Allá por los años sesenta el líder chino Mao Zedong lanzó la Revolución Cultural Proletaria.
El objetivo de este movimiento que conmovió a China, era acabar con los “cuatro viejos”.
Las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar.
Lo que parecía una iniciativa para el desarrollo creativo acabó siendo una feroz represión.
Dicen que por estas costas, todo llega más tarde y en este caso se demoró medio siglo.
Últimamente estamos siendo testigos de una epidemia controladora en nuestro país.
Por todos lados surgen los “guardias rojos” vernáculos que vigilan las desviaciones.
Nada escapa a la aguda y perspicaz mirada de estos agentes de la “Stazi Progresista”
No hay expresión política, cultural, deportiva, humorística o social que se salve.
Todo se mira con lupa y donde te salgas del libreto admitido, marchás a la hoguera.
Todo se analiza desde la rígida óptica de sexo, raza o género y se encasilla fácilmente.
Sobran ejemplos en los últimos tiempos de estos juicios sumarios en las redes sociales.
¿Recuerdan el cuplé de los charrúas de Agarrate Catalina unos años atrás?
¿Y la pelea por un taxi condenada por racista a la salida del boliche Azabache?
¿La humorada de Gayman que interpretó Cucuzú Brinca con el grupo C4?
¿El veterano de la milonga de la plaza del Entrevero que querían reeducar?
¿El local bailable al cual entraban gratis las mujeres con shorts?
¿El chiste del presidente del Banco Central sobre las esposas como mal necesario?
¿El mal gusto de un yanqui de poner una frase de película en su boliche?
Lo que preocupa es que muchas autoridades reaccionan al grito de la tribuna.
Llama la atención que muchos políticos hacen mutis por cálculos electorales.
La corrección política parece ser el dogma dominante y más de uno tiene miedo
a expresarse para no ser catalogado de racista, homofóbico, discriminador o machista.
Los cambios culturales no se imponen y los autoritarismos a la larga son derrotados.
Como sociedad sabemos de la fuerza que tiene la ironía, la sátira y el desparpajo.
No en vano nuestra última dictadura perseguía tanto el humor usado por el pueblo.
Seamos francos, nuestra sociedad ha evolucionado mucho en tolerancia y aceptación del
diferente, por lo que no son necesarios esos celosos guardianes de la diversidad.
Muchachos, arranquen para otro lado, porque de lo único de lo que no se vuelve, es el ridículo.
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.