Esta última semana participé en tres eventos diferentes.
Un debate en el Paraninfo, organizado por la Fundación Konrad
Adenauer sobre el mecanismo de leyes de urgente consideración.
Allí participaron académicos y dirigentes políticos de cinco partidos.
El segundo fue el lanzamiento de planes de obras públicas en la
Torre Ejecutiva, por parte del gobierno para el resto del periodo.
Y el tercero ocurrió en el hotel Radisson donde se hizo el
lanzamiento del libro de Julio María Sanguinetti, que da título a esta
nota y fue presentado por Gerardo Caetano y Adolfo Garcé.
Lo que sigue es una suma de impresiones personales sobre ellos.
En primer lugar, hay una especie de “dialogus interruptus” entre el
estamento político y la academia, da la impresión que no manejan
el mismo idioma y por lo tanto se hace un tanto difícil el intercambio.
Los políticos se sienten amenazados por los investigadores
universitarios, mientras que estos no soportan que los critiquen.
La presentación de inversiones que superan los 905 millones de
dólares en los próximos dos años y medio, con lo que implica de
desarrollo y generación de empleo fue olímpicamente ignorada por
la oposición, no vimos a un solo dirigente o parlamentario frentista.
No sucedió lo mismo cuando se presentó la estrategia de hidrogeno
verde, donde estuvieron Daniel Martínez y Ramón Méndez.
En la presentación del libro, Caetano se debe haber sentido más
solo que Adán en el día de la madre, porque fue notoria la
ausencia de figuras de la izquierda que ningunearon el evento.
Esto habla a las claras de que hay burbujas que no se mezclan y
que a mi entender son causa fundamental de la pobreza del debate
existente en nuestra sociedad, o más bien del bajísimo nivel de
discusión existente a nivel político, académico y social.
Es imposible cuestionar lo que no se conoce y más aún si nos
cerramos a saber que dice u opina los que piensan diferente.
Aquello de “conoce a tu enemigo como a ti mismo”, no figura en la
Wikipedia de los políticos locales, y no se aprende por twitter o
titulares de prensa, les recuerdo que: los libros no muerden.
Alfredo García