¡Ah, el costo del Estado! por José Luis Baumgartner
La semana pasada, en Vespertinas, canal 4, un par de legistas difundieron que “los uruguayos deben trabajar 137 días al año para pagar impuestos” –contando nacionales y municipales, aportes a la seguridad social, tasas, Primaria, todo lo que recauda el Estado. Soledad Platero, desde la diaria, comentó el ruido. ¡Grande Soledad!
“Francamente, la inmoralidad de ese cálculo es pasmosa. Parece partir de la base de que los aportes a la seguridad social, por ejemplo, no tienen como contrapartida jubilaciones, pensiones y demás prestaciones. O que la tarifa de saneamiento no tiene como correlato el hecho de que vivimos en una ciudad con saneamiento. Olvida que Primaria tiene como destino alimentar a los escolares, y que los impuestos en general (y en todo el mundo) son la forma en que el Estado financia lo que constituye la única estructura de protección con un tamaño suficiente como para hacerle frente al mercado. Y ese es el asunto: detrás de la queja por los impuestos lo que hay es una convicción profunda, ideológica, de que lo que debe regir es la ley del más fuerte, de que cada uno tiene derecho exclusivamente a lo que puede pagar, de que la seguridad social o la enseñanza pública no son necesarias”. “El gasto de hoy son los impuestos de mañana” sintetizaron los auditores de la Nación, dejando en claro que es el gasto social lo que expolia a “los uruguayos”.
Omitieron decir cómo se financiarían puertos, carreteras, puentes, vías férreas, el servicio diplomático (para abrir más mercados), policía, patrulleros, PADO, bomberos, ejército, líneas de comunicación, fuentes de energía, investigación, lo que a ellos les interesa obviamente, en cuya virtud no mento centros de salud y cuidados -ni aún en hipótesis de pandemia. ¿Con diezmos pentecostales? Hacen dobladillos, recortan los bordes y jetean todo el tiempo.
“Es fascinante cómo razona esta gente –prosigue Soledad. Nunca un cálculo sobre la ganancia, la renta, la plusvalía o, incluso, la evasión fiscal. Nunca una palabra sobre las exoneraciones impositivas que consiguen con el cuento de la inversión. Nunca una línea escrita para decir cuánto se ahorra de tiempo y esfuerzo la señora que tiene una trabajadora doméstica en negro y con el lomo doblado todo el día atrás de la mugre ajena”.
“Esta gente es la que dice, preste atención, que hay muchos atorrantes colgados de la teta del Estado. Y que así no se puede vivir”.
El Estado es de ellos y para ellos.
Mersa afuera, acuden a él sin recato. Para eso están los medios masivos de comunicación, los golpes de Estado, más o menos encubiertos, la caja de los miedos y los populismos de derecha –de última moda y al abordaje por doquier.
Le atacaron los nervios nerviosos por flexibilidad laboral, privatizaciones, ahorro (en el tablado y entre los que luchan por mantenerse a flote), mano dura, gatillo fácil, eliminar las leyes de igualación…
¡A la mierda, que se nos vienen en manada!
¡Hasta el Cangrejo Rojo sacaron del ropero!
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