“De la estupidez a la locura” por José Luis Baumgartner
Es el título de la obra póstuma de Umberto Eco. Recapitula 15 años de periodismo. La llevó a la editorial pocos días antes de morir. En el primer artículo alude al turbio presente.
Crisis del Estado “(¿qué libertad de decisión conservan los estados nacionales frente al poder de las entidades supranacionales?)” y de las ideologías. Individualismo desenfrenado, “nadie es ya compañero de camino de nadie”. Pérdida de la certeza del derecho. Consumismo. Los “desencantados”, los “indignados” –“saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren” (ni con quiénes, ni contra quiénes, ni a quiénes en definitiva sirven, ni cómo ni de dónde sacar).
De esa lectura voy a la cruzada de los “autoconvocados”.
Desde que terminó la fiesta de los altos precios, rurales sanduceros intercambian opiniones sobre la problemática del agro. La inquietud se hizo viral. Por las redes sociales la manija se generalizó. La patota cibernética abarcó peludos y pelados. Iracundia en escena. Puta mezcla de quejeríos. ANDEBU e inmobiliarias de Punta del Este también la fueron de paisanaje. Hubo compra de banderas, botas y chambergos para las fotos. ¡De cruzada! -cabalgando vehículos caros; tractores a cargo de la peonada-.
Mieres, Rubio, Larrañaga y otras baraturas de ocasión (¿disfrazados de gauchos?) estuvieron en el coso coso de Durazno para mostrarse (no existís si no te ven) –aunque sea, bajo amparo senaturial, prepeando a inspectores de tránsito-. Cuquito se mantuvo en la Tahona, dándole vitaminas al pelo para que, por ósmosis, le curta el cerebro –o algo así-. Alfredo García, el de Voces, sin guita para José Ignacio, en playa Grande de Santa Teresa. Yo, rezando todo el tiempo por Nacional. Forestales, sojeros, mandamases de frigoríficos y estancieros de cinco mil hectáreas, los que cortan el bacalao, se abstuvieron de la patriada entre saravista y bobamente folclórica –mucho calor; había que saber el himno; ¿para qué están si no los mandaderos?-.
“¿Por el campo y con la patria?”. ¡Por favor! “La unidad del campo es un verso”: AR, Irureta Goyena, Chicotazo y Gari, peones rebenqueados, estancieros más ricos que Paco Casal y gente jodida. “El campo” no existe como categoría social”. Es un escenario más de lucha de clases. Pujan terratenientes, capitalistas y asalariados. “La renta representa una pérdida para la clase capitalista, que debe ceder esta porción del excedente a un sujeto que no cumple ningún rol en la producción” pero detenta la tierra. Y, en medio de la tormenta: pequeños capitalistas sin escala para competir ni con viento a favor, productores familiares cuyos ingresos equivalen a un salario, y empleados a sueldo (rescatados del pantano gracias a gobiernos del FA. Los asalariados agrarios son unos 70 mil, los productores familiares, cerca de 40 mil y los empresarios patrones (incluyendo los pobres), 15 mil. Los rentistas devoran u$s 1.500 millones anuales (en 2014, u$s 1.939 millones) y tributan 8% de ese valor.
En la plataforma de este neo-ruralismo se entreveran reclamos empresariales (baja de impuestos, tarifas y salarios), demandas terratenientes (reducción de impuestos a la propiedad del suelo) y la quimera del chiquitaje de que el capitalismo liberal no los liquide por no existir a nivel macro. Los majuga, destinados a vivir en peligro o ser engullidos, luchan por los apetitos de los saurios que merodean. Deberían saberlo. “El reclamo es de los patrones, no de quien se embarra las patas”, explicó a Brecha la dirigente de UNATRA María Flores.
“Los hechos en cuestión acompañan un proceso regional en el que sectores del capital buscan marcar límites, controlar alternativas potenciales o promover giros a la derecha del espectro político”. Entre los medios sociopolíticos para expandir el capitalismo transnacional aquí, en América Latina, está el promover, integrar o desvirtuar movilizaciones provenientes de la sociedad civil y catapultar una indignación imprecisa. “Las movilizaciones del capital también procuran apropiarse y canalizar el descontento que genera la propia gestión del capitalismo”. El proyecto progresista del FA siempre ha supuesto un ajuste o inserción a los requerimientos globales. Es verdad. Pero ¿le queda otra? Precios, mercados e inversiones nos son externos. La globalización es el dominio financiero anunciado por Lenin en el 16, sólo que a escala planetaria. La ex URSS zarista, como la ex China de Mao, con mando imperial como hace tres mil años, se potencian en el capitalismo del siglo XXI, buscando hegemonía. Uruguay, con los ojos abiertos, alerta, navega lo mejor que puede –no al garete sino con derrotero planificado; sorteando dificultades que han hecho zozobrar a gigantescos acorazados-. Sigue indemne en la región. Por algo buscan derribarlo. A despecho de lo que pretendan –o no- los muchachos “autoconvocados”, hay un movimiento hacia 2019, orientado a restituir la unidad sin fisuras entre el sector oligárquico y el Estado, para obtener mayor rentabilidad merced a la caída en términos reales del salario y las inversiones sociales. Lo proclamó Ignacio de Posadas, ex ministro de Economía de Lacalle, en El País, el 28 de enero: “hagan una revolución. No se queden en otra revuelta” (¡animémonos y vayan!); y el matutino, al día siguiente, alentaba a “politizar la protesta”, para dar la gran batalla que termine de una vez por todas con la izquierda en el gobierno.
Si fuera honrado, debería haber citado oportunamente a Alfredo Falero, Gabriel Oyhantcabal, Diego Piñeiro, Rodrigo Alonso, Mariana Cianelli, Fernando Isabella, Soledad Platero. Lúcidos aportes para la reflexión. Apenas si mi mononeurona parpadeó unos segundos. No da para más. Temo descubran que el título (prestado) de la nota sintetiza mi ciclo vital en pos de la completa decrepitud.
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