La decisión judicial sobre las vacunas a los niños puso sobre la
mesa el tema de la libertad vigente hoy en nuestra sociedad.
¿Tiene derecho un juez en coartar la libre voluntad de vacunarse?
¿Quién está capacitado para decidir sobre el libre albedrío?
Pero el tema de la libertad trasciende este pequeño hecho judicial.
Surgen todo el tiempo los intentos de coartar algunos derechos.
Así vemos proyectos que quieren prohibir el lenguaje inclusivo.
O las iniciativas de censurar a legisladores por sus expresiones.
O denuncias por opiniones y comentarios en redes sociales.
Parece que la moda ahora es judicializar todo lo que moleste.
La sensibilidad está a flor de piel y nadie tolera una crítica.
La corrección política es la nueva religión que gana feligreses.
¿Estamos intentando poner frenos a la libre expresión?
¿Tanto molesta la opinión diferente, que hay que callarla?
Soy de los que considero que la libertad no puede coartarse nunca.
Creo que los anti vacunas son unos payasos, que demuestran en
muchos casos una ignorancia supina, pero jamás los censuraría.
Me parece absolutamente ridículo el uso del lenguaje inclusivo y el
ponerlo como una herramienta liberadora, pero tienen derecho a
usarlo, todos los que consideren que así hacen la revolución.
No creo que sea correcto denunciar opiniones o bloquear a los
fanáticos que vomitan fundamentalismos en las redes sociales.
No me gusta condenar expresiones como delitos de odio.
Considero que sobran argumentos para combatir las ideas de los
racistas, neonazis o misóginos, sin llegar a prohibirles su opinión.
Creo que sobran herramientas para combatir las mentiras, los
prejuicios o las ideas equivocadas, sin limitar la libertad.
De la censura nunca ha nacido nada positivo o constructivo.
Las sociedades solo avanzan en la confrontación de ideas.
No debemos temerle a los debates que generan nuevas síntesis.
A mucha gente le haría bien escuchar aquella vieja canción
española que allá por los años ochenta decía en su estribillo:
“Libertad, libertad
Sin ira, libertad
Guárdate tu miedo y tu ira”
Alfredo García