Demasiado nervio nervioso por José Luis Baumgartner
En ocasión de la Rendición de Cuentas (desde mucho antes en realidad) los reclamos corporativos de sindicatos, asociaciones y grupos de interés, cada uno por su lado, y a veces en conjunto, no dejan de arremeter contra los poderes públicos para lograr sus objetivos. Por detalles formales o temas de fondo. Usando todos los medios posibles en democracia ejemplar -recurriendo incluso al paro previo a negociaciones ya agendadas-. En apuestas a todo o nada. Como si hubiera fondos disponibles para atender a semejante tsunami de exigencias. Tildando de “neoliberales” o de “derecha” a los gobernantes que niegan lo que no cabe sensatamente otorgar. Las descalificaciones se multiplican en las redes sociales.
Miles de horas sin trabajar y de descuentos de salarios por algo que en los hechos ya estaba laudado. Había ese monto y no más. Los números “cantan la precisa”. Se sabía de antemano.
El ámbito laboral padece el ombliguismo, la inmediatez y la intolerancia que aquejan a la sociedad uruguaya en el plano de las ideas, social, política y económicamente -igual que en el resto del mundo y, particularmente, como reacción al régimen cuartelero que la dictadura “cívico militar” impuso al país durante una generación-. Por mucho tiempo la gente tomará distancia con la autoridad institucional, aunque genere bonanza o consagre conquistas que parecían inalcanzables –como el plan Ceibal, la salud universal y el sistema de Cuidados-. El corazón es ácrata y está a la izquierda.
Operan los esquemas –ideológicos o de patotas que van por la suya-. A veces da la impresión de que estamos en plena guerra fría. Los populismos de por ahí alborotan hasta los desinquietos. La guita manda. El consumo copó la ansiedad: ¡ya! Las bocas no hablan: vociferan. Y boconean lugares comunes y sin saber algo de lo que dicen. Pocos tienen en cuenta que Uruguay tiene apenas más de tres millones de habitantes (siete veces menos que las ciudades de San Pablo, México o Bangkok), viejos o envejecientes, deuda del 3,6% del PBI, una carga social tremenda y un prestigio internacional que debe seguir prosperando porque casi es nuestra única fuerza.
Lamentablemente impera cultura de violentismo, de desconfianza, de rechazo a los PPP, de desprecio a lo privado…y a lo público (fíjate nomás cómo se ensucia la ciudad). Son los tiempos que corren. La globalización trajo la inmediatez de la información y los contagios.
Constanza Moreira expresó que el FA está mal “y no es por lo de Sendic, sino por la política económica”, olvidando: que llevamos una docena de años de crecimiento ininterrumpido; que el salario real sigue en ascenso; que la inflación bajó a menos del 5%; que el sistema de Cuidados está en pleno impulso y se dan los primeros pasos a inmensas obras de infraestructura; que es éste el país más igualitario y seguro de la región. Cuando el viento no “sopla de cola” es preciso mayor prudencia. Contra el mío mío” y el lloroneo no se ha inventado remedio. La condición humana es como es.
Cito a Joseph E. Stiglitz. “La Gran Brecha”.
“Alexis de Tocqueville dijo que había un elemento crucial en el especial talento de la sociedad estadounidense, lo que denominó “el propio interés debidamente entendido”. Estas dos últimas palabras eran lo principal. Todo el mundo tiene sus propios intereses en sentido estricto: ¡quiero lo que me viene bien ahora mismo! Pero el propio interés “debidamente entendido” es otra cosa. Significa saber que prestar atención a los intereses de todos los demás –es decir, el bien común- es una condición necesaria para alcanzar el propio bienestar”.
“VOCES”, en su mísera existencia de catorce años ha practicado –y practica- esta tesitura de amplitud omnicomprensiva (lo que, entre paréntesis, ha permitido al fiolo Alfredo García alcanzar su estupendo bienestar), abriendo ventanales a todos los piensos y, aún, con enorme riesgo libertario, a quienes lo perdieron por locura, vejez o ambas las dos, como, evidentemente, es el caso de este humilde servidor.
¡Feliz cumpleañitos, bebé!
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