Las previas para un balance por Ignacio Martínez

Sin dudas que fue un garrón que el actual gobierno asumiera el 1ero de marzo y 13 días después se anunciara una pandemia de alcances desconocidos, que lo llevó a tomar medidas excepcionales. También creo que hubo un factor muy positivo y fue que tratamos de enfrentar esta desgracia con la mayor unidad nacional, procurando generar los procedimientos y los protocolos que hicieran frente a la nueva situación. Pero lo cortés no quita lo valiente y es hora de analizar algunos temas aunque más no sea con formato de telegrama.

Se debe reconocer claramente que gran parte de la eficiencia que se obtuvo para enfrentar la pandemia es el Sistema Nacional Integrado de Salud.

Se debe reconocer que las posibilidades de continuar con la enseñanza, aún con los centros educativos cerrados, es el Plan Ceibal tan equivocadamente criticado. Lamentablemente lo que sí debemos agregar es que, ante el Presupuesto presentado hoy, se reducen alrededor de 200 millones para la educación.

El MIDES cierra varios programas, resiente en términos alarmantes el Sistema de Cuidados y no se instalará en Casavalle. Hay mucha gente durmiendo en la calle, tal vez más que antes, y los planes de ayudas sociales se han resentido notoriamente.

La promesa de bajar las tarifas no solo no se cumplió sino que, muy por el contrario, se han aumentado, como también ha aumentado el costo de vida, perjudicando a los salarios más sumergidos, a pensionistas y a jubilados a quienes, además, se les suspendieron los aumentos por 3 años.

Se redujo en alrededor de 130 millones de dólares el presupuesto para la salud, perjudicando los salarios de médicos y no médicos que, paradójicamente aplaudimos como la avanzada de la lucha contra el COVID 19.

Lo que dijo la Ministra de Vivienda de construir 50 mil soluciones habitacionales, no se hará y que lo dijo solo “para mostrar lo que habría que hacer», pero no se terminará con los asentamientos como lo había prometido.

Se debe reconocer que estamos sin avión para emergencias sanitarias porque el único que había se vendió como una ganga. Se compraron 2 Hércules vetustos que no sirven para traslados de enfermos graves.

Tenemos sí más coroneles y generales que no termino de entender para qué sirven. Sí sé que el general Manini no va a la Justicia como dijo que iría, ni ayudará a echar luz en crímenes de Lesa Humanidad.

Tenemos más cargos de confianza y no se controlarán los viáticos de los políticos que viajen al exterior. (Ahora nadie pondrá objeciones si alguien compra un short de baño o paga una cena, como sucedió con el vicepresidente renunciante ¿recuerdan?)

Se limita el boleto estudiantil que desde hace años es gratuito.

La desocupación no desciende.

Los resultados de las auditorías han sido nimios en relación al escándalo casi amenazante de que arrojarían situaciones alarmantes, de manejos inapropiados de dineros públicos y corrupción. Nada de eso se ha demostrado.

Los pequeños y medianos productores rurales no han sido escuchados ni siquiera desde su organización pro gubernamental como es Un solo Uruguay.

La violencia, los asesinatos, el tráfico de droga y prácticamente todos los delitos resultaron ser una verdadera pandemia y por más que el Ministro haya dicho que “El primero de marzo voy a ir a las zonas rojas y a las bocas de droga”, hoy la realidad sigue siendo un flagelo que no se enfrenta con conferencias de prensa ni helicópteros ni disolviendo reuniones de jóvenes que tocan los tamboriles.

Seamos honestos. No desperdiciemos el esfuerzo de todos los compatriotas. Decimos que de esta pandemia salimos entre todos. Lo mismo digo de la pobreza, de la falta de vivienda, de la desocupación, de la violencia, de la droga. Para eso el objetivo principal de un gobierno no puede ser equilibrar el déficit fiscal, porque mucho antes que eso está la inversión en serio para resolver los problemas más urgentes que nos aquejan.

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