Se impone que el Frente Amplio habilite ámbitos colectivos como coalición y como movimiento, para abordar un balance preciso de las razones de la derrota electoral, al tiempo de trazar líneas claras del accionar político para las elecciones departamentales y para el quinquenio.

Lejos de definir nombres para el cargo de Presidente del FA o creaciones de nuevos cargos como el de Secretario General, es imprescindible responder qué tipo de Presidencia requiere el FA en los nuevos tiempos. ¿Acaso su función es la de coordinar acciones y posiciones entre la fuerza política y la representación en el Parlamento y otros organismos? ¿Se trata de un articulador hacia adentro del partido? ¿Quizá ambas cosas?  

Hoy la oposición política está en el Parlamento. En lo social reposa en el PIT-CNT y en la Intersocial. La fuerza política fuera de esos ámbitos ha estado ausente. Los valiosísimos aportes que realizó el Dr. Tabaré Vázquez en el documento de 92 páginas elaborado por un grupo de especialistas en torno a la pandemia, no se visualizan como una contribución del FA, sino de ese equipo dirigido por Vázquez como así se expresa en la misma página oficial del FA (“Documento del grupo encabezado por Tabaré Vázquez”).

De esa manera la figura del expresidente se fortalece y se proyecta como un indiscutido posible candidato a presidir el FA. Sin embargo Vázquez ya ha dicho que en principio no aceptaría y su nombre tampoco ha sido presentado por los principales sectores del partido.

Sigue pendiente el balance de lo sucedido. Es muy difícil construir una estrategia para cinco años sin acordar sobre el pasado inmediato del FA y su derrota.

En la movilización realizada por la Intersocial el pasado jueves 4 de junio, el FA llamó a su gente a adherirse a esa expresión popular que tuvo miles de ciudadanos movilizados en Montevideo y las principales ciudades del país. Pero eso no es suficiente. El FA es quien debe definir los ejes principales de su plan de lucha para ofrecérselos, antes que nada, a su militancia que la aliente a organizarse más y mejor. También a sus votantes. Y luego a toda la población en procura de una gran alianza nacional en torno a postulados claros, con amplia participación democrática.     

La bancada parlamentaria ha tenido una postura clara, única y con argumentos en relación a la LUC. Bien. Pero es la fuerza política la que debe hacer suyas las ideas que orienten.

En esta encrucijada está muy bien que el FA apoye al gobierno en los esfuerzos por hacer frente a la pandemia. Sin embargo debe hacer hincapié en que no se está priorizando a los sectores más empobrecido, que no se vislumbra una estrategia para responder después de la pandemia. ¿Cómo puede ser posible que aumente el costo de vida y se reduzcan los salarios? ¿Qué pasó con la renta básica? ¿Cómo se va a estabilizar la economía si cientos de miles de orientales ven reducida su capacidad adquisitiva? ¿Otra vez la engañosa quimera de “la torta”. (Álvaro Delgado: “Soy partidario de hacer crecer la torta y repartirla” El País, 7 de junio)

El FA no está respondiendo a estos temas. Una razón subyacente es que no ha hecho un balance claro de lo acontecido en las elecciones de 2019 que derrumbaron 15 años de gobierno. La ausencia de balance paraliza.

La autocrítica no es para buscar culpables. Es para analizar con todos los elementos de las ciencias sociales, de la psicología social y de las conductas políticas, las razones de la derrota…y corregirlas. Qué se hizo mal, qué se hizo bien y qué no se hizo.

Las elecciones departamentales tendrán su especificidad. Los temas nacionales incidirán en ellas, principalmente en la zona metropolitana. En el resto del país las características locales serán determinantes y allí tendrá que plantearse un fortalecimiento de las propuestas departamentales, de los candidatos y de la unidad del FA como coalición y movimiento, donde también habrá que incluir temas como las alianzas, los medios de comunicación, el trabajo presencial (con distancia y tapaboca) con cada ciudadano y los capítulos autocríticos que sean necesarios.

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