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Las palabras entonces no sirven: son palabras por Ignacio Martínez

Las palabras entonces no sirven: son palabras por Ignacio Martínez
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Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras.
Nocturno de Rafael Alberti
Nuestras palabras son la expresión del pensamiento. Intentando interpretar lo que se dice, muchas veces descubro que la realidad que se describe está dentro de la cabeza de quien la bosqueja y no fuera, en la realidad misma. Decimos lo que creemos y queremos ver y no lo que realmente es. Miramos la realidad con cristales preconcebidos en nuestro pensamiento.
Cantidad de ejemplos podemos citar en el mundo religioso o paranormal, donde se afirma haber visto a la virgen o a seres extraterrestres, y la duda que me asiste es si acaso esa visión existe fuera de nuestra mente o es una construcción antojadiza de ella.
Leemos un texto y ya tenemos un preconcepto al conocer su autor. Oímos una moción y ya tenemos nuestra posición al conocer quién la firma y si cuenta o no con nuestra simpatía.
En la vida política pasa algo parecido. Usamos términos negativos sobre las ideas del otro y los ámbitos de dilucidación. Decimos que vamos a discutir o debatir o polemizar o confrontar ideas, en lugar de conversar, exponer, escuchar, procurar entender y aprender de lo que el otro tiene para decir. Ergo, con la primera opción ya presupongo que el otro no tiene razón y que debo hacer prevalecer mis ideas, imponerlas y ganar en el debate. Una mera frase o un texto breve puede desatar una polémica durísima sin siquiera preguntarnos por qué dijo o escribió eso, en qué contexto se planteó y pedir que dé sus explicaciones.
Las redes sociales son un ejemplo de esta realidad que creo que marca un retroceso en la elaboración del pensamiento, en el aprendizaje, en la construcción de ideas, incluso, en la circulación de información. Basta una sola afirmación sin demostración, casi como una mera arenga, para que se extienda y forme tendencia de opinión. Esto es, creo, una clara intención de eliminar el pensamiento crítico o al menos reducirlo a su mínima expresión o a pequeños sectores sociales. Yo uso Twitter, Instagram y Facebook. En los primeros suelo publicar breves placas. Por el último publico artículos y videos. En los tres casos procuro manifestar algunas ideas y no pretendo que se expresen adhesiones o discrepancias. Ni siquiera pretendo iniciar una conversación. Pero de todas maneras se producen ambas cosas, apoyos y disentimientos. Bien. Lo que no puede suceder es que se expresen ataques o discrepancias subidas de tono, increpando motivos que nunca expuse. Lo sano sería que quienes lean mis puntos de vista, simplemente escriban los suyos y den los argumentos que explican sus posturas, sin agravios, sin ataques, sino sencillamente, diciendo sus razones para sostener sus afirmación. Y esto que sostengo sucede de manera ambidiestra, es decir, se repite entre derechas e izquierdas.
Por lo tanto, me parece que es tiempos de incrementar encuentros, ateneos, momentos de exposición de ideas de manera horizontal, circular. No me opongo a la mesa redonda con algunos expositores y una platea que escucha. Está bien, sobre todo si los expositores saben. Pero creo que es necesario escuchar a la platea, tejer una red infinita de circulación de ideas y, sobre todo, crear nuestros propios medios de comunicación para facilitar esta tarea. ¿Por qué creen que se ha intentado desarticular las radios comunitarias y casi no hay periódicos barriales? Las redes no son el gran foro de la participación democrática. Podemos expresarnos, sí, pero manejadas desde los centros de poder en cuanto a tendencias, recomendaciones y propagandas, son un gran instrumento de dominación igual que la televisión, el cine y las plataformas. Tenemos que hacernos la siguiente pregunta en proyección ¿a dónde conducen estos formidables instrumentos de la ciencia y la tecnología en manos de los dueños del mundo?

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