Los efebos y la Justicia
A sus espaldas, a diario, circunspectos magistrados dilucidan intrincados juicios. Detrás de la gruesa pared en la que se recuestan, se han resuelto los más enconados pleitos. Y al final de cada una de ellos, no faltó quien, con gesto admonitorio, sentenciase: “Dura lex, sed lex”.
A ellos todo eso les importa un bledo. Día y noche, invierno y verano, allí siguen en su amable coloquio.
A partir de lo que transmite el lenguaje de sus cuerpos desnudos, no resulta difícil colegir que los temas que tratan nada tienen que ver con los dictámenes de la Justicia, esa dama tan casta, con su balanza, su espada y su venda sobre los ojos.
Curioso y paradojal es este (des)encuentro que tiene lugar en el frontis del edificio que aloja al órgano máximo del Poder Judicial.
(Ubicación: Pasaje de los Derechos Humanos 1310)