Se nos acabó casi en silencio un difícil 2018.
Año complicado a nivel local e internacional.
De lo general a lo particular se vivieron situaciones
difíciles con un Trump en la Casa Blanca, un Maduro
en Caracas y un Bolsonaro que viene para Brasilia.
A nivel de entrecasa el estigma de la corrupción
pegó fuerte lidiando con Raúl y su barakutanga.
En la oposición hay varios nenes en ese trompo.
Todo apuntaba a que la renovación generacional era
ineludible para todos, pero saltó el Cejas y lo arruinó.
Igual la biología pesa y parece que sale el recambio.
¿Qué vamos a recordar de estos 365 días?
Seguro que muy poco, otro año sin pena ni gloria.
Pero hay que prepararse porque se nos avecina la
fiesta de la democracia y vamos a votar varias veces
La mano viene peliaguda y se palpita un cabeza a
cabeza como hace mucho tiempo no tenemos.
La cuestión es si podemos vivirlo como una
celebración republicana o tendremos un duro
enfrentamiento sangriento entre barras bravas.
¿Vamos a embarrar la cancha con bolazos,
mentiras, rumores y fake news a troche y moche por
las redes o tendremos discusiones serias con altura?
En tiempos de descrédito de la política y amenazas
a la institucionalidad en nuestros vecinos: ¡Ojo!
Acá hay adversarios fuertes, nunca enemigos.
Salvo minorías cavernarias, que son eso: minorías.
Hay que levantar la mira y recordar que obtener el
gobierno no justifica nunca, dañar la democracia.
Hay unos meses por delante de descanso y reflexión
Aprovechen el tiempo para pensar y no meter la pata
Nosotros por la nuestra, haremos otro tanto, y
trataremos de seguir aportando a la lucha de ideas.
Nos vemos en febrero.
Alfredo García
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