Unos días después por Cristina Moran
Tengo la sensación que la columna de hoy comenzó a gestarse cuando vi, por segunda vez, “Selma: el poder de un sueño”
que narra las tres marchas de los afrodescendientes, ciudadanos estadounidenses reclamando su derecho al voto y liderados por Martin Luther King, aquel premio Nobel de la Paz que murió baleado en Memphis como lo fue aquel otro pacifista en la India llamado Mahatma Ghandi.
King, acompañado siempre por su esposa, Coretta, era quien exigía al gobierno norteamericano del momento (Lyndon Jhonson en la presidencia) después del asesinato de Robert Kennedy.
El film se centra exclusivamente en esas tres marchas, en la represión policial sufrida durante las mismas, con muertos y heridos en cada una de ellas.
El racismo en el país del Norte, hoy teniendo a Donald Trump como presidente, era un drama diario para los ciudadanos negros, descendientes de aquellos que fueron sacados a la fuerza de sus países para pasar a ser usados, vendidos y comprados, sin derecho a nada, como esclavos.
Ocurrió que, en la campaña pre-electoral de Brasil, el candidato, hoy presidente, Jair Bolsonaro, hizo escuchar sus discursos homofóbicos y racistas en sus distintas apariciones públicas. A decir verdad, todos sus discursos resultaban preocupantes, pero no lo fueron para el 55% de los brasileños que lo llevaron al poder.
Desde luego quise saber algo de la historia de este hombre de 63 años que niega la dictadura que hundió a Brasil durante tantos años, que es rechazado por muchas mujeres y endiosado por otras muchas, que pregona la tenencia y uso de las armas que tiene hijos que también, alguno de ellos, se entregaron a la vida política. Por ejemplo, Eduardo, fue reelegido diputado federal con la mayor votación nunca registrada; Flavio es diputado estatal por Río de Janeiro y Carlos no se presentó como candidato, pero fue uno de los coordinadores de la campaña de su padre.
Desde la lejana y empobrecida Italia y con diez años de edad, junto a sus padres, llegó el bisabuelo del 38º. Presidente de la historia de Brasil en el año 1888. Anguillara es el nombre del lugar donde los desconocidos parientes italianos, se mostraban preocupados por el discurso agresivo y con aire autoritario del Bolsonaro (con S) y no con Z como ellos se firmaban.
Fueron algunos de esos parientes que dieron su opinión. Franco Bolzonaro, nada sabía de su pariente lejano y no quería ser identificado con sus ideas.
Mientras, algunos parientes preparaban festejos por si gana, porque después de todo, “es un hijo ilustre del Véneto, aunque muy distante” otros fueron categóricos: esperaban que el descendiente Bolsonaro no fuera elegido. El argumento de ellos: el extremismo del candidato que desagradaba también a otros parientes”.
Ana Bolsonaro es bióloga, tiene 26 años y quedó asustada al enterarse de las declaraciones del hoy presidente, sobre mujeres y gays y sobre la tortura y se preguntaba: “¿cómo puede alguien, con ese discurso, ser elegido?”.
Como ya te habrás enterado, Ana, tu lejano pariente, el primero de enero de 2019 recibirá la banda presidencial por parte de su antecesor Michel Temer y regirá, a su manera, los destinos de su país.
Suerte en pila, Brasil. Te amamos. Hasta la próxima. Que seas feliz.
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