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Verdades mentirosas

Verdades mentirosas
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En estos días se publica “Mitos del fútbol uruguayo”, un libro de Gerardo Tagliaferro que intenta cuestionar, como si fuera desde la mesa de un boliche o al costado de un parrillero, algunas “verdades” de este deporte en Uruguay. Un hincha de fútbol interpelando a la cátedra y sus muletillas, rascando para eso el fondo del tarro de la memoria. Algo de humor y mucha crítica, para futboleros que no encuentran su casillero. Compartimos la introducción del libro (“Preguntas que uno se hace”) que publica Ediciones del Berretín. 

Había noches en que mi padre, sentado en la tribuna Olímpica del Estadio Centenario, repartía quejas y maldiciones. “¡Pero toquen la pelota caramba… me cacho en dié!” vociferaba, mientras en la cancha once hombres vestidos con los colores de Peñarol hacían oídos sordos a sus ruegos. Recuerdo su lamento en particular en algún choque de Libertadores contra un equipo chileno, quizás Universidad Católica o Unión Española, vaya uno a saber. “¿Cómo puede ser que ellos puedan tocar la pelota y nosotros no? ¿Es tan difícil?”, musitaba entre dientes como preso de una duda filosófica.

A su lado, mi cabeza adolescente intentaba descifrar el porqué de su enojo. Todavía vivía el fútbol como el escenario de chicanas y baboseadas, y me importaba poco si la tocaban o le pegaban de punta y para arriba, yo quería que esos hombres de amarillo y negro simplemente ganaran y me evitaran así el escarnio del día siguiente en el liceo. Los chilenos eran “los chilenitos” de Juan Ricardo Faccio, así que el libreto del peso de la camiseta, la historia y esas cosas alcanzaba para predominar sobre su juego pulcro y atildado.

La prédica de mi padre, la madurez y la realidad se alinearon para ir cambiándome el chip. Un día dejó de ser sencillo ganar a “los chilenitos” con la vieja receta y las preguntas de aquellas noches de Copa se hicieron mías. ¿Por qué no podemos tocar la pelota como ellos? ¿Hay algo genético que nos lo impida? ¿Siempre fue así?

¿El fútbol uruguayo siempre fue, como llaman hoy los hacedores de frases hechas, “de respuesta”? ¿Siempre jugamos al pelotazo, como vemos habitualmente en nuestras canchas? Cuando éramos potencia mundial y ganábamos títulos con frecuencia ¿cómo jugábamos? Peñarol y Nacional campeones de América y del mundo ¿qué tipo de fútbol practicaban? Cuando dicen que “la nuestra” es esa que vemos desde hace décadas ¿estamos siendo justos con nuestra historia?

Cuarenta años después, aquí estoy sentado presto a teclear mis respuestas para aquellas dudas. Y también para otras. La vida transcurre, querido lector, y las interrogantes se transforman, en ocasiones, en certezas y las certezas generan nuevas interrogantes.

Jugar “bien” al fútbol ¿qué significa? ¿Es verdad que no importa jugar bien para ganar? O dando un paso más: ¿jugar bien y ganar son aspiraciones excluyentes? ¿Por qué? ¿Una es condición de la otra? ¿O no? ¿Los uruguayos podemos jugar mejor de lo que jugamos? ¿Lo hicimos alguna vez? En los últimos 40 años, ¿sólo ganaron los equipos uruguayos que jugaron a eso que sería “la nuestra”? ¿Ganaron en realidad? ¿Cómo le ha ido a los que intentaron jugar de otra manera?

Este libro busca internarse en esos laberintos de nuestra biblia futbolera y problematizar algunos de sus dogmas más arraigados.

Lo mismo pretende con relación a otras verdades supuestamente reveladas, que aquí rebajaremos a la categoría de mitos y que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida de aficionados a esto tan apasionante que es el fútbol.

¿Cuál ha sido el resultado dentro de la cancha de los 15 años del maestro Tabárez al frente de la selección uruguaya? ¿Se puede afirmar que la celeste ha tenido mejores actuaciones en las competencias que disputó en ese lapso, si las comparamos con los 15 años anteriores?

¿El fútbol uruguayo sigue siendo una cantera inagotable de futbolistas, como escuchamos decir desde tiempo inmemorial? ¿Salen grandes jugadores de debajo de las piedras? ¿Los futbolistas uruguayos se destacan en las grandes ligas? ¿O quienes llegan a ese nivel son solo un pequeñísimo porcentaje de los que emigran todos los días? ¿Son los nuestros, en general, superiores a los de otras partes del mundo? ¿Qué los hace ser demandados? ¿Son tan buenos ellos o lo son sus vendedores?

Finalmente, la vida desde una tribuna o frente a las pantallas de VTV o ESPN también da lugar a preguntas que pretextan una respuesta aquí sobre nuestra proverbial debilidad por la victimización. ¿Los jueces siempre nos cocinan? ¿O a veces también cocinan a otros para que nosotros nos comamos el plato? ¿Se puede hablar de una tirria anti-uruguaya en las altas esferas del fútbol continental o mundial? ¿Nosotros somos siempre los buenitos, los ingenuos, los perseguidos?

Piadoso lector, comprensiva lectora, lo que aquí encontrará son las respuestas a estas interrogantes de un observador interesado y cuestionador. No busque en las páginas por venir abrumadoras citas de fuentes, ni interminables referencias bibliográficas de esas que le hacen distraerse de la lectura para ver qué corno dice la nota al pie. Este es el resultado de años de cavilaciones de un aficionado al fútbol, cansado de escuchar como mantras algunas supuestas verdades que ahora se decidió a cuestionar.

Este es un pasatiempo de alguien que se siente, como apasionado espectador de este bendito juego, en el derecho de opinar. Si todo el mundo lo hace y algunos con la asumida autoridad de un pastor, no me vengan a censurar a mí.

Si usted encuentra un pasatiempo semejante internándose en estas páginas, bienvenido. Póngase la camiseta, jugamos en el mismo cuadro.

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