“La casa está en orden” dijo hace muchos años el presidente Alfonsín.
Luego de haber afrontado la rebelión de los ”carapintadas” de Aldo Rico.
Sin lugar a dudas las situaciones son incomparables y la institucionalidad de
nuestro país está a años luz de lo que vivían en 1987 los hermanos argentinos.
Pero ver el video del ex jefe del ejército en traje de fajina dejó un gusto amargo.
El sr. Manini tiene todo el derecho de dedicarse a la política si quiere, pero lo que está mal es
que usara como plataforma de lanzamiento su condición de mando en las fuerzas armadas.
No nos gusta esa actitud, como tampoco la de aquellos que usaron a Ancap o Antel para
perfilarse, pero la diferencia fundamental en este caso es su condición de soldado.
No se trata de prejuicios ni ojos en la nuca, sino simplemente de entender que los depositarios
del uso de la violencia institucional, deben ser los más respetuosos del sistema republicano.
A veces pecamos de ingenuos, creyendo que estas nuevas generaciones de militares tenían
otra cabeza que los diferenciaba totalmente de los viejos dinosaurios del período golpista.
Parece que todavía persisten algunos trasnochados y que falta un largo trecho para que
tengamos en Uruguay un ejército completamente respetuoso de los valores democráticos.
No nos engañemos, hay mucho de reclamos corporativos y de poder de logias en la cúpula
castrense y creer que todos los soldados se identifican con ellos es un profundo error.
El sistema político en general reaccionó bien, con alguna excepción que no tiene ni un pelo de
bobo, e intentó capitalizar electoralmente este suceso, echándole la culpa a la interna del FA.
Pensar en el surgimiento de un caudillo militar que tenga un rol de “bolsonaro” oriental, es
no entender la realidad uruguaya. Remember a los generales Aguerrondo y Ribas en los 70.
Al sr. Manini le deseamos suerte en su nueva condición de civil y si se anima a entrar en la
contienda ciudadana del voto, como dicen los muchachos: Nos vemos en las urnas.
Alfredo García
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