Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
La violencia es el miedo a los ideales de los demás.
Mahatma Gandhi
La semana pasada tuve un encuentro maravilloso en una cena que
una veterana blanca como “hueso de bagual”, me adeudaba desde
hace años y por hache o por be la fue postergando hasta ahora.
Experiencia alucinante por el cruce generacional y de historias de
vida de todos los que participamos alrededor de una gran mesa.
Un mediático filósofo, después de varias botellas de vino, nos largó
la interrogante si veíamos una brecha en la sociedad uruguaya.
Y se largó el debate en ese tan heterogéneo grupo humano.
Como estoy seguro que no escucharon mis argumentos, me tomo la
revancha y aprovecho a darle mi opinión en negro sobre blanco.
Creo que la realidad es mucho más amplia que las redes sociales.
Creo que las élites viven en una burbuja distinta al resto de la gente.
Creo que hay grupos de fundamentalistas en todo el espectro
político ideológico, pero que solo representan a ínfimas minorías.
Por supuesto que hay diferencias, económicas, sociales y culturales
pero, no hay dos bandos de enemigos acérrimos irreconciliables.
Por supuesto que tenemos graves problemas en nuestra sociedad.
Pero nadie es el dueño de la solidaridad y menos de la sensibilidad.
Pretender que solo los míos tienen la verdad revelada, es de necio.
Y que en el combate contra la pobreza y la injusticia se diluyen las
fronteras partidarias, dando lugar a un caminar juntos heterodoxo.
Tenemos diferencias en los métodos y en las urgencias, pero me
resisto a creer que las grandes mayorías no quieran dar una mano.
La pala es un instrumento que sirve para cavar una trinchera pero
también se puede utilizar para rellenar la zanja que logre dividirnos.
Las brechas son creaciones humanas y no hay litigio que las
personas no puedan resolver en torno a una fuente de tallarines.
Doy fe, lo experimenté en vivo y en directo el viernes pasado.
Alfredo García