Viajar en el transporte público nos puede despertar ansiedad por la lentitud del tránsito
montevideano y también nos brinda algunas oportunidades fantásticas de un baño de realidad
Ayer de mañana, durante los cincuenta minutos de viaje hasta la Ciudad Vieja, fui el testigo
involuntario de una interesante conversación entre dos amigas sentadas justo detrás de mí.
Comenzaron a hablar de sus exparejas, y el chismoso que llevo adentro, (decir espíritu
periodístico seria hipócrita), hizo que cerrara la tablet y parara atentamente la oreja.
El intercambio comenzó cuando ambas reconocieron haber terminado sus respectivas
relaciones y pasaron a relatar algunos de los motivos que las llevaron a esa decisión.
Una dijo que el muchacho que se había mudado al mono ambiente que ella tenía, por el apoyo
de su madre para pagar el alquiler, buscaba trabajo a desgano y en ese periodo de
desocupación, compro sin avisarle un pasaje Nueva Zelanda para visitar unos amigos allí.
“Me dieron manija y me embalé”, era la justificación del novio antes de marcharse al otro
extremo del mundo a ver a sus compinches, durante quince días de vacaciones.
La otra comentó que su ex salía pero si ella lo hacía ponía mala cara, y aclaró: “No salía con
amigas cómo él, iba con mi hijo a pasear y me recriminaba que estaba mucho afuera.”
“El mío no era celoso y no me pegaba ni nada, pero en casa no hacía nada”, respondió la
primera, “en realidad, se pasaba jugando al play station todo el día y no podía interrumpirlo.”
El tema de la ayuda en la casa lo toma la segunda chica y dice: “Siempre decía que estaba
cansado, porque trabajaba en un depósito y decía que yo tenía que hacer las cosas porque en
mi trabajo estoy sentada todo el día con aire acondicionado, tomando café cuando quiero”
La charla continuó durante largo rato entre ellas, pero subió un cantor callejero que me impidió
seguir escuchando, si había más motivos para la ruptura de sus respectivas relaciones.
Nunca les vi las caras, ni escuche sus nombres pero eran mujeres jóvenes, estoy seguro.
No sé si habían estudiado, si participan en las marchas del 8 de marzo, que preferencias
políticas tenían, a que se dedicaban o si habían iniciado una nueva relación amorosa.
Supongo que no tendrán ni idea la revolución sexual de los 60 o de la importancia del ingreso
de las mujeres en el mercado de trabajo, pero sabían de la importancia de ser mujeres libres.
Alcancé a divisar a una de ellas de espalda, cuando se bajó en la parada de Colonia y
Paraguay, de pelo largo y vaqueros, caminaba rápido, supongo que iba rumbo a su laburo.
En ese momento, me vino a la memoria la última estrofa de una vieja y hermosa canción de
Silvio Rodríguez: “Iba matando canallas, con su cañón de futuro”.
Alfredo García
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.