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A un costado lo que no fue y seamos agradecidos por Cristina Morán

A un costado lo que no fue y seamos agradecidos por Cristina Morán
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La semana pasada nos ocupamos del desafuero que no fue (tal como se esperaba o se intuía), como ustedes prefieran y el otro tema del abogado dribleador de periodistas estará siendo estudiado por quienes tienen la capacidad y autoridad para hacerlo. Así que cada uno de los protagonistas de estos dos hechos políticos que tanto dieron que hablar se encontrarán dedicado uno a cumplir con su deber de senador de la República y el otro el otro ya sin “dribleos” preparando sus descargos de aquello por lo que se le cuestiona. Cuando en el título de esta columna escribí “seamos agradecidos” en realidad me estaba refiriendo a mí misma pues tengo la necesidad de decir gracias en voz alta a quienes me dieron la posibilidad de regresar a la televisión luego de permanecer 25 años sin hacer la práctica de un trabajo que amo y al que le dediqué mañanas, días y noches de mi vida, sin horarios, sabiendo cuando empezaba y desconociendo cuando terminaba, tal era la pasión que me movía.  Siempre he dicho que nuestra sociedad (una de las más envejecidas del continente) deja de lado a sus adultos mayores o a sus ancianos o a los veteranos o a la tercera edad todos eufemismos porque provoca vergüenza o dolor decir nuestros viejos aunque no nos ocurre lo mismo cuando nos referimos a un vestido viejo, a un soldado viejo, a plata vieja o perro viejo o una puerta vieja. Habiendo aumentado la expectativa de vida una persona en buenas condiciones de salud mental y física puede y debe trabajar, puede y debe estar ocupada, puede y debe pensar en su presente y futuro, puede y debe amar, puede y debe participar de reuniones, tener encuentros con familia y amigos, puede y debe ser útil para sí mismo y para la sociedad demostrándole a esta última que “se puede y se tiene derecho a continuar disfrutando la vida” con alegría y dignidad se tenga la edad que se tenga.  Esta no es una tarea fácil. Pocas cosas lo son. Pero todo hay que intentarlo una y otra vez. No ceder ante dudas, descreimiento o negativas. Insistir y si la negativa persiste, ir a golpear a otra puerta. No te sientas derrotado y no aceptes discriminaciones, no las permitas. Debés tener el respeto de todos como persona, como hecho humano y no solo por tus años. Confieso que en mí había desaparecido todo propósito de volver al medio que contribuí a poner en marcha el 7 de diciembre de 1956. Pero la vida tenía algo preparado para mi que llegó transformado en la persona de nombre Andrés Rosemblatt dispuesto a arrojarse al vacío sin red hablando, explicando, narrando el proyecto y escuchándonos. No fue un monólogo. Fue un diálogo de horas que nos permitió llegar a esta realidad de hoy: con 90 años cumplidos en agosto y con la responsabilidad de tener a mi cargo esos especiales que todos los martes llegan a sus hogares y que nos permitió hacer historia con el primero de ellos cuando reunimos a tres ex presidentes de la República, que debieron ser cuatro pero  lamentablemente Tabaré Vázquez no pudo acompañarnos por razones de salud  entonces estuvieron Julio María Sanguinetti, José Mujica y Luis Alberto Lacalle Herrera (este por zoom) en torno a una mesa sin estridencias, sin debate, sin polémica: solo hablando y escuchando. Esa era la idea, la propuesta. Y se cumplió desde ese primer día. Entonces gracias al productor, gracias a Canal 4, a su directorio, a su gerente de programación por haber abierto las puertas a esta mujer de 90 años que está convencida que la mayor aventura en la cual podemos estar embarcados es la vida. No hay nada que se le compare. Y gracias especiales a la gente que llamamos público en estos casos y que me permite volver y estar. Soy una mujer agradecida. Gracias por permitirme esto que estoy protagonizando en este tiempo de la vida. Es todo por hoy. Hasta la próxima. Que seas feliz. Ahora y siempre.

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