A hondazos y con perros cimarrones por José Luis Baumgartner
El general del aire José Ramón Bonilla, excomandante de la Fuerza Aérea, exjefe del Estado Mayor de la Defensa y excoordinador de Inteligencia del Estado durante el gobierno del presidente José Mujica, entrevistado por Búsqueda, criticó duramente el proyecto de servicio de retiros y pensiones de las Fuerzas Armadas enviado al Parlamento por el Poder Ejecutivo, y afirmó que en el fondo existe “una clara intención de eliminar a las FF.AA.”.
Aunque no es recomendable, cualquiera puede atribuir intenciones a otro. Gratuitas y con algún fundamento. Para torcer una discusión o porque tropezó el pienso en baldosa averiada. O tras culpables de la propia victimización –asumida graciosamente-. También, llegado el caso, por mera deformación profesional. No interesa dilucidar la eventual casuística. Ese fin no ha estado en cuestión ni al revés, ni al derecho.
Se trata de un hecho general y no en el aire: es esencial mantener cierto equilibrio en la seguridad social antes de llegar a situaciones insostenibles. Por eso se han ajustado Cajas y BPS. Los retoques al servicio de retiros y pensiones militares (por más reparos que se quieran hacer) siguen esa línea en todo lo posible. Con prudencia y sentido de equidad.
Bonilla asimismo dijo cosas exactas, omitió otras e hizo una composición “La Primavera” desde las nubes.
Anotó, refiriéndose a los uniformados: “Si hoy les es difícil vivir con lo que ganan y las posibilidades de retiro se recortan, ¿quién va a querer quedarse o ingresar? Nos quedaríamos sin el capital más caro que tienen las FF.AA. y el Estado: sus recursos humanos y la capacidad, que de ellos dependen, para la defensa de la soberanía, la independencia e integridad territorial, la salvaguarda de los recursos estratégicos del país y…”.
Pero, José Ramón ¿pensás, realmente, que en el siglo XXI la defensa de la soberanía e independencia del Uruguay (un miñango territorial con tres millones y poco de habitantes, invento británico) dependen de sus FF.AA., con aparataje obsoleto, mientras los arsenales de la región (no ya del mundo) están atiborrados de modernidad última generación? Por favor, amigo. Sería como creer que tenemos la Línea Maginot o que resistiríamos bombardeos con globos de cumpleaños… Nos respetan porque nos hicimos creíbles a nivel internacional –aunque nunca nadie está libre del pentagonismo, por ejemplo-.
¿Vale el monopolio de armas por el Estado? Sí, cómo no.
Para: “salvaguarda de los recursos estratégicos del país”, perseguir el contrabando, luchar contra el narcotráfico, el terrorismo y la trata de personas, actuar ante emergencias límite (custodia perimetral de cárceles) y desastres, hacer inteligencia, coordinar con otros servicios públicos.
Necesitamos mucho menor número de efectivos (retribuidos dignamente, según formación, tareas, responsabilidad y riesgos), y más y mejor equipamiento.
Radares, aviones, naves y medios de comunicación, armamento funcional a esos cometidos, recién salidos del horno. Máxima tecnificación.
Necesitamos eficacia preventiva, transparencia, confiabilidad.
Yo, hermano, no tengo intención de eliminar a las FF.AA. pero sí, como ciudadano de a pie que a veces se siente Luis XIV (¿por eso me dirán “loco”?), reformarlas de la piel al caracú –para que se avengan un poco más al país que las banca. ¡Lindo tema para estudiar, verdad!
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