Esto es: ¿por qué le temen a Javier Milei? Y ¿hasta cuándo? Y ¿qué es lo que determina ese cuándo?
Estas eran mis cavilaciones entre sueño y pereza mientras hacía el cruce de un rio sereno, sin vientos, vaivenes ni sobresaltos, para llegar a esta fabulosa ciudad. Porque Buenos Aires es una ciudad fabulosa, estamos todos de acuerdo ¿no? Aún con todos los vientos, vaivenes y sobresaltos de hoy.
Al respecto, dos semanas atrás el tema eran los 100 primeros días de gobierno de Milei. Los de la “luna de miel”. Ese tratar de entenderse entre nuevo gobierno y vieja oposición, de ser tolerantes con los estilos y las costumbres, para ver si se puede convivir.
Aquí no ha sido así, habría que analizar cómo han sido estos tres o cuatro primeros rounds, mientras la pelea sigue y, por el momento nadie sabe hasta cuándo ni menos cual será el desenlace.
¿Cómo está la cosa? ¿Qué va a pasar?, pregunté al remisero, una forma muy poco ortodoxa, y mucho menos científica, de averiguar sobre el estado de la opinión pública. Se trata de un viejo conocido, al que contrato cada vez que vengo; uno de esos busca vida, bicho, siempre olfateando; un peronista que votó a Milei. No me lo ha confesado, pero estoy seguro que fue así. Un peronista peronista, emocional, desde chico, sin preguntarse ni analizar mucho pero que estaba harto: cualquiera que viniera para sacarlos era bueno y si era medio extremista mejor.
Y esto cada vez está más embarullado , antes no había vacunas ni tampoco tapa bocas , había que usar una bufanda vieja o deshacer una camisa para tener un trapo para enmascararse mientras un montón de vivos se la levantaban toda; la semana pasada el precio del pescado estaba por las nubes y estamos tapados de mosquito y no hay repelente por ningún lado y el que se consigue es un precio de locos: más que el mejor y más caro de los vinos. Y todos los días un nuevo escándalo; se destapan ollas que “jieden” a corrupción y jodas de todo tipo. Y en eso estamos, y nadie sabe como va a terminar.
Tal su respuesta.
Está claro, ¿no?
Milei, sonó la campana y salió a noquear. A hacerlos pedazo. No tenía otra. La circunstancias y el estado de situación exigían un tratamiento de “shock”, como dirían los economistas, Y eso podría decirse que le ha mantenido el favor de por lo menos algo más de la mitad. del público presente. Hasta ahora.
Pero los contrarios también juegan. Atentos y estudiosos ante la andanada de trompadas; no tienen otra. Cada tanto sacan una mano y le tocan el rostro – un paro acá una marchita allá, un cierre de calles, sin salirse de las veredas a veces y otras desbordándolas, mucha piedra todavía no- y no se van a entregar así nomás. Milei los acorrala no tienen otra. Además, es mucho lo que tienen para perder, si los llegará a noquear, no será solo perder el conocimiento: pueden terminar linchados. Y perdido por perdido cualquiera pelea. Por ahora esperan: su suerte depende de cómo le vaya al gobierno en materia económica.
Ellos y todo el mundo sabe que no será fácil. El, desastre es grande y no solo se arregla con bajar la inflación, déficit cero y no emisión descontrolada. A la larga esa es la fórmula, pero a la larga estaremos todos muertos (Keynes dixit, según mal se le atribuye). En estas horas a la gente de a pie les preocupa conseguir repelente y ni que hablar de las inquietudes de los jubilados, los funcionarios públicos, los despedidos, los pobres trabajadores formales y los veintitantos millones de pobres. Las expectativas, la resignación ante la realidad de los hechos y las esperanzas tienen piernas cortas sobre todo cuando la necesidad apura y aprieta.
El kirchnerismo esas cosas las mantiene en carpeta, los gordos de la CGT también, más las muchas ONG y la propia Cámpora de Kirchner hijo (Máximo) que venían haciéndose su agosto en julio y para las cuales el “negocio” se termina.
Esperan, además, que el plan de “RRPP” de Milei juegue a su favor. Es que el presidente no deja títere con cabeza, solo son sus amigos los que lo aplauden, lo festejan y hacen lo que él dice, hayan hecho lo que hayan hecho en el pasado, ser de la “casta política” y hasta kirchnerista. El resto son traidores, corruptos, ensobrados y lo que venga: Milei es de lengua ágil.
Notoriamente, el presidente argentino es un hombre intolerante. Por muy acertadas que puedan ser las medidas que quiera imponer. Es autoritario y la oposición le teme. Dicen que está loco, lo hacen con mala fe y con más de una intención, pero algunos creen sí que algo hay y si un autoritario es temible mucho más lo es un loco autoritario.
Tiene cosas que llaman a estar atentos, sus desprecio al Parlamento y los parlamentarios, a los que no piensan como él, su invocación a “las fuerzas del cielo” que lo guían y lo iluminan, las consultas a sus perros (en particular el muerto) y hasta el rol de sus hermana Karina, que según él es “su jefe” y en consecuencia la “super jefe” del gobierno argentino a la que nadie eligió. Todas cosas muy raras.
Milei es un hombre dispuesto a subir siempre la apuesta – es lo que ha pasado hasta ahora- y en eso se parece mucho a Néstor Kirchner. Y éste metía miedo y durante 20 años el kirchnerismo reinó. (Tengo una experiencia vivida con el expresidente, muy elocuente, pero que por razones de espacio dejo para otra).
La oposición por su lado, se cuida, se aparta de su estilo y es más prudente, pero no baja los brazos ni abandona las armas. Tiene mucho para perder; aunque sea mal habido, es demasiado, se han acostumbrado a tenerlo y disfrutarlo y por lo tanto significa un fuerte motivador.
Hay que esperar. Se habla de diálogo y de un Pacto para el 25 de Mayo, sobre bases impuestas por Milei y como él dice innegociables. Puede que de aquí a allá se llegue a algo. Con más flexibilidad y asumiendo las culpas; que cada parte haga lo suyo. Pero, lo dicho: hay que esperar y no conviene hacer apuestas.
(Relato de un corto viaje)
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