Ballet con tapabocas en tiempos de pandemia por Cristina Moran

Con localidades agotadas (aforo mediante) el sábado veinte del comienzo otoñal de este mes de marzo a punto de despedirse, con el entusiasmo correspondiente y entradas reservadas en febrero de 2021 llegamos bajo lluvia al Auditorio Adela Reta donde el Ballet Nacional del Sodre ponía en escena la versión del coreógrafo argentino Mauricio Wainrot y música de Bela Bártok de “Un tranvía llamado deseo”. La historia de lo que es considerada la mejor creación de su autor, Tenessee Williams, comienza en el año 1947 cuando fue presentada en Broadway con dirección de Elia Kazan contando en los roles principales con Jéssica Tandy (Blanche Dubois) y Marlon Brando (Stanley Kowalski). Luego pasó al cine también con dirección de Elia Kazan con Marlon Brando y como Blanche, Vivien Leigh ganadora de un Oscar como mejor actriz. Representada en distintos idiomas y países, el público uruguayo en 1981 aplaudió la versión de la Comedia Nacional con Estela Medina, Delfi Galbiatti, Nelly Waissel, Jorge Triador, Gloria Demassi, Dumas Lerena y Duilio Borch. Hubo que esperar largos años y cambiar de siglo para que “Un tranvía llamado deseo” volviera a nuestros escenarios y fue en la sala China Zorrilla de la Alianza Cultural con la actuación de Álvaro Armand Ugón como Stanley Kowalski y Victoria Rodríguez como Blanche Dubois. La versión para ballet toma el dramático final de la obra obra: el momento en que Blanche Dubois es ingresada a un hospital psiquiátrico. Para quienes aún no han ido al Auditorio Adela Reta les estoy ahorrando la sorpresa, nada agradable, por cierto, de ver los rostros de un excelente cuerpo de baile cubierto por un tapaboca que solo deja expuestos los ojos quitando la expresión del rostro, que, junto con el resto del cuerpo, en una disciplina sin diálogos, le está transmitiendo al espectador, la alegría, el dolor, la felicidad, el miedo, el deseo, el amor. Eso desaparece en este hermosísimo ballet. Pero lo que más debemos destacar (lo verdaderamente importante) es que, durante setenta y cinco minutos, (75 minutos), sin intervalo, los bailarines danzan sin retirarse ese barbijo lo cual, por momentos, nos llevaba a pensar :”¿habrá un cambio en el breve momento que abandonan la escena?”  y a pesar de todo, mantienen intactos la gracia y el agradecimiento con que reciben el aplauso de los espectadores. No sabemos de quien fue la iniciativa como tampoco sabemos si la misma incluye a la nueva directora, María Noel Ricetto. Pero si se entiende que esta es una forma de cuidar la salud del cuerpo de baile, tomando en cuenta todas las indicaciones que recibimos desde hace un año a través del MSP, del SINAE, DEL GACH y del presidente de la República, resulta todo lo contrario. Agregamos que en el aplaudido ballet “La tregua” (también en pandemia) el barbijo solo era usado por el público. Es todo. Hasta la próxima. Que seas feliz. Ahora y siempre.

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