Poeta y escultores por Nelson Di Maggio

Los premios atraen premios. El jueves de la semana pasada con la inauguración Ida Vitale. Palabras que me cantan, en el Centro Cultural de España, exposición sobre Ida Vitale (Montevideo, 1923), la poeta recibió la Medalla Delmira Agustini. Perteneciente a la llamada generación del 45 —nombre no siempre aceptado por algunos de sus integrantes—, poeta, traductora, profesora, crítica literaria, directora y codirectora de diversas revistas y colaboradora de publicaciones nacionales y extranjeras, Ida Vitale recibió un collar de distinciones que recuerdan en su mayoría nombres de escritores: Octavio Paz (2004); Alfonso Reyes (2014); Reina Sofía de Poesía Latinoamericana (2015); García Lorca (2016); Max Jacob (2017); Cervantes (2018).

Ricardo Ramón, director del CCE y Jesús Cañete Ochoa, curadores de la muestra, resolvieron con inteligencia y sensibilidad el itinerario de la muestra de libros, revistas, semanarios, fotografías, documentos, textos de pared y videos, evitando el amenazante aburrimiento con una dinámica visual atractiva de elementos evocativos de publicaciones, muchos olvidados que sabrán estimar mejor las generaciones mayores. La pequeña colección de cuadros de artistas muy conocidos revela la afición y amistad que mantuvo en el medio local, antes de emigrar, por motivos disímiles, 10 años a México y 30 años a Texas, Estados Unidos.

José María Pelayo (Montevideo, 1956) heredó de los talleres de Rimer Cardillo y Clever Lara la preferencia por los vínculos latinoamericanos y los materiales sencillos cercanos al arte povera. Interrogó la madera y el textil en construcciones abstractas en la búsqueda de una esquiva identidad ajena a las inevitables y ocasionales oleadas estéticas de los centros internacionales. Su autenticidad formal y conceptual logró hallazgos parciales surcados de calidez poética no siempre sostenida en su empeñosa voluntad expresiva.

Salvoconducto, título de la muestra en la Sala Carlos F. Sáez, exhibe distintas instancias operativas. Se atreve con composiciones de grandes dimensiones, collages de madera, aislados, de pared o planas en el suelo, en rojo y el azul intensos dominantes en suave referencia al constructivismo ruso (el cuadrado, el triángulo, el montaje) y un ready made duchampiano que altera la unidad y el rigor de las obras firmemente elaboradas en su cuidadosa elección de la riqueza del material, variado en textura y colores naturales. Otro aspecto también diferente lo constituyen las siete muertes, esculturitas figurativas cadavéricas de carácter pictórico, en irónica y festiva alusión al día de los difuntos mexicanos.

Bernardo Cardarelli (1974), arquitecto y licenciado en artes plásticas, dibujante y escultor, en su segunda muestra individual (Galería Diana Saravia) continúa elaborando hilos de alambre galvanizado o forrado de plástico, diferentes en grosor y contraste de densidad matérica, volúmenes espaciales, abiertos y abigarrados, ahora con mayor control de cada trabajo y sin la marcada figuración de la precedente obra. Un talento en ascenso para seguir de cerca.