nosotros. De ninguna manera esta columnista, para la que hoy es lunes 13M (tres años después) va a enumerar la ayuda que en materia económica el gobierno está otorgando a los productores, porque ustedes lo saben bien y los columnistas especializados, en este mismo semanario, se encargan de referirse al tema. A mí, realmente, lo que me preocupa es que en todos esos anuncios de ayuda solo estén referidos a la parte económica y que, ni por error se haga la mínima mención a la instalación de riegos artificiales, aquellos, que les comenté, “descubrí” en Israel, en el año 1979 junto a los paneles solares. Desde entonces espero que ese sistema llegue a Uruguay, porque los gobiernos y todos nosotros sabemos que los recursos naturales son finitos, por más felices y orgullosos que estemos del acuífero Guaraní, por ejemplo. Dado que solo soy una ciudadana de a pie que como tantos otros se preocupa y se angustia por lo que estamos viviendo, me digo que plata hay, (¡por favor, no me vayan a decir que no hay!) talentos uruguayos hay, trabajadores que echarían mano a la tarea, ahora mismo, ya, para esa tarea, hay ¿y entonces por qué no encaramos? ¿Por qué junto a la ayuda económica el gobierno no se pone las pilas o mejor se conecta a 220 y da el puntapié inicial a la pelota de este partido para que empiece a rodar y Uruguay haga el gran gol del siglo XXI? El ministro de ganadería ganaría muchos puntos si hiciera ese anuncio, pero si no lo hacen, o dan razones coherentes que justifiquen esa “negación” solo queda pensar que es “pura política”. Lo cual sería una pena. Hasta la próxima. Que seas feliz.
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