Una creadora de primer nivel. Corta trayectoria. Obra intensa. Protagonista en la década del sesenta cuando la mujer conquistó en las artes visuales el mismo nivel jerárquico que sus colegas varones. Pintora, grabadora, dibujante, escenógrafa, pionera del happening y la performance, artesana cercana al arte povera transitó con originalidad por el arte conceptual dentro del revisionismo histórico rioplatense. Una mujer rebelde con causa.
Teresa Vila (Montevideo, 1931-2009) dominó el escenario artístico montevideano en una época terriblemente conflictiva por las múltiples corrientes estéticas (abstracción lírica, informalismo, pop art, op art, mail-art, arte naïf, conceptualismo, neofiguración), mientras perduraban los clásicos figurativos en sus diversas variantes. No estuvo sola, por cierto. Hilda López, María Freire, Amalia Nieto, María Minetti, Adela Neffa, Leonilda González, Magalí Herrera, entre otras, compitieron con un ejército de hombres (Alamán, Sposito, Ventayol, Espínola Gómez, Barcala, Ventayol, García Reino, Ramos, Cristiani, Battegazzore y muchos más), sin la impensable diferencia de género que en la actualidad aflige a grandes sectores de la cultura.
Pocas veces el arte uruguayo adquirió la rotunda relevancia de los sesenta. Un poderío imaginativo estimulado por numerosas galerías, centros culturales extranjeros, librerías, teatros que tenían su sala de exhibición y medios de comunicación (diarios, semanarios) con un plantel de críticos profesionales impensable, en la apagada y vil tristeza de hoy.
En 2019 medio centenar de dibujos, pinturas, grabados y tapices de Teresa, representativos de los años 50, 60 y 70 se rescatarán del olvido, mientras otros dos espacios preparan aspectos de su actividad artesanal y escenográfica, documentos filmados y fotografías de actividades efímeras. Será el año Teresa Vila.