26 de mayo, Día internacional del Libro por Ignacio Martínez

Ayer, miércoles 26 de mayo, se conmemoró una vez más el Día del Libro Nacional. En realidad, es el cumpleaños de la Biblioteca Nacional fundada un día como ayer, pero de 1816, siendo la institución pública más antigua del país que permanece estoicamente de pie.

Todo comenzó cuando Dámaso Larrañaga envió una carta al Cabildo de Montevideo en agosto de 1815 planteando que, a falta de maestros, se creara una biblioteca pública para que los jóvenes pudieran acceder a libros que les permitieran llegar a los conocimientos.

Artigas respondió “…yo jamás dejaría de poner el sello de mi aprobación a cualquier obra que en su objetivo llevase esculpido el título de la pública felicidad”.

Hubo varias donaciones de libros para que la biblioteca comenzara a funcionar. Artigas, sabedor de la importancia que tenía aquella inauguración, ordenó que el santo y seña en su campamento de Purificación fuera “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”.

Hoy, a 205 años de aquel suceso fundamental para nuestra comunidad, se impone pensar cómo fortalecerla, cómo aportarle a la Biblioteca todo lo que la sociedad necesita para crecer.

La Biblioteca Nacional fue testigo silencioso de los peores momentos de la vida del país, expuesta a ser víctima de los atropellos que recibió la cultura uruguaya, tanto en la dictadura de Terra, como en la dictadura militar del 73 al 85. Es que para las dictaduras leer es subversivo, escribir es subversivo, hacer teatro o música o artes plásticas debe ser reprimido, desalentado, prohibido. Así sucedió tanto en aquel no tan lejano 31 de marzo de 1933, donde se persiguió a la intelectualidad demócrata, se censuró a la prensa y se adhirió a los falangistas españoles de Franco, y se apoyó a Mussolini y a Hitler, entre otras cosas, como en el fatídico 27 de julio de 1973, donde se persiguió poetas, escritores, dramaturgos, gente de teatro y de la canción, y se censuró prensa, se prohibieron todas las manifestaciones culturales que no adherían a la dictadura y se impuso un clima de terrorismo de Estado.

Es importante que la Biblioteca nos ilustre hoy con la historia alentando investigaciones; que se sume a proponer que el Estado sea el principal adquisidor de obras para difundir; que se revitalice la sala infantil y se convoque escritores, narradores e ilustradores para realizar más ciclos, cursos, encuentros con los niños, utilizando las hermosas instalaciones del edificio en forma permanente (claro está, una vez terminados estos tiempos pandémicos).

La mejor manera de conmemorar el Día del Libro Nacional es alentando más y mejor a los escritores; es trabajar intensamente para resolver su integración en la Ley de los Artistas, N.° 18.384; es fortaleciendo y ampliando los Derechos de Autor en su más vasta concepción, haciendo frente a las persistentes ofensivas de limitarlos o hacer permanentes excepciones de los mismos.

“Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. (El presbítero Larrañaga en su Oración Inaugural).

Seamos los Orientales tan valientes como ilustrados para proteger, profundizar, extender y mejorar nuestra cultura, nuestra literatura, nuestros libros, con más y mejores leyes que alienten la creación y a sus creadores.