Impulso sin pienso José Luis Baumgartner
Medio país está con el Frente Amplio. Y medio país está contra el FA. Alguno, admitiendo que ha tenido buenas realizaciones en aspectos concretos de su gestión, el resto, con matices muy diluidos, negándole aprobación a todo lo hecho.
Para la oposición nada es de recibo. No calibra números, estadísticas, auditorías e informes internacionales. No mide los logros (aumento constante del PBI, del salario real, de la sindicalización laboral, de la salud pública, del turismo, de la protección socio-económica a los más desvalidos, de apertura de mercados; baja de los niveles de pobreza; estabilidad del empleo; control de la inflación, abastecimiento y medios de pago; avance sustancial en energía y comunicaciones). No compara el aquí con la región, el continente y el mundo. No menta la dificultad adicional que significa la guerra comercial desatada entre EE.UU. y China. Lo único que clamorea es la “necesidad” de que el FA deje el gobierno.
Tras ese empeño ha entrado en escena, como gran articulador, el bi presidente JM Sanguinetti.
Él, con Jorge Batlle, destruyó el Partido Colorado -completando la tarea Bordaberry, que lo llevó casi a la inexistencia. Ahora, el Julio María, salido del anaquel y la naftalina, gestualidad a pleno, más conservador que nunca, octogenario, repetitivamente senil, invocante del pasado, vino para tratar de levantar al casi finado y pesar a la hora del balotaje. Sintiéndose triunfal, como Pacheco, reitera una y otra vez “Volveremos a hacerlo” –y uno se pregunta: “¿Qué?” (¿negar la actuación del “escuadrón de la muerte”; la inacción ante la mafia de la Caja Policial; el encajonamiento de todo reclamo por derechos humanos violados; el “cangrejo rojo”; hablar de “los ojos en la nuca”; qué volverá a hacer este caduco señor? En todo caso, es alabable su geronte desafío: no cualquiera corretea maratones a los 82 años, amparado en su álbum de recuerdos, con el fin de abatir al FA –y esnifar los aromas del poder. Hay viejos que son así.
Todos en la misma. Lacallito Pou (y sus guiños a la “familia militar”), Larrañaga (y los “tics antidemocráticos del FA”), el Cejas, Mieres (y su “centro izquierda” –cuya sola mención, para su ira merece multa de los inspectores de tránsito-), Novick (y el rastrillaje al barrer para municipales a dos años vista), el chiquitaje que anda en la vuelta. Bajar al FA del tablado. Hacen cola para pegarle. Ellos mejorarán hasta lo inmejorable. Nos moriremos de mejoría. Curten espectáculos mediáticos. Vociferan al viento y en las redes sociales. Procuran votos con cucos, miedos e ignorancia. ¡Cómanse la pastilla, muchachos! Para cuidar el medio ambiente…
¿Qué cambios proponen? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo? Palabras y palabras. Soplan el aire. No tienen ninguna solidez que ofrecer. Uruguay es un binario país difícil. Nunca es oportuno acordar sobre asuntos en que nos va la vida (BPS, cajas militar y policial, seguridad, comercio exterior, ley orgánica militar, capitales offshore…, etc.). ¡Qué lástima! El discutidero nos deja en piel y huesos mentales.
Días pasados la Verónica Alonso, judía pentecostal, dijo querer polemizar con Carolina Cosse. Ésta le contestó que no debate con personas sino con ideas y no ve ninguna en el horizonte que tiene por delante.
Mientras la oposición se queja, impugna y jode a rabiar, el FA culminó el último fin de semana la definición de bases programáticas.
Esa es la diferencia: por un lado “los buenos muchacho” a los tiros con las nubes, y por otro, el FA, tranquilo, manso, aceitando la maquinaria, comprometiéndose a efectivizar un próximo futuro en elaboración.
Lo evanescente, por definición, se esfuma.
El impulso sin pienso no sirve ni para adelgazar.
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