Good Morning Lacalle

Empezó la cuenta regresiva del gobierno de la coalición.

Y el más consciente de ello es el presidente que despertó a sus

ministros con un mensaje recordándoles cuantos días les quedan.

El domingo en la plaza Independencia y el lunes en los diversos

ministerios se respiraban entusiasmo y ganas de hacer cosas.

Ahora no hay excusas, llegaron al control del aparato del Estado.

Y no queriendo morir de literalidad: “los pingos se ven en la cancha”

No se trata de ponernos a exigir a los diez minutos de que están

gobernando, pero hay algunas señales que llaman la atención.

Se destacan que no estén algunos nombramientos claves en áreas

tan cuestionadas anteriormente, ASSE es un botón de muestra.

Y las empresas públicas, polémica de tarifas mediante, uno se

imaginaba lógicamente, serían las frutillas de la torta presidencial.

Es natural que quieran marcar la cancha en algunos temas y el

caballito de batalla de la seguridad no podía faltar a la cita.

Despliegue policial inmediato, patrullaje militar en pocos días, son

señales que buscan tranquilizar a la ciudadanía preocupada.

Es más difícil de entender que se ponga a dirigir a la nueva policía

a miembros de una “policía vieja” que conocía otro mundo delictivo.

Rechina un poco la adjudicación de algunos cargos a personajes

que carecen de votos o idoneidad, vuelven los premios consuelo.

Por otro lado, hay una apuesta generacional muy marcada, que a

mi criterio me parece muy positiva, para un mundo tan cambiante.

Es muy pronto para darle “más palo que en las llamadas”.

Creo que en muchos aspectos el nuevo gobierno nos va a

sorprender, espero que sea positivamente por el bien de todos.

De lo que estoy seguro es que la impronta hiperactiva del

presidente va hacer que unos cuantos extrañen el Parlamento.

Los famosos cien días de luna de miel del nuevo gobierno se han

acortado mucho en estos tiempos de inmediatez y redes sociales.

Pero estoy seguro que el Frente, con la experiencia de gobernar

arriba, no va a caer en la oposición destructiva, que no aporta.

Hay demasiados temas a resolver para mejorar la situación de la

gente y es un buen momento de implementar políticas de Estado.

Desterrar fanatismos y tender puentes se vuelve imprescindible.

El presidente tiene claro que es un inquilino del poder y afirmó no

venir con propósitos refundacionales, no lo olvidemos por favor.

Le vamos a estar respirando permanentemente en la nuca, como

hemos hecho, todos estos años, con los gobiernos de turno.

Y daremos una mano de cal y otra de arena cuando corresponda.

Alfredo García