Home Entrevista Central Viviana Ruggiero, periodista: “El periodista es el perro guardián del poder. Nuestra misión es ladrar”

Viviana Ruggiero, periodista: “El periodista es el perro guardián del poder. Nuestra misión es ladrar”

Viviana Ruggiero, periodista:  “El periodista es el perro guardián del poder. Nuestra misión es ladrar”
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Llegó puntualmente a la cita, cosa poco frecuente en ella, según nos confesó, y tocamos todos los temas que se nos ocurrieron sobre la comunicación actual. Es una típica exponente de la generación femenina que se hace sentir en el periodismo local y que, por suerte, gana cada día más espacio. Paren las rotativas: habla libremente, sin tapaboca.

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

¿Dónde naciste?

Nací en La Unión y viví allí hasta los veinticinco, que me independicé. Viví con mis padres y mis abuelos maternos. Me hubiese gustado tener hermanos, aunque no sé lo que es. Más ahora que estoy más grande, y que veo que voy a tener que encarar sola el tema de la vejez de mis padres. En ese momento pensás en que estaría bueno compartir esa responsabilidad con alguien.

¿A qué escuela fuiste?

Desde los cuatro años hasta que terminé el liceo fui al Santa Luisa de Marillac, es un colegio católico que está frente al Piñeyro del Campo.

¿Sos católica?

Creo en Dios. Con la Iglesia he tenido mis momentos. Pero sí, creo en Dios. Mi abuela y mi madre son católicas y bastante practicantes. Mi padre y mi abuelo, no. Pero me bautizaron y tomé la comunión. Hasta ahí llegué.

Tu viejo trabaja en el puerto.

Sí, hasta el día de hoy. No se jubiló todavía. Mi madre laburó toda la vida en un almacén al por mayor, y ahora está jubilada desde hace un par de años. En cuanto a los abuelos con los que vivía, mi abuelo hizo hasta segundo de escuela y fue obrero, y mi abuela fue empleada doméstica. Soy la primera universitaria de la familia.

¿Se hablaba de política en tu casa?

A mi padre siempre le gustó mucho la política. Mi madre es anti política totalmente. De hecho, cuando mi padre quería ver un programa de política, mi madre decía que viéramos otra cosa.

Tu madre no te mira.

Ahora sí, es el colmo. Se tuvo que terminar fumando que su hija, a la que le gusta la política, terminara muy vinculada a la política, haciendo un programa de política, escribiendo de política. Ahora me mira, y creo que ha matizado esto que tuvo toda la vida. Es la gran victoria de mi viejo: que ahora la tele se prende sin culpa y sin que nadie joda. El dicho de mi madre es que la política es muy sucia. Cuando yo era chica, ella daba por hecho que a mí no me gustaba. Y sí, no soy la típica que desde chica quiso ser periodista. No tenía idea qué iba a hacer. Estaba del lado de mi madre, en cuanto a querer mirar otra cosa.

Entraste en Comunicación de casualidad.

No sabía qué quería hacer cuando terminé el liceo. Fui a hacer el típico test vocacional, con una amiga de mi madre que es psicóloga.

¿Qué te dio?

No me acuerdo. Cuando era chica quería ser jueza, pero cuando vi todo lo que tenía que estudiar dije que aquello no era para mí. Me gustaba estudiar, pero quería algo que saliera rápido al mercado laboral. Quería trabajar. Era muy consciente de que necesitaba tener mis ingresos para lograr independencia. Entonces no me planteé hacer una carrera muy larga. Aquel test me dio que tenía que ir por el lado de la comunicación, de la recreación. Ahí empecé a ver Comunicación y vi que me podía gustar. Mis padres hasta ese momento me habían pagado la educación, y yo no tenía ganas de que ellos me siguieran bancando la educación. Pero me empecé a informar y me dijeron que la Facultad de Comunicación de la UdelaR en aquel momento no estaba muy buena, que la UTU era mejor, y mi madre empezó a averiguar en las privadas. Como no les daba, empezó a traer los papeles para aplicar a las becas. Yo no tenía ganas, pero finalmente di la prueba para obtener la beca en la Católica. Estudié. Te ponían matemática, lengua, y después una evaluación económica y psicológica. La hice. Pensaba que no la iba a obtener, y tanto es así que el día que había que llamar para saber los resultados le dije a mi madre que yo no iba a llamar, que me daba vergüenza, que llamara ella. Llamó mi madre. Efectivamente, le dijeron que la había obtenido. Empecé en la Católica. Es un gran logro de mi vieja. Me tuvo mucha fe.

Cuatro años.

Cuatro años. Trabajé mientras hice la carrera. No me acuerdo si en primero o en segundo, con un profe que me dio la oportunidad de trabajar en la Católica, en la secretaría de Comunicación, en relaciones públicas, con José Cozzo. Estudiaba de mañana y después me quedaba a laburar. Mi primer trabajo fue como extra haciendo comerciales, y después como promotora. La primera vez fue con un casting para repartir volantes de neumáticos en un semáforo, y no quedé. Lloraba como una marrana.

Ni para repartir volantes.

Hoy digo que menos mal que no quedé. Terrible. Fue tal el fracaso que me acuerdo de ese día, lo tengo bien presente, llorando porque no había quedado. Después hice varias promociones, la mayoría en supermercados. La única vez que me echaron en mi vida fue de una promoción.

¿Qué hiciste?

No me olvido más tampoco. Estaba haciendo una promoción en un súper. La noche anterior me había acostado tarde, estaba muerta. En el súper no había nadie más que los empleados y yo. Osé apoyarme en una silla porque estaba agotada, y justo llegó la supervisora. Mandó llamar a la agencia, y me echaron. Me sentí horrible. Después me volvieron a llamar de la agencia, quedó todo bien.

Como alumna vos misma decís que fuiste la peor.

Sí, siempre fui muy charlatana. Me distraía con cualquier cosa. En la facultad me pasaron dos cosas. Un día, por hablar, Fernando Filgueiras me echó del aula magna de la Católica. Y de Tomás Linn fui la peor alumna. Pero siempre me pescaban charlando y me rezongaban. De chica también en los carnés siempre me venía una observación de conducta, pero era por hablar.

La formación académica te marcó como para agarrar para el periodismo escrito.

Cuando llegué a tercero seguía sin saber si quería ser periodista. De hecho, dudé en hacer Narrativa. Cuando terminé la facultad lo que menos me gustaba era escribir. Me parecía aburrido estar atrás de una computadora escribiendo. Tenía algunas faltas de ortografía. Me parecía que no iba a ser buena. En cuarto me fui de la secretaría de comunicaciones porque me surgió una posibilidad en la página web de Telemundo, replicando el contenido del informativo, y luego en el El País, para entrar en la página web también. Vamo’ arriba, pensé. En El País fue donde descubrí el periodismo. Creo que la formación académica me sirvió un montón. Pero siento que me transformé en periodista trabajando en la redacción de El País. Ahí me enamoré del periodismo escrito. Me empezó a gustar escribir. Hoy agradezco un montón haber empezado en periodismo escrito. La redacción de un diario es la que te forma como periodista. A la poca gente joven con que hablo le digo que, si pueden, pasen por una redacción. Te cambia la forma de ver el oficio. No solamente porque todos los días tenés la página en blanco que tenés que llenar, y para la que tenés que buscar un título. Las redacciones de los diarios tienen cierta magia.

Empezaste en Ciudades, después pasaste a Nacionales.

Empecé en digitales, después pasé a Ciudades, luego a Nacionales, después volví a la web, cuando el diario hizo el gran cambio de su web con un proyecto para integrar las dos reacciones, la digital y la del papel. Volví a la web y después me fui a Qué Pasa. Pasé por todo el diario, básicamente.

¿Quién te marcó en el periodismo, aparte de Tomás Linn?

En El País siento que mis mentores o los que me enseñaron un montón, fueron dos periodistas, Renzo Rossello y Déborah Friedmann. Fueron como mis padrinos en la redacción. Después Gonzalo Terra, con el que trabajé mucho en El País.

Es el que te llevó a Canal 4.

No, ese fue el Roma, Claudio Romanoff. Nunca había trabajado con él hasta que en 2015 él estaba en Telenoche, tenían un proyecto para la página web y me propuso encararlo, formando un equipo. Me pareció que el desafío estaba buenísimo y lo acepté. Al final estuve poco tiempo trabajando con el Roma, pero siempre fue un periodista con el que charlaba y hablaba de periodismo.

Hoy estás en televisión y radio. No hacés más periodismo escrito.

No. Y no volvería hoy a la redacción de un diario, tampoco.

Igual no quedan muchas.

Ojalá no pase eso que decís. Ojalá que se mantengan. Por los que vienen atrás. Estaría buenísimo que eso no sucediera.

¿Cómo ves a los que vienen atrás?

Los veo bien. Creo que no hay que subestimarlos. Hoy las redacciones de los diarios son muy jóvenes.

Son todos pasantes.

Eso no está bueno, pero hay muchos pasantes. Creo que han demostrado compromiso con el oficio. Pienso en redacciones como la de El Observador, que hoy en día es tremendamente joven, que tienen problemas para cobrar sus salarios pero que están ahí aguantando el mostrador. El año de pandemia ha sido tremendamente difícil, y también estuvieron ahí en la primera línea, como todo el resto. Con aciertos y errores, confío en las nuevas generaciones.

¿No les falta formación?

Las redacciones se construyeron durante mucho tiempo con gente sin universidad.

Hoy tenés formación universitaria pero lo que falta es cultura general.

Sí, puede ser. Depende de cada uno, de los intereses, del tiempo que cada uno se dé para leer. Sin duda que la lectura es fundamental, no solamente para la cultura general sino para entender ese mundo loco en que vivimos. Pero no me animo a decir que les falten lecturas o cultura general. Por ahí tienen un manejo de otras cuestiones que nosotros no teníamos. Creo que el buen periodismo se transforma estudiando en la universidad, leyendo, pero también remangándose, laburando, embarrándose las patas. Creo que es un mix, con el que te vas a destacar cuando lo tengas nutrido en todas las áreas.

¿No hay una tendencia a quedarse atrás de la computadora y salir poco?

Puede ser. Falta estar en el lugar, puede ser. Puede ser que estemos abusando un poco de la computadora. Igual creo que con la computadora, los teléfonos y los cafés hacés mucha cosa. Pero puede ser, sí, que estemos abusando un poco de eso. Me acuerdo del típico ejercicio de facultad, de ir a 18 y Ejido y traer una noticia. Pánico. Pero se trataba de tener el olfato y el instinto para saber qué miércoles saco de noticia en una esquina. Eso te forma. Hay que salir a la calle y hablar con gente. También podés hacerlo por teléfono, pero siempre el cara a cara es distinto. Me parece, también, que no es necesario que tengas que estar en el lugar o haberlo visto para poder hablar de algo, pero sí que eso te cambia la perspectiva. Estar en el lugar es riquísimo, y hay que intentar priorizarlo. Pero no creo que sea la única forma.

¿Cómo manejás el tema de las fuentes? ¿Es tan importante?

Son la base de nuestro trabajo. Son todo un tema las fuentes. Con las fuentes lo fundamental es que las reglas estén claras.

¿Cuáles son las reglas claras?

No somos amigos. No tenemos un vínculo más allá del profesional. Yo tengo un interés periodístico, y la fuente tiene otro. Cuando hablás conmigo, salvo que me digas que es off the record, voy a usar lo que me digas. Muchas veces pregunto si lo puedo usar. Y otro elemento es la confianza. El vínculo de confianza se cuida cien por ciento, para mí. Nunca tuve un problema con una fuente. En el libro muchas fuentes fueron anónimas. No tuvimos ningún reclamo de ninguna parte. Por suerte o por método, nunca tuve un problema con las fuentes.

¿No te has sentido utilizada?

Seguramente. Me he sentido utilizada, sí.

El dilema entre la primicia y el saber que estás haciendo un mandado. ¿Cómo lo manejás?

¿Qué es un mandado? Es naif pensar que en la información no hay intereses. Siempre hay un interés.

Hay veces en que el que te la da tiene un interés concreto.

Obvio, pero si es noticia y tiene interés público a mí no me importa el interés que tenga esa persona. Ahí es mi criterio. Si la información es noticia y tiene relevancia pública no me importa lo de atrás.

Muchas veces se sabe que te tiran algo porque les interesa que se sepa.

Quizás todo. Las operaciones políticas, empresariales, del ámbito que quieras, existen. Y siempre hay gente con intereses. Nosotros buceamos en gente que tiene el poder y que maneja el poder, y el poder trae interés. Parto de la base de que siempre hay un interés. El punto es si a vos ese interés te paraliza o no. Yo no me puedo hacer cargo de los intereses del otro, me hago cargo de los míos, que son conseguir noticias. Y cuando sabés que tenés información que es buena, te pasa algo adentro. Se te sale, hay que darla.

En la crisis del 2002 estaba el tema de si hablar o no de la corrida bancaria. Es noticia, pero al mismo tiempo tiene un costo o una repercusión social. ¿Qué pesa más?

Yo también a veces he tenido que aguantar información, por diferentes cuestiones, o porque la fuente te lo pide. Me ha pasado. Pero también es una evaluación caso a caso. La crisis del 2002 es un buen ejemplo. Informar en momentos así siempre conlleva una responsabilidad mayor. El caso es totalmente distinto, pero lo sentí ahora con la pandemia. Los medios y los periodistas, en momentos en que el mundo estaba paralizado, seguimos trabajando cuando no sabíamos muy bien con qué nos estábamos enfrentando. Y teníamos tremenda responsabilidad, porque estábamos tratando de entender algo, pero a su vez teníamos que tratar de explicarlo. Fue un momento tremendamente desafiante. Todavía no somos del todo conscientes. Pero nos marcó. Sin duda que estábamos frente a una crisis y la gente necesitaba información. Por eso es que subió la venta de diarios, subió el rating.

Los informativos se alargaron.

También. Y nosotros estábamos en ese lugar. Creo que en ese caso no se dio este dilema que me planteás, de aguantar o no la información, sino que más bien se trató de entender y transmitirlo de la mejor manera. Muchas veces decías una cosa un día y a los dos días cambiaba. No es fácil.

Trabajaste como periodista durante el gobierno del Frente Amplio.

Empecé durante el gobierno del Frente. Toda mi vida laboral hasta el año pasado transcurrió en gobiernos del Frente.

¿Había limitaciones a la libertad de prensa?

No. Creo que fueron gobiernos con distintas formas de comunicar. Pero no sentí que se afectara la libertad de prensa.

Eras parte del eje del mal, según María Julia Muñoz, Tabaré Vázquez y todos.

Fui parte del Plan Atlanta, y de los medios que socavaron la institucionalidad democrática, según Miranda en el año 2015. A veces fue más fácil y otras más difícil, como todo, pero no. No sentí limitaciones.

¿Hay un cambio con el gobierno nuevo?

¿En cuanto a la libertad de prensa? No. También creo que son formas distintas de comunicar y de permitir el laburo de los periodistas. La forma de comunicación presidencial de Lacalle Pou se puede asociar más a la de Mujica. Habla en todos lados, está presente día por medio en la agenda pública.

¿No es un exceso, comunicacionalmente? ¿Mujica no era excesivo?

No me siento con capacidad de evaluar eso. Lo único que a veces me hace ruido es la comunicación por Twitter.

No te gusta Twitter. Lo hizo Trump, lo hacía Obama. ¿No lo va a hacer Lacalle?

Estoy totalmente de acuerdo, pero creo que a veces… Por lo institucional, no sé. Creo que ahí hay que tener un cuidado. Reniego bastante de que Twitter sea la vida, además de que ahí estamos todos. Partiendo de esa base es que me hace ruido que la comunicación institucional muchas veces sea por Twitter.

En Twitter están todos los formadores de opinión y los periodistas.

Estamos todos. Estoy de acuerdo con eso, pero sigo creyendo que Twitter es un micromundo, y esta es una de las discusiones que tenemos con Patricia. Cuando hablo con gente por fuera de mi círculo, me doy cuenta que no tienen idea de lo que pasa en Twitter. Y son la mayoría.

¿Hablás con mucha gente por fuera de tu micromundo?

Hablo sí, aunque no parezca (risas).

La terapeuta no cuenta.

A la terapeuta no le consulto, ahí hablo yo.

Es bravo trabajar con Patricia, pero pagar terapia por eso…

(Risas). Una de las cosas que modifiqué fue mi visión de los psicólogos.

¿Tenías prejuicios?

No, los respetaba, pero no creía que yo necesitara terapia. Creía que tenía familia y amigos con los que hablar. En un punto tuve una crisis personal, y una amiga que es psicóloga me dijo que había llegado el momento de hacer terapia. Me di cuenta que tenía un preconcepto que estaba mal. Hoy defiendo el hacer terapia.

¿Qué otros prejuicios tenés?

No sé si son prejuicios. Seguramente tenga algún otro. Pero modifico mi forma de pensar cuando me doy cuenta. No soy de esas personas que piensan siempre igual. Tengo la capacidad de cambiar de opinión. Y me parece que cambiar de opinión es muy válido. Uno no tiene por qué pensar igual a lo largo de toda su vida.

¿Es más difícil ser mujer y periodista?

Sí. Bueno, ¿ves? El feminismo es otro tema con el que he cambiado de opinión.

¿Eras anti y ahora estás a favor, o al revés?

No era anti, pero si hoy me preguntás si soy feminista te digo que sí. Creo en la igualdad entre hombres y mujeres. En los últimos años, a medida que fui creciendo y madurando, mi visión del feminismo ha ido cambiando. En un principio me pasaba que no me sentía representada por muchas de las voceras del movimiento. Después entendí que el feminismo tiene un montón de años y que las primeras fueron las de la generación de mi abuela, cuando salieron al mercado laboral, cuando se empezaron a divorciar, cuando pudieron votar. Entendí que la historia era mucho más rica que lo que yo estaba viendo y que, efectivamente, las mujeres que llegan a determinados lugares de poder, en el ámbito que sea, son la excepción y no la regla, cuando somos más de la mitad de la población, cuando estamos mejor formadas. Entendí que el techo de cristal existe, entendí que tenemos penalización de la maternidad, y que cuando llegás a determinados lugares tenés que rendir cuentas o explicar por qué llegaste. Las típicas cosas que pasan cuando llegás a algún lugar: “Esta es una loca”, “¿Con quién se acostó?”… Todas cosas que a los hombres no les pasan. Sí, es más difícil.

Sin embargo, has logrado llegar a lugares importantes.

Es en base a que me lo gané con mucho esfuerzo y trabajo. No me fue fácil. He tenido, aun al día de hoy, que seguir demostrando por qué. Y me enfrenté a la típica que te digo. “Por qué está acá”. “¿Con quién estuvo?” Pero el laburo está a la vista. Después cada uno evalúa. Pero me ha costado. Y también creo que soy de la excepción y no la regla. Es más común que en horario central haya hombres, en la radio y en la televisión. Es más común que las mujeres estén de florero o para mostrar la ropa que se pusieron.

Eso está cambiando bastante a nivel de los medios.

Creo que sí, y creo que las que estamos tenemos que dar esa batalla de marcar el camino. Pero hay un cambio, sin lugar a dudas. Falta un montón.Creo que las mujeres que estamos en determinados lugares tenemos que tomar esa bandera, porque hay una historia de desigualdad que es necesario revertir. Creo que los periodistas no tenemos que tener banderas, ninguna. Solamente hay dos momentos en Twitter en los que me expreso más como ciudadana que como periodista. Lo hemos discutido pila con colegas. Uno es el 8 de Marzo.

¿Has ido a la marcha?

No he ido por distintos motivos. Pero sigue siendo el 8 de Marzo. Y el otro caso es con los desaparecidos, porque entiendo que tienen que aparecer todos y que es una causa país, Estado, que trasciende, y que no hay que pasar la página hasta que aparezcan.

Creés que el periodista tiene que mantener para sí sus opiniones. ¿Los periodistas políticos no tienen que decir a quién votan?

Creo que no. Creo que hay que mantenerse lo más lejos posible de la opinión. Si laburara en un diario, lo mío sería información, cien por ciento. En Telenoche lo mío es información, cien por ciento.

En Todas las Voces no tanto.

No tanto. Y en Así Nos Va tampoco.

Así Nos Va es pura opinión, dejate de embromar.

No seas peleador. No, no. ¿Opinás eso en serio? Sabés que no. En Así Nos Va es “yo pienso que” o “yo creo que”, claramente, así sea sobre cómo el presidente maneja el Twitter o sobre la calle que está llena de pozos. Pero intentamos diseminarlo. Más allá de que yo no subestimo al que está del otro lado, creo que es honesto que quede claro cuando estás dando una opinión.

Sos de la escuela de Tomás Linn y Búsqueda, del periodismo objetivo y no sé cuánto.

Es lo que me enseñaron.

¿Pero creés en eso? La objetividad no existe, no embromes.

Somos subjetivos sí, pero creo que en el fondo nuestro gran objetivo es ser honesto. Pero te tengo que aclarar si lo que te estoy diciendo es mi opinión. Vos tenés que tener claro dónde está la información y dónde está la opinión. Pero sí, hay subjetividad, y no somos máquinas.

Sos consciente de que estás etiquetada como una operadora de la derecha.

Sí, obvio.

¿No te afecta?

No, porque estoy tranquila con mi conciencia y sé que no soy operadora de nadie. No me afecta. Prácticamente toda mi carrera laboral ha sido con gobiernos del Frente. Recién ahora estoy trabajando con otro gobierno de otro signo político. Creo que eso también en cierta medida ha afectado la carrera laboral, porque el manejo del poder, hasta ahora, en mi vida laboral, siempre estuvo con el Frente Amplio. Igual te digo que en redes sociales me han dicho “zurda”, no es que solamente me dicen “foca de la derecha”. También he tenido de lo otro. Pero no me afecta. Leo las puteadas en Twitter. No bloqueo a la gente. Me las banco.

Pero no contestás.

Salvo alguna vez que esté cruzada. Cuando me satura, dejo de leer. Pero en general leo.

Sabés que el mundo es otra cosa aparte de eso.

Sí. Pero soy de teflón, no me afecta. Si te afecta, no laburás. Dejás de ser quien sos, si estás pensando en lo que te van a decir. Siempre van a hablar. Lo tengo clarísimo en esto y en la vida. Que digan lo que quieran. El punto es estar tranquilo contigo y ser fiel a vos mismo.

Se ha dado que periodistas han pasado a trabajar con los gobiernos. ¿Hay vuelta atrás?

No. Para mí, no. Yo nunca daría ese paso, porque creo que no hay vuelta. Nunca digas nunca, y no escupas para arriba. Me preocupa mi futuro laboral en el sentido de que el periodismo es un oficio bastante ingrato. Nunca te vas a hacer rico ni vas a hacer mucha plata siendo periodista en Uruguay. Toda tu vida vas a estar con multiempleo, y vas a tener condiciones laborales de jornadas 24/7 forever. Y, además, para crecer un poquito económicamente, tenés que alejarte del oficio e irte a cargos en los que en verdad te terminás transformando casi que en un administrativo y no en un periodista. Me preocupa eso en mi carrera, mirando a futuro. Pero estoy cien por ciento segura de que no daría ese paso.

¿Y dónde ves tu futuro?

No lo tengo claro. En el periodismo, seguro.

Como Viviana Canosa pero del lado uruguayo.

(Risas). Qué peleador que sos. No, no la veo por ahí. Pero es un tema que me preocupa. Estoy llegando a un momento que es el momento de oro en la vida profesional y laboral de una persona, porque tenés experiencia acumulada y todavía tenés fortaleza para seguir. Es algo en lo que pienso, pero tampoco planifico tanto ya, y me dejo sorprender un poco. Sí hay cosas que no haría y cosas que me gustaría hacer. Por ejemplo, hoy en día creo que hay mucha avidez de contenido de calidad. Creo que ahí se marca la diferencia, y me gustaría desarrollar más contenido de calidad en lo audiovisual. Hay cosas interesantes en documentales, en esa área que tiene de periodismo pero también de otras cosas.

¿Te sentiste cómoda haciendo Desinformación: la otra pandemia?

Sí, fue un ciclo que me gustó. Mucha de la producción la hizo Gonzalo Terra. Estuvo bueno poner el tema de la desinformación sobre la mesa. Es un tema que no tiene espacio en los medios y es tremendamente importante en este momento en que está todo tan entreverado. Me parece que está bueno empezar a generar un poquito de conciencia.

Lo que te gusta es la investigación.

Sí, me encanta. Se hace poca investigación, aunque, creo que todo el periodismo tiene un poco de investigación.

Superficial.

Para hacer investigación se necesitan dos cosas o tres. Tiempo; plata o recursos, más que plata y capacidad. Estamos en el horno. La verdad, creo que los periodistas uruguayos sabemos que los recursos no están, que el tiempo es poco. Termina cayendo en nuestra capacidad, en nuestra cabeza dura y en nuestra voluntad de cambiar el tiempo que tenemos para otras cosas para poder hacer una investigación un poco más profunda. Las investigaciones que hay hoy en Uruguay son por esfuerzo de los colegas y no porque haya medios apostando a eso. Pero también la realidad de los medios es complicada. Recae en la voluntad y las ganas de nosotros.

En radio se hace poco.

Cuando empezamos en Así Nos Va nuestro objetivo fue intentar volcar en la radio lo que habíamos aprendido a hacer en los diarios, Pato en El Observador, yo en El País.Eso fue lo que nos desveló. Y creo que, a veces más, a veces menos, lo logramos hacer. Logramos imponer un estilo y hacer investigación en radio. Arrancamos nuestro primer programa de Así Nos Va hablando con Leonardo Fariña y el tema del Cambio Nelson. Claro, no nos escucharon ni nuestros padres, pero fue un gran primer programa. Desde ese primer día, por suerte, marcamos la impronta que le queríamos dar al programa. Y creo que, con aciertos y con errores, la hemos mantenido, y el programa hoy está identificado con un programa donde hay investigación, periodismo y análisis.

El pasaje de la tarde a la mañana es un síntoma.

Obvio. También es la tumba de los cracks.

¿Hay cracks?

Y bueno, las figuras más relevantes de la radio están en la mañana. El uruguayo escucha mucho más radio de mañana que en otros momentos del día, justamente. Para nosotros estuvo bueno haber arrancado de tarde. Más allá de cosas puntuales, ninguna había hecho radio, entonces ese primer año pudimos foguearnos, marcar para dónde queríamos ir. Eso nos permitió pasar a la mañana. Quieras que no, cuando nos ofrecieron ir a la mañana, teníamos ya un año de experiencia. No sé si hubiese sido igual si hubiésemos arrancado directo en la mañana. Ese año en la tarde nos permitió saltar teniendo una red abajo. Ir a la mañana para nosotras fue tremendo logro y desafío, porque sabíamos que era el horario central.

¿Marcan bien?

Justo ahora hay mediciones. Viste que en este país hay que tomar con pinzas las mediciones, de lo que sean. Pero bueno, en un mes seguramente estén los resultados, y veremos. Hay un tema y es que recién ahora Carve tiene una FM, y eso es importante, puntualmente para el tema medición. Lo que sí te puedo decir es que me enorgullece mucho hablar con gente y que nos diga que nos escucha. Muchas de las personas que son líderes de opinión y que toman decisiones nos escuchan, y también nos escuchan en puntos remotos del país, en pueblos muy chiquititos.

Es la ventaja de radio Carve, que llega a todo el país.

Y te escriben desde lugares en verdad alejados y eso está buenísimo, porque te da otra perspectiva, que a nosotros nos desafía mucho a no olvidarnos del interior y a no tener la cabeza centralista montevideana que tenemos acá.

¿Qué radio escuchabas de mañana?

Cuando escuchaba, escuchaba Carve. Pero también El Espectador. En El País escuchábamos Carve. Obviamente que en algún momento escuché a Emiliano y Romina en En Perspectiva, y escuché Sarandí.

¿Con quién sentís que competís hoy en la radio?

Creo que todos los programas que están hoy en la radio en la mañana tienen un estilo distinto.

Ustedes no hacen entretenimiento. ¿Creés en eso?

No. Por algo Así Nos Va no tiene entretenimiento. No creo en eso. Por algo Así Nos Va es como es. El tema de la competencia no te voy a decir que no importa, porque obviamente me importa, pero no me desvela. Me desvela hacer lo que quiero, y con lo que me siento cómoda y me gusta. Te juro que es así. Con Pato no sentíamos la necesidad de mezclar entretenimiento con información. Lo que sabíamos hacer es periodismo y era eso lo que queríamos hacer, y por eso diagramamos el programa como está hoy. Sabíamos que teníamos que tener deporte, cultura, economía. Claro, cuando el programa pasa a la mañana hay un cambio. En la tarde teníamos un espacio con un psicólogo, un espacio de música. Cosas de la tarde que volaron cuando pasamos a la mañana. Adaptamos el programa, cambiaron cosas de la estructura, aunque la esencia se mantiene.

¿No sos de la generación que creció escuchando a Darwin?

No, soy más vieja. Pero creo que es el personaje de la radio. Me gusta mucho.

El tema del periodismo y el entretenimiento están muy mezclados. Ahora llevaron payasos a Todas Las Voces.

¿Cómo payasos? En Todas Las Voces lo que está garantizado es el cambio, y el cambio es permanente. Nunca arrancamos un año y lo terminamos igual.

Sin Connie no es lo mismo.

Arranqué como panelista compartiendo panel con Connie, Óscar y Mónica Bottero.

Connie y Óscar marcaron un antes y un después.

Para mí era una dupla televisiva riquísima. Había momentos que yo agarraba el pop y me los ponía a escuchar. Me gustaba mucho esa dupla. Ahora volvimos con otro panel, y le tengo fe.

¿No van a llevar invitados, van a hacer solamente discusión de temas?

No te puedo decir qué vamos a hacer, porque, como te dije, en Todas Las Voces lo único que está seguro es que vivimos cambiando. La idea es tratar los temas con el panel, pero en algún momento perfectamente puede haber un invitado, o se puede consultar a un experto en un tema. Ahora está muy presente el Zoom y el móvil, porque está limitada la cantidad de gente en el estudio. No está descartado que en algún momento se consulte a otra persona. Pero volvemos al formato del panel instalado tratando los temas importantes para el país.

¿Cómo es un día tuyo?

Varía en el mediodía. Soy bastante noctámbula y me cuesta mucho levantarme. Soy endémicamente impuntual. Hoy tuvieron mucha suerte, hasta llegué unos minutos antes. Llego tarde así tenga que ir a una obra de teatro a las nueve de la noche. Me levanto, me baño, desayuno, leo, voy a la radio. A las nueve empezamos. Dependiendo de la hora en que me vaya de la radio tengo dos horitas en el medio. Ahí voy al club, o hago mandados.

¿Cuándo preparan el programa?

Somos tres personas, Pato, yo y un productor, que es el que labura, obvio. Nosotras careteamos. Cuando termina el programa, hacemos una reunión de producción donde marcamos los temas para el día siguiente. Planificamos la semana y después vamos ajustando en función de lo que pasa, y de lo que nos sale y lo que no. De mañana se hacen los titulares y se ajusta alguna cosa del contenido. Hay veces en que, cuando tenemos un informe, se trabaja cuando se puede y muchas veces se termina de escribir toda la noche anterior.

¿Y a qué hora entrás al canal, un rato antes de Telenoche?

No, entro a las dos.

¿Tantas horas antes? Si igual van a leer el teleprompter.

¿Y quién hace el teleprompter? Yo soy periodista de staff de Telenoche. A veces se puede y a veces no, pero me gusta trabajar los temas que presente. Yo en Telenoche produzco, también. Hago tapes y también preparo los temas que tengo. He logrado dar noticias en Telenoche. Hemos logrado marcar agenda. Antes no pasaba tanto.

¿Qué medios leés? ¿Cómo te informás?

Leo los diarios nacionales. Internacionales leo los argentinos, El País de Madrid, y debo confesar que se me hace fácil, porque estoy todo el día escuchando, leyendo, conectada. En mi jornada la información está todo el día. Preparar las cosas se me termina haciendo fácil por esa hiperconectividad que tengo, y porque más o menos tengo un panorama de todo. El multiempleo tiene sus desventajas pero también sus ventajas, en el sentido de que te permite llevar las cosas de un lado para el otro.

Todo lo que agarrás lo usás en los tres lugares.

Obvio, y eso está bueno. Me facilita mucho, porque arranqué a las ocho y media de la mañana y terminé a las ocho y media de la noche. También hay momentos en los que necesito desconectarme. Soy muy respetuosa de mis fines de semana. Intento desconectar, y es como que lo necesito. Intento respetar ese poco tiempo libre que tengo. A veces me saturo de Twitter, y no entro. Me desconecto para volver a conectarme. En El País trabajaba los sábados hasta tarde. Obviamente el domingo es el día más importante, entonces el sábado era el peor día. Me perdí cumpleaños, a todos los casamientos fui despeinada y sin maquillar, porque siempre salía recontra tarde. Cuando el Roma me fue a buscar para ir al canal lo único que le pedí es que fuera de lunes a viernes. Fue mi gran conquista dentro de los medios de comunicación.

¿Sos socia de la APU?

No soy socia de la APU y no la respeto mucho, por eso no soy socia. He visto posiciones que no me hacen sentir representada. Creo que es un club de amigos más que un lugar donde se representen los intereses de los periodistas. Representan los intereses de los periodistas amigos.

¿Históricamente fue así?

Yo te puedo hablar de los años en que yo ejercí como periodista. No sé cómo era antes y no profundicé. En los últimos años, he visto cosas que no me representan. Al principio en algún momento averigüé para afiliarme, pero no lo hice, y después me pasó esto que te digo, que me di cuenta que representaba los intereses de un grupo de periodistas amigos.

La situación laboral de los periodistas es complicada, salvo para los estrellitas que tienen glamour.

Para mí no hay estrellitas, tampoco. Es Uruguay.

Algunos ganan bastante bien.

¿Cuántos? Son las estrellitas las que están afuera o es la mayoría de los tipos que están hoy en los medios de comunicación.

 ¿No hay una visión muy individualista del periodismo? ¿No es un tema ideológico en el fondo?

Creo que la mayoría de los periodistas hoy en día no se sienten representados por la APU, y muchos de los que en su momento estuvieron se terminaron yendo. Si es por individualismo o es porque falló la conducción del gremio, creo que es un poco injusto que yo lo evalúe de afuera. Pero hoy la mayoría de los periodistas no se sienten representados por la APU.

¿Cuánto corporativismo tiene el periodismo uruguayo?

Somos criticados y evaluados a diario, permanentemente. Creo que en la sociedad somos de los más criticados y evaluados. Está bien que así sea, porque la gente, el público, el oyente, el lector, el televidente, está evaluando todos los días y tiene el poder sobre ti, porque te deja de comprar el diario, te cambia la radio o te apaga la tele. Creo que somos de los sectores que están permanentemente auditados por el público y la ciudadanía, que es para quien laburamos, en definitiva.

Me refiero a que frente a críticas del sistema político en seguida saltan todos.

Nos critican todos los días, todo el tiempo. Cuando se salta es por cuestiones de mayor relevancia. Pero lo que estás diciendo pasa todos los días, y no saltamos todos los días. Obviamente que hay corporativismo, creo que sí. Pero no sé si somos tan corporativistas, tampoco.

A cada rato ves periodistas diciendo que los están atacando.

Hay de todo, sí, obvio. Pero, de nuevo, las veces que hay un respaldo, o casos que generan eso que podés llamar corporativismo, son pocos. Hay cierto corporativismo, sí, pero tampoco creo que sea un sector megacorporativista. Es más, creo que los periodistas somos tremendamente celosos y muchas veces hasta individualistas.

¿A quién le tenés celos vos?

Celosos, pero no del otro, sino de nuestro trabajo. El tema del citar.

Eso es una pelotudez.

Es todo un tema. No me gusta el lloriqueo en Twitter por este tema. Alguna vez le recriminé a algún colega, pero no suelo hacerlo. También creo que es importante citar. Soy muy respetuosa del citado. Hay casos que me duelen, pero lo hago.

¿Te duele citar a alguno?

No me gusta perder y tener que citar a otro. Pero me parece que corresponde.

Contame una que te haya dolido particularmente.

No me acuerdo. Pero yo cito. También creo que en eso soy de la nueva escuela. Antes no se citaba nada, y de hecho me pasa con algún periodista veterano al que quiero muchísimo, que no cita nunca. Me dan ganas de matarlo, porque además lo quiero un montón. Es un tipo de la vieja escuela. Pero no me va el lloriqueo, tampoco. Me parece que es una cuestión de respeto. Me caliento cuando alguien no cita.

Respetás el trabajo del otro.

En parte es eso. Somos pocos, nos conocemos. Hoy estás acá, mañana estás allá. Hoy sos competencia, mañana sos colega. Y el crédito que tenemos es poquito. Que un colega te cite es parte de tu alimento al ego, de la poquita gratificación que tenés por tu laburo.

Somos muy egocéntricos los periodistas.

Sí, somos egocéntricos. Pero no me gusta perder la perspectiva. Siempre digo que laburo en un galpón en La Aguada, en Montevideo, en Uruguay, en el mundo. No soy nada.

Todo el tiempo se necesita el reconocimiento del resto.

Creo que entre las pocas gratificaciones que tenemos está el reconocimiento. No laburamos por eso, pero es un mimo. También creo, como en otras cuestiones, que es importante ir en la línea del medio en el sentido de que tampoco ese sea tu alimento. Pero inevitablemente te alegra. A todo el mundo le gusta que lo aplaudan. A los actores les gusta que los aplaudan, y ese es el reconocimiento. A nosotros nos gusta que nos lean, pero también que el colega te respete. Y parte de ese respeto se traduce en citar, por ejemplo.

¿No hay “yoísmo” en el periodista que se pone de protagonista? ¿No hay un intento de subir al escenario?

Es uno de los desafíos que tenemos, el saber que no somos los protagonistas. En más de una ocasión me pasó que hice investigaciones y tuve que salir después a defenderlas. Creo que no tengo que hacer eso. El periodista es el perro guardián de los que ejercen el poder. Nuestra misión es ladrar. Ahí termina nuestra misión. Después, las que tienen que actuar son las instituciones. Mi misión es ladrar, es verte desde la primera fila y contarlo, sin subir al escenario. Muchas veces es difícil, y es difícil en el día de hoy, cuando tenés contacto, por ejemplo, con las audiencias, y cuando estás hiperconectado y leés lo que la gente opina de tu trabajo. Mantenerme en primera fila pero no subir al escenario me representa un desafío, al igual que el ladrar y que luego la gente opine lo que tenga que opinar, y quedarme en eso.

Tuviste que salir a defender declaraciones tuyas.

En algún momento lo he hecho. Siempre me planteo si tengo que hacerlo. Creo que no.

Muchas veces el creerse protagonista pasa por tener contacto con el poder.

Me cuesta pila el “acabo de hablar con”. No me sale. Cada vez que lo digo, hago referencia al lugar en que estoy, sea Así Nos Va, Telenoche o Todas Las Voces.

Es bravo domesticar el ego.

Es bravo, sí. Siento que el mío está muy domesticado.Tengo claro quién soy, dónde estoy y cuál es mi valor y mi fortaleza. También sé que estoy en un medio como es la tele, en el que hoy estás y mañana no, y que no va a importar si fui buena o no, quizás. Pero tengo que estar tranquila conmigo, y haber sido fiel a mí misma. Si fui fiel a mí misma, para mí va a estar bien. Si hoy me echan, como de aquel supermercado, no lloro.

¿Qué te gustaría hacer periodísticamente y que no hayas hecho?

Un montón de cosas, porque el mundo cambia todos los días. Quisiera seguir en la misma línea. Me gusta lo que he construido. Quiero seguir investigando. Creo que mi gran batalla, pero también la de todos los periodistas, hoy, es con el tiempo. Vivimos peleando con el tiempo, intentando conseguir más tiempo para poder hacer investigación. La investigación requiere tiempo, y no tenemos mucho. Cada vez andamos más rápido y podemos procesar y pensar menos. Creo que eso tiene un costo altísimo. El principal desafío hoy es ese, el tiempo, el poder darnos tiempo para investigar, para escribir, para pensar, para analizar, para leer y para después, con todo eso, construir lo que queremos decir. En esa línea me gusta más el trabajo a largo plazo, el hacer investigaciones más largas. Es lo que menos puedo hacer, por eso creo que mi gran batalla es con el tiempo. Creo que los libros tienen un valor tremendo, pero creo que hoy el nuevo libro es el documental, lo audiovisual. Es un área en la que me gustaría seguir trabajando. Me gustaría, por ejemplo, hacer una investigación audiovisual de largo aliento. Creo que ahí, además, matcheo aquella duda de narrativa o periodismo.

Dijiste que tenías cosas escritas. ¿Cuentos, narraciones?

Escribo cuando tengo alguna cuestión personal que me quema la cabeza. Te doy un ejemplo. La pandemia me agarró personalmente muy mal parada, y en ese momento de caos necesité escribir sobre eso.

Dámelo, te lo publico.

Ni loca (risas).

¿Sos lectora o ves solamente Netflix?

Leo, pero mucho menos de lo que quisiera. El tiempo libre es uno. Ahora estoy leyendo el último libro de Gustavo Leal. Me gustan mucho los temas policiales. Me atraen mucho. Pato, de hecho, me dice que soy la cronista policial de Así Nos Va. Todos los temas policiales, judiciales, de narcotráfico. Me gustan.

¿Tenés algún hobby? El patín lo largaste, el carnaval también.

Fue mi primera frustración.

¿Sos carnavalera?

Ahora no tanto, pero fui carnavalera toda la vida.

Las murgas de La Unión no son murgas.

Los Saltimbanquis, señor. Más respeto. Pero ahora hace algunos años que me alejé un poco del carnaval. Me saturó, también. Estuve muy pegada durante muchos años. El año pasado una amiga me dijo que había un campamento de surf, y que si quería ir. Fui. Empecé con el surf y me recolgué.

Cholulez presidencial.

No. Nunca pensé que, fallada de dos rodillas, me iba a poder parar arriba de una tabla. Pues pude. Y sentís una adrenalina que está tremenda. Me gusta, me colgó mucho el deporte cheto.

O sea que no escribís más, no leés un pomo, te dedicás al surf y te gustaría ser cronista policial. Esa es la síntesis. Una versión femenina de Nano Folle.

¡Qué peleador!

¿Cuánto tiempo más vas a bancar a Patricia?

Hasta que me muera o se muera ella, no sabemos. Somos socias, somos hermanas. Es una de las personas con las que más peleo. Pero es con amor. Discutimos mucho. De hecho somos muy distintas.

Vos tenés una imagen de mansita, y tengo entendido, que sos bastante peleadora.

Sí. Pero no lo intento. Ella tiene un perfil con un carácter mucho más exacerbado, y yo quedo como la tranquila, pero no es porque yo sea tranquila. Soy una persona con carácter fuerte, también. Pero somos distintas.

¿Tenés algún referente periodístico femenino?

¿Sabés que no? En el país, no. Afuera me gusta mucho cómo escribe Leila Guerrero. Se me viene ese nombre, pero sin duda debe haber alguna otra.

No te planteás hacer docencia.

No. De hecho, en algún momento me ofrecieron y dije que no. No me creo capaz de enseñar.

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.