En el primer gobierno de Vázquez, entre otras responsabilidades, se me asigna la tarea de coordinar y gestionar un espacio continuo a la biblioteca del Edificio Libertad, sede del Poder Ejecutivo. Allí instalo yo un Espacio Cultural. Dando posibilidades a que diversos artistas plásticos pudiesen expresarse. Gratis. Realizamos en 5 años, 36 exposiciones. Valoradas y apreciadas. Aunque, como crítica se nos decía que a veces el nivel de los expositores no era del todo muy bueno. Defendíamos la postura diciendo que los salones de la Presidencia de la República debían estar disponibles para todos. Y si bien pasaron y expusieron destacados artistas, también dimos oportunidad a que otros, no tan destacados ni famosos aún tuviesen su oportunidad. Y funcionó. Creo que con VOCES pasa algo similar. Los lectores podemos ver que los entrevistados centrales no son de un perfil o sintonía similar. En intereses, en ideología, en opción política. Ni siquiera en filosofía de vida. Pero en VOCES se aceptan todas las opiniones y opciones. Y luego, cada lector hará sus apreciaciones.
Entonces, muchos lectores veremos que la nota a Agustín Canzani, Pino Solanas, Lustemberg, o al Contador Ricardo Pascale tiene otro sentido y profundidad que las de Hugo Manini Ríos o Sonsol. Cosas y privilegios del periodismo independiente.
Yo hoy querría trabajar con las notas de Lustemberg y Pascale. Y buscar similitudes con mi propio pensamiento de mi entrega última. “Concertación…decía el general”.
Hasta podríamos hacer un poco de bibliometría. La bibliometría es una parte de la cienciometría que aplica métodos matemáticos y estadísticos a toda la literatura de carácter científico y a los autores que la producen, con el objetivo de estudiar y analizar la actividad científica. Ver, cuantas veces Pascale, pero también el propio Alfredo García en el editorial, Sarthou en el artículo “Inocentes asesinatos”, Pablo Ferrari en el artículo “La ausencia de rumbo no le sirve ni a los malla oro”, comparten mi propia idea central. Alfredo García nos habla del ejemplo de la CIDE en 1968, o los documento y acuerdos logrados por la CONAPRO. Y termina preguntando ¡hacia dónde va nuestro país? Pascale en su largo reportaje nombra seguido la importancia de concertar. Lograr acuerdos. Trazar políticas de estado. De cómo, estando en el equipo económico del primer gobierno de Sanguinetti, con Iglesias, Zerbino, Davrieux y Slinger concordaban y mantenían reuniones permanentes con Wilson y con Seregni. Habla de la importancia de buscar y defender todo aquello que nos une. Y de que, aparentemente la Universidad nos prepara para hacer muy buenos diagnósticos, pero luego no sabemos pasar a la instancia de las acciones. Termina desesperándonos como cuando vemos aquellos equipos de fútbol que entran al área rival con pelota dominada pero nunca rematan al arco y nunca anotan el gol. Menciona Pascale el tema de la educación. Concluye, y comparto totalmente, que hoy los programas son obsoletos, que “…la educación domestica más que incentiva la creatividad, que el niño la pierde en la escuela. Cuando es chico le decimos que dibuje y pinte, /y/ hace cosas maravillosas, y después no se anima a agarrar un lápiz”. Y destaca “…llega un momento en que el país tiene que tomar la decisión de cuál es el rumbo a seguir”.
Me vi obligado a releer y subrayar el reportaje a la Dra Lustemberg. Bueno. Bien llevado. Objetivo. Claro. Con buen diagnóstico. Me detengo hasta en la autocrítica que se hace el Frente. Pero… ¿y los nuevos pasos a dar? ¿Y cómo y cuándo planificamos el futuro? Es imprescindible trazar tres o cuatro prioridades para el país. Ya nombré en nota anterior a la educación, el trabajo, la vivienda y la producción. Falta llenarla de contenidos. Invitar a técnicos, especialistas y todo tipo de involucrados. Me parece que en las redes hay una alta preocupación por la crítica. Marcar diferencias. Ver contradicciones. Confrontar. En cambio, siento que el camino es el entendimiento. El pueblo, cuando pasa hambre o necesidades de todo tipo, no repara en divisas partidarias. Los uruguayos podemos. Yo no pierdo perfil ni bajo mis banderas cuando dialogo y busco espacios comunes con personas de otras tiendas. Siento, eso sí, que el síndrome de Maracaná está presente. Y eso, que tanta gloria nos dio, hoy tal vez no nos deja crecer. Tenemos que crear una cultura del esfuerzo, la lealtad, la solidaridad. Pero también de la innovación. La creatividad, la investigación. Ya no hay espacio para el juego en solitario. Tenemos que formar equipo. Pensar en el amplio colectivo. ¿Recuerdan cuando se decía que la meta era “tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro…? Tal vez hoy me guste más pensar en un pueblo donde impulsemos la presencia de muchos niños, plantemos muchos árboles, creando conciencia del equilibrio ecológico, y estimulando a que muchos, desplegando al máximo su creatividad, escriban, leen analicen y se expresen mejor”.-
Si es tiempo de encontrar un camino común, y avanzar.
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